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martes, 17 de mayo de 2011

Parón y nuevo arranque...

Vuelvo con vosotros!!!
Lo siento mucho pero el mes de mayo ha tenido un comienzo bastante "revuelto" y lo he dejado todo un poco olvidado. No obstante, os aseguro que ya estoy intentando retomar el ritmo y esta tarde he escrito unas cuantas páginas más en Vida.
Teniendo a los personajes principales de la historia bastante desperdigados (momento en el que me encuentro), os confieso que me es un poco difícil avanzar porque quiero explicar la visión y la vivencia de cada uno de ellos. Espero que este hecho no ralentice la narración y que cuando lo termine y lo lea del tirón no decida eliminar nada. La verdad es que ahora mismo considero que es importante hacerlo así pero luego siempre se acaban cambiando cosas. Ya veremos...

Me toca colgaros el quinto capítulo de Aliento y, como no, también os dejaré un pequeño adelanto de Vida.
Por cierto... ¡¡¡NUEVA ENCUESTA!!! Así que haced correr la voz y a votar.

Gracias por seguirme y por seguir la historia de Daren. Ojalá y cada día seamos más!!!



Adelanto de Vida:


Los gritos de ambos hicieron que Layla y Cath se precipitasen escaleras abajo con los rostros desfigurados y repletos de lágrimas. La visión de los dos chicos, completamente transformados y amenazándose, consiguió helarles la sangre a pesar de que sus corazones se aceleraban cada vez más.
-No pienso arriesgarme a tomarla y soportaré ser el culpable de su dolor aunque ya casi no pueda con el mío – rugió Daren.
Ellas se sobresaltaron y se detuvieron en seco al otro lado de la barra.
-Eres un cobarde, Daren – lo increpó Larry, agarrándolo por el cuello de la camiseta con un movimiento rápido para acercar su rostro al de él. Cath gimió en ese momento y se escondió un poco tras Layla, que se había quedado estática contemplando la acalorada disputa con los ojos como platos.


Capítulo 5 de Aliento:

 EXTRAÑAS REACCIONES

“¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?”

Marco Tulio Cicerón (escritor, orador y político romano)


Daren estaba rebozando unas pechugas de pollo cuando Cath entró en casa. Ella sonrió al verlo con el delantal y se acercó dejando las cosas sobre la mesa del comedor.
-Esa faceta de chef te hace muy atractivo.
-Lo sé - dijo él divertido y despreocupado
Cath se puso junto a él. Realmente estaba atractivo de cualquier manera aunque él se empeñase en no darle importancia a esa faceta suya. Le levantó un poco más la manga corta de la camiseta. La cicatriz era tremenda pero seguía un curso favorable.
-Posiblemente en un par de días no tengas ni la señal - dijo entonces.
-Aún siento la zona un poco dolorida y tirante pero esto de recuperarse con tanta rapidez es estupendo.
-¿Eres el malo o el bueno, Daren? - preguntó de repente ella cambiando de tema.
El chico dejó lo que hacía y la miró.
-Creo que soy el bueno.
-¿Te ves capaz de matar? - siguió preguntando ella.
-Hasta esta noche no me creía capaz de hacerlo, pero ahora sé que es cuestión de tiempo que lo haga.
-Prométeme que vas a tener cuidado y que vas a intentar evitarlo.
-Sabes tan bien como yo que si pudiese evitarlo lo habría hecho. ¿Qué necesidad tenía yo de meterme en esto?
-Lo sé - admitió ella -. Pero no lo comprendo.
-Yo tampoco lo comprendo, pero te prometo que no te ocultaré nada.
Hubo un silencio bastante prolongado entre ellos.
-¿Serás sincero conmigo?
-Lo seré - asintió él retomado la tarea del rebozado.
-¿Puedo preguntarte algo más?
-Dispara - sonrió.
-¿Qué pasa con Layla?
-No pasa nada.
-¿Por qué te va a volver loco? - insistió acercándose más a él.
Daren suspiró.
-He soñado con ella un par de veces desde que estamos aquí.
-¿Te gusta, no? - sonrió ella.
-No la conozco, Cath.
-Ya pero… sientes algo cuando la ves…
-Me atrae muchísimo - confesó Daren.
-Te estás enamorando - Cath lo apuntó con el dedo sonriendo y afirmando con la cabeza.
-No lo sé.
-Pues… mañana va a venir a casa por la tarde…- anunció seguidamente. Daren la interrogó con la mirada  –. Os he preparado una cita a ciegas - dijo.
-Capaz eres - sonrió él seguro de que su hermana bromeaba -. Anda, ayúdame con esto.
-Tenemos que hacer un trabajo de biología - explicó ella cogiendo otro delantal de uno de los cajones.
-¿Tu portátil no puede ir a su casa?
-Sí, pero he preferido no moverlo de aquí. Además el suyo se cuelga cada dos por tres y he pensado que podrías dejarle el tuyo - dijo pícaramente dándole un codazo.
-Las cosas no se van a forzar, Cath - dijo él. Ella afirmó riendo -. Todo ocurrirá como tenga que ocurrir. Además… ¿tanto interés tienes en que tenga algo con Layla?
-Creo que haríais buena pareja y… ella es un encanto. Vamos, que apruebo vuestra relación.
-¿Te has parado a pensar que quizá ella no sienta nada por mí?
-Permíteme que lo dude…
-¿No le habrás dicho nada?
-Sólo le mandé saludos tal y cómo tú me dijiste.
Daren prefirió no preguntar más.


Al día siguiente por la tarde, se acercó a buscar a las chicas al instituto. Esperó dentro del coche porque estaba lloviznando y cuando el timbre sonó levantó la vista de la revista de cine que leía hacia el edificio.
Layla y su hermana salieron dialogando con su grupo y todos levantaron la vista hacia el coche negro con los cristales oscurecidos que las esperaba a pocos metros.
-Ya nos explicarás cómo es…- dijo Susan con picardía mirando a Layla.
-¿No querrás un informe, no? - comentó secamente Kevin.
-Vámonos - suspiró Layla.
Cath afirmó con un gesto de cabeza y ambas dieron una carrera hasta el coche intentando no mojarse demasiado.
-¡Hola! - exclamaron al unísono al entrar y cerrar las puertas
-Si os compenetráis así en el trabajo seguro que os ponen matrícula - comentó él.
Cath y Layla rieron.
-Bueno - dijo la primera –. Os voy a presentar - se volvió hacia atrás para mirar a su compañera –. Layla , mi hermano Daren - y luego mirando al chico añadió sonriente -. Daren, ella es Layla.
Daren se volvió hacia atrás y cruzó la mirada con Layla que se sonrojó levemente.
-Tenía ganas  de conocerte. Cath, habla mucho de ti - le dijo algo turbado.
-Igualmente - consiguió sonreír ella.
Como de costumbre, Simon pitó al pasar junto a ellos con el coche. Los tres lo miraron y le saludaron con gestos de cabeza. Daren no pudo evitar reírse ante la cara de su hermana.
-No quiero ningún comentario - lo amenazó ella.
-Está bien, está bien…- le dijo  lanzándole la revista.
Layla también sonrió. Daren la miró por el espejo retrovisor y Cath se giró.
-Tampoco quiero ningún comentario tuyo -  dijo la última sin poder aguantarse la risa.
Layla hizo un gesto como si se cerrase la boca con una cremallera y no dijo nada, aunque también se echó a reír.
Cuando Daren se incorporó a la carretera después de salir del instituto, Cath empezó a hablar sobre la clase de literatura con Layla. Él no entró en la conversación aunque rió de buena gana los comentarios de ambas sobre la exagerada expresividad que parecía tener el esperpéntico profesor.
La fina lluvia se convirtió en una tormenta en toda regla cuando los tres chicos llegaron a casa. Layla dejó su mochila en la mesa del comedor cuando estuvieron en el interior y contempló con sorpresa lo que tenía ante sus ojos.
-No parece así cuando la ves desde fuera - comentó en voz alta.
-Nosotros tuvimos la misma impresión - sonrió Cath.
Daren se quitó la chaqueta y la dejó en una silla. Layla se fijó en la cicatriz que quedó al descubierto.  
-Voy a por mí portátil - anunció de inmediato dándose cuenta del estudio que la chica había hecho de su brazo.
Se dirigió hacia el despacho y las dejó solas.
-Si te parece nos podemos poner aquí - dijo Cath refiriéndose a la mesa del comedor dónde habían dejado las cosas -. Aunque si tienes frío nos podemos sentar junto a la chimenea y Daren la enciende.
-¿Frío?. Aquí dentro se está genial - sonrió Layla quitándose la chaqueta.
-El día que llegamos no hubieses dicho lo mismo.
-Me lo imagino.
-Subo un momento a por mi ordenador. Siéntete como en tu casa, Layla - sonrió Cath.
-Gracias.
Cuando Daren volvió al comedor Layla estaba de pie junto al ventanal mirando el bosque y abrazándose el cuerpo.
-¿Tienes frío, Layla? - le preguntó dejando el ordenador en la mesa después de observarla unos segundos.
-No - se sorprendió ella -. Es que el bosque con la tormenta es impresionante.
-Da un poco de miedo, ¿no? - sonrió él. Ella afirmó con la cabeza y se le acercó. Daren abrió el ordenador y una foto de su último cumpleaños en la que estaba con Cath apareció como fondo de pantalla.
-Que guapos - comentó Layla.
-Es de nuestro último cumpleaños - explicó retirando una silla para que ella se acomodase frente a la pantalla.
-Gracias - se sentó -. ¿Hicisteis la fiesta juntos?
Daren apoyado en la mesa junto a ella abrió la carpeta de mis imágenes del escritorio y un montón de fotos empezaron a cargarse.
-Cumplimos los años el mismo día - dijo luego.
-¿En serio? - lo miró sorprendida.
Él no contestó, se limitó a mirarla y a intentar contener el imperioso arrebato de besarla que estaba sintiendo al tenerla tan cerca. Layla volvió a sonrojarse levemente y él apretó los puños intentando no alterarse más.
-¿Qué estáis mirando? - preguntó Cath apareciendo con su portátil rosa.
Daren y Layla se volvieron hacia ella.
-Fotos de vuestro cumpleaños - contestó la chica.
Cath se sentó junto a Layla y al abrir su portátil apareció una foto de la graduación de Daren.
-¡Ehy! - exclamó Layla -. Esta también está muy bien.
Daren llevaba la toga negra y el diploma pero el birrete estaba en la cabeza de Cath que le estaba besando la mejilla.
-Este año os toca a vosotras - dijo él retomando una conversación normal.
-Será emocionante - suspiró Cath.
Los tres rieron y comentaron algunas fotos más.
-Bueno chicas, yo os voy a dejar y os ponéis con el trabajo ya, ¿no?.
-¡Es biología! - exclamó Cath mirando con cara de súplica a su hermano.
Layla volvió a reír.
-Tendremos que hablar de mis honorarios por ayudaros…- dijo él bromeando.
-Está bien, creo que podremos llegar a un acuerdo.
Daren cogió una silla y se sentó junto a ellas.
-Está estudiando biología en la universidad - explicó Cath a Layla.
-Pero… ahora no estudias, ¿no? - se aventuró a preguntar la chica.
-Necesitaba un año sabático – se escusó él.
-Si esto te va a ir bien para que no se te olviden las cosas y todo. Al final nos lo vas a agradecer tú a nosotras - sonrió su hermana.
-Sí. Vamos a ver que tenéis que hacer.
-Darwin - dijo Layla.
-¿La teoría de la evolución? - supuso Daren.
Las dos afirmaron con la cabeza.
El chico empezó a hablar bajo la atenta mirada de ellas y al final los tres se enzarzaron en una interesante y divertida discusión que se alargó más de una hora y media y en la que los tres terminaron llorando de risa con un comentario de Cath.
Daren se levantó a por agua mientras ellas dos intentaban acabar de calmarse.
-¿Te quedas a cenar Layla? - preguntó desde la cocina.
-¡Sí! - exclamó Cath.
Layla miró a su compañera que le mostraba una radiante sonrisa y luego a Daren que la miraba mientras colocaba unos vasos sobre la barra.
-Tendré que llamar a casa - sonrió ella.
Él afirmó con la cabeza y Cath la abrazó.
-¡Genial! - exclamó.
-Espero que después de las expectativas que te he causado no me pongan ninguna pega - comentó Layla cuando la chica la soltó.
Daren dejó una jarra de agua y dos vasos sobre la mesa.
-¿Me pasas la chaqueta, Daren? - le dijo Layla.
El chico le dio la prenda de ropa que estaba colgada en el respaldo de la silla donde había estado sentado. Layla rebuscó en los bolsillos y marcó un teléfono en su móvil. Mientras Cath, puso agua en los vasos y bebió de uno de ellos.
La madre de Layla no puso ninguna objeción a la chica si luego la acercaban a casa, cosa que los dos hermanos hubiesen hecho aunque la chica se hubiese ido a plena luz y con un día radiante.
-Ya que ha costado tan poco convencerla otro día podemos preguntarle si te puedes quedar a dormir - comentó Cath.
-¿Qué vais a querer cenar? - les preguntó Daren entonces.
-Cualquier cosa - se apresuró a decir Layla.
-Podrías preparar unos sándwiches de esos que nos hacíamos de madrugada a escondidas - recordó Cath –. Estaban buenísimos.
-Creo que la tensión de que nos pillasen podía tener algo que ver con que nos gustasen tanto, pero vamos a probar - dijo él dirigiéndose hacia la cocina -. Por cierto, tendrías que llamar a mamá antes de que sea más tarde, que luego se nos olvida y se enfada - añadió mirando a Cath.
-¿Tienes el móvil por aquí? - le preguntó ella.
-Lo dejé cargando en el despacho ¿Dónde está el tuyo?
-Está arriba…- resopló Cath levantándose.
-Llama con el mío - le ofreció Layla.
-Voy a por el mío, no te preocupes. Tengo por delante un mínimo de diez minutos de charla y te costaría una pasta – sonrió a la chica.
Cath se dirigió hacia las escaleras y Layla se levantó y se acercó a la cocina.
-¿Te ayudo? - le preguntó a Daren.
-Si quieres - sonrió él.
La chica abrió el paquete de pan de molde que Daren había dejado en la superficie de trabajo y puso una rebanada en cada uno de los tres platos.
-Me encanta la relación que tenéis Cath y tú - comentó rompiendo el silencio que se había creado entre ambos.
-Es fácil llevarse bien con ella.
-Sí, es cierto - admitió Layla -. Pero también parece fácil llevarse bien contigo, ¿no?
Daren la miró sonriendo.
-Bueno…no lo sé. Eso debería decírtelo ella, aunque… tú ahora también podrías opinar…
Se apoyó en la encimera con los brazos cruzados esperando una respuesta. Su expresión era divertida y expectante. Le interesaba saber lo que la chica opinaba de él.
Layla se apoyó en la encimera junto a él. Sus brazos volvieron a rozarse como en su primer encuentro y Daren se tensó de inmediato mirándola con unos ojos demasiado feroces para pertenecer a una persona normal. Luchó contra su impulso de besarla y se adelantó hasta el fregadero dónde se apoyó e intentó tranquilizar su respiración.
-¿Qué te ocurre, Daren? - se preocupó ella al verlo reaccionar de aquella forma. Se acercó a él y le puso una mano en la espalda.
Daren empezó a temblar al sentir el calor de su palma atravesar el algodón de su camiseta. Aquello era demasiado para poder aguantarlo. Layla no debía ser consciente de los sentimientos que producía en él porque era imposible que deseara torturar a una persona de aquella manera.
-Estoy a punto de cometer una locura - murmuró con una voz desconocida.
Layla apartó la mano y se alejó un paso. Daren se estremeció y dejó de temblar.
-Voy a buscar a Cath - dijo algo asustada sin dejar de mirarlo.
-Espera - suplicó él. Se incorporó un poco y abrió los ojos -. Ya estoy mejor.
-¿Estás seguro? - le tembló levemente la voz pero no se movió del sitio.
-Sí. Dame un segundo.
Ella se quedó en silencio y él se volvió poco a poco. Estaba pálido.
-No tienes buen aspecto.
-Lo sé. Pero se me pasará en un rato - dijo intentando sonreír.
-¿Te has mareado?
-Me ocurre a veces – explicó -. Es como si tuviese una bajada de algo.
-¿No has pensado en ir al médico? - le preguntó entornando los ojos.
-Tendré que acabar yendo.
Daren volvió a la encimera para seguir preparando la cena. Creía poder soportar que Layla estuviese allí, pero de lo que no estaba seguro era de lo que ocurriría si ella volvía a tocarlo.
-Esto…¿Las ganas de cometer una locura también se te han pasado?
-Lo has oído - sonrió él negando con la cabeza.
-Bueno… ha sido sutil pero no lo suficiente - también se acercó a la encimera.
Layla puso un poco de la pechuga asada que Daren estaba cortando en cada pan.
-Sé que al final la acabaré cometiendo - admitió el chico separándose un poco de ella.
-Espero que no estemos hablando de suicidio o algo así.
-No, creo que no - volvió a sonreír.
-¿Sabes? - sostenía un trozo del fiambre con dos dedos y miraba al chico. Él también la miró -. Me has asustado por un momento.
-No era mi intención, Layla.
-No importa, ya sé que no era tú intención.
Cath apareció por el comedor colgada aún del móvil. Su expresión era de un tremendo sopor. Daren y Layla la miraron y Cath le hizo un gesto al chico para pasarle el teléfono al que él contestó con una negación rotunda de cabeza. Se alejó de nuevo de ellos dirigiéndose al salón.
-Espero que hoy cómo estás tú aquí no se ponga de tan mal humor - comentó Daren.
-¿Por qué?
-Mis padres se enfadaron cuando Cath decidió venirse conmigo y aún están algo tirantes con ella.
-¿Por qué quisiste venir a Whitefish?
-Es…- Daren buscó las palabras- … complicado de explicar.
-No es necesario que lo hagas si no quieres.
-Pensaré como hacerlo y algún día te lo explicaré.
-Muy bien - sonrió ella -. Estaré esperando.
-¿Qué estarás esperando? - preguntó intrigada Cath que por fin había conseguido colgar a su madre y se había puesto de rodillas en un taburete.
-Que tu hermano me explique porque decidió venirse a Whitefish.
Cath miró a Daren sonriendo.
-¿No estás un poco pálido? - se percató entonces.
-Está mucho mejor que hace un momento.
Cath miró a Layla y luego volvió a mirar a su hermano sin disimular  su desconcierto.
-Me he mareado un poco, pero ya estoy bien - dijo él. Cath no pareció complacida con la explicación del chico pero no dijo nada -.  ¿Qué os parece si comemos en la mesa baja del salón sentados en la alfombra? - propuso luego cambiando de tema.
-A mí me parece bien.
Layla intentó comprender el silencio de Cath.
-Estoy bien, Cath - El chico se acercó a la barra donde su hermana estaba apoyada desde el otro lado y le besó la frente  -. Y ahora espabila que tenemos invitados.
-Voy a despejar la mesa - dijo ella entonces.
El resto de la velada transcurrió con normalidad aunque Daren estuvo pendiente en todo momento de no estar muy cerca de Layla. Por otro lado, la chica y Cath, ajenas a sus extraños sentimientos, no dejaron de hablar y reír como si su amistad no fuese cosa de tres días, sino de muchos años
Cuando Layla miró la hora en el reloj de muñeca de Daren después de un buen rato de charla se sorprendió por lo rápido que había pasado el tiempo.
-¡Ya son las nueve y media! – exclamó -. Os ayudo a recoger esto y me acercáis a casa, ¿vale? - se levantó.
-¡No! - negó Cath cogiéndole el plato y el vaso de las manos.
Layla la miró.
-Luego lo recogeremos nosotros - dijo Daren también levantándose -. Ahora vamos a llevarte a casa.
-Está bien.
Layla recogió sus cosas y luego los tres se pusieron sus chaquetas y se dirigieron al garaje.
-El viernes que no hay clases por la tarde puedes volver a venirte y avanzamos un poco más - comentó Cath en cuanto se subieron al coche volviéndose hacia atrás.
-Me parece bien porque el sábado me va a tocar trabajar - dijo Layla.
-Creo que te va a tocar por nuestra culpa - agregó Daren encendiendo el motor.
-¿Es aquí a dónde vienen?
-Sí - asintió Cath.
-Poneos los cinturones - les advirtió Daren mientras la puerta automática se abría.
Ellas dos obedecieron.
La tormenta no parecía dispuesta a dar una tregua en toda la noche. El limpiaparabrisas del coche iba con la velocidad más rápida y aun así parecía no dar abasto con tanta agua. Los tres iban callados mirando hacia delante lo poco que se veía de la carretera, hasta que pararon frente a la casa de la chica que estaba a una manzana del centro de jardinería, en una de las calles que cruzaban la vía principal.
-Gracias por traerme - dijo Layla desabrochándose el cinturón.
-Te vas a poner empapada - comentó Cath.
-Doy una carrera y listo - sonrió.
-Si te tienen que llevar mañana podemos pasar a buscarte nosotros - le propuso Cath.
-Creo que dispondré de la furgoneta, pero gracias de todas formas.
-Escríbeme al móvil si quieres que algún día pasemos, en serio que no nos cuesta nada - insistió.
-Lo sé. Buenas noches - sonrió a Cath y miró por el retrovisor a Daren.
-Buenas noches - le contestaron los dos hermanos.
En cuanto Layla entró en casa y se volvió para despedirse de ellos con la mano Daren puso el coche en marcha y se alejaron.
Cath no tardó ni un segundo en atacar.
-¿Qué te ha pasado en la cocina? - le preguntó seria al chico -. ¿Has tenido una visión de esas?
-No. He tenido que contener el impulso más fuerte que he sentido en mi vida y para serte sincero todavía no sé cómo lo he hecho - admitió él.
-¿A qué te refieres? - dijo ella asombrada.
-A lo que estás pensando.
-¡Layla! - exclamó.
-No sé si podré resistirlo la próxima vez, Cath - musitó él nervioso.- Quizá sea mejor que no me acerque más a ella.
-¡Qué estás diciendo, Daren! ¿Tan malo es que te sientas atraído por Layla? - se exasperó sin entender nada.
-He soñado que le hacía daño.
-Olvídate de tu sueño - se enfadó -. ¿Tú crees que serías capaz de hacerle daño?
-He deseado besarla de una manera que no era humana.
-¡Dios Daren, estás colado por esa chica! Es normal que desees besarla.
Daren puso un intermitente y paró a un lado de la carretera con las luces de emergencia. El aguacero que estaba cayendo en aquellos momentos era tremendo.
-No es una atracción normal, Cath - se le encaró.
-¿Has estado enamorado alguna vez? - le preguntó ella sin amedrentarse y también gritando -. Porque yo creo que Genna nunca fue algo importante… - añadió. Daren no dijo nada -. ¿Estás asustado por qué tienes miedo de hacerle daño o por qué tienes miedo de que ella te lo haga a ti? - le preguntó luego más calmada.
-Soportaría mi dolor pero no el de ella...
-Eso que estás diciendo es lo más grande que un hombre podría decirle a una mujer…- Cath le cogió una mano.
-Layla me quema cuando me toca.
-¿Te quema? - se extrañó.
-Literalmente, me quema - asintió Daren -. Me causa dolor físico y mi cuerpo reacciona queriendo protegerse, queriendo atacarla o algo así. Es como si la desease y la odiase a la vez - le apretó la mano levemente y el tormento en sus ojos se hizo casi palpable -. No obstante, el deseo de besarla y quererla cerca siempre es más fuerte.
-Pues quédate con eso, Daren. Jamás le harás daño si tu… amor por ella es más fuerte que todo lo demás que puedas sentir o soñar.
-Mi amor…- murmuró él sarcástico.
-Si imperase el deseo la hubieses besado y a la mierda con todo lo demás - le gritó Cath que se había vuelto a enfadar con el último comentario de su hermano -. En cambio te has contenido y has pensado en lo mejor para ella. Si eso no es amor no sé que puede ser.
Daren se sintió reconfortado con las palabras de su hermana.
-¿Quién se supone que es el mayor de los dos? - bromeó después de un largo silencio.
-Tú. Pero estás bajo demasiada presión últimamente y no ves las cosas con tanta claridad - sonrió ella.
-Mejor volvemos a casa, ¿no?
-Sí - asintió mirándolo.
Retomaron el camino de vuelta con extrema precaución porque había llegado un punto en el que la visión era prácticamente nula por el agua, y cuando llegaron a casa Cath se duchó mientras Daren recogió la mesa y la cocina.
Luego el chico lo cerró todo y subió a su cuarto.
-¿Puedo entrar ya, Cath? - preguntó mientras se quitaba la camiseta y la lanzaba sobre la cama.
-Sí – contestó ella desde el baño haciéndose oír por encima del secador.
Daren entró con el pijama en las manos. Ambos se miraron y se sonrieron a través del espejo.
-¿De qué te ríes? - preguntó Cath cuando terminó de secarse el pelo.
-De tus indomables rizos.
-Les tengo mucho cariño pero a veces consiguen sacarme de mis casillas.
-Eres guapísima, Cath.
-Creo que le tengo un poco de envidia a Layla…- comentó ella volviéndose.
-¿Por el pelo? - bromeó él sin entender a lo que su hermana se refería.
-Porque aunque ella no lo sepa tiene en ti a una persona que la quiere de una forma especial.
-No soy tan especial, Cath - sonrió.
-Deja que sea una chica la que opine sobre eso.  
Se volvió hacia el espejo y empezó a recoger sus cosas. Daren le rodeó la cintura con un abrazo y apoyó la barbilla en su cabeza. Cath lo miró a través del cristal.
-Quizá haya alguien suspirando por ti del mismo modo que yo suspiro por Layla…- le dijo sonriendo.
-Si te refieres a Simon es culo veo, culo quiero, así que no hablemos más - le dijo divertida y zanjando la conversación
Después de unas risas y de que su hermana saliese del baño Daren se duchó.


Cuando por la mañana el chico se levantó con el sonido de la alarma casi no podía creerse que hubiese dormido la noche entera de un tirón.
-¡Entro primera al baño! - le gritó Cath desde su cuarto.
-Pues cómo siempre  - sonrió él.
-Pues cómo tiene que ser.
-Pues no se hable más.
Daren la oyó reír. Bajó a preparar unos cafés y de paso encendió su portátil que estaba en la mesa del comedor junto al de su hermana tal y como los habían dejado la noche antes.
Tenía un correo nuevo. Sonrió al ver a la inesperada remitente y lo abrió.

Pensé que la locura era que me ibas a morder o algo así. Gracias por dejarme el ordenador y por la cena.     LAYLA.

El chico dejó la taza a un lado y se puso a escribir.

No estés tan segura de que no pueda hacerlo. Es un placer tenerte en casa.    DAREN.

Envió el mensaje y luego se acabó el café y volvió a subir.
-¿Has hecho café? - le preguntó su hermana que se cruzó con él en el pasillo.
-Pues cómo siempre - bromeó él.
Cath le echó una ojeada a su brazo.
-Esto no podría ser un milagro o algo así - le dijo entonces.
-Dejemos las intervenciones divinas y espabilemos.
-Por cierto… - se volvió cuando empezaba a bajar -. ¿Cómo has dormido esta noche?
-De un tirón. Pensé que nunca más iba a poder hacerlo.
-Eso es el amor - sonrió  reanudando la marcha.
Daren se arregló en unos minutos y cuando bajó, Cath se colocaba la chaqueta.
El día había amanecido especialmente despejado después de toda la noche de tormenta y cuando llegaron al instituto corría un aire frío como el hielo.
-Cuando llegue el invierno me voy a congelar - comentó Cath al abrir la puerta del coche.
-El frío te curte la piel - le dijo él burlón.
-Vete a la mierda, Daren - rió.
-Voy a ir a comprar algunas cosas. ¿Tú necesitas algo?
-Más ropa de abrigo… - estaba casi tiritando.
-Para eso tienes que venir tú. Si quieres podemos acercarnos a Kalispell algún día.
-Entonces compra vendas y gasas y todo eso a lo que te has vuelto adepto.
-Muy graciosa…
-Nos vemos por la tarde - salió del coche y cerró la puerta. Después cogió la mochila de detrás y se asomó por la ventanilla que él había bajado -. Pórtate bien.
-Descuida.
Layla que llegaba en aquel momento les pitó y aparcó junto a ellos. Enseguida bajó de la furgoneta y se acercó a Cath.
-Buenos días  – la saludó.
-Buenos días, Layla.
También se agachó junto a la ventanilla.
-Buenos días, Daren.
-Hola Layla - sonrió él.
Cath volvió a agacharse junto a Layla. Las dos miraban a Daren.
-Podrías comprar algo y que Layla se quede a cenar mañana… - propuso.
-No tenéis que invitarme a comer cada vez que quedemos para hacer un trabajo…
-No tenemos pero queremos - le sonrió Cath.
-Está bien -  contestó ella también sonriendo.
-Podemos hacer un festival mejicano o algo así, pero… sin mucho picante – planteó mirando de nuevo a su hermano.
-Con no poner mucho chile ya está. ¿A ti te apetece, Layla?
-No pienso discutir lo que decidáis - le dijo ella.
-Entonces compra tortitas, nachos y … ¿tequila?
Los tres rieron.
-No te preocupes sé lo que tengo que comprar.
-Por supuesto – sonrió con picardía Cath -. Vas a cocinar tú.
-Es verdad, que con mi faceta de chef resulto muy atractivo, ¿no? - bromeó Daren recordando su comentario de días atrás.
-Eres atractivo sin necesidad de ninguna faceta - comentó Layla.- ¿Puedes preguntárselo a Susan?
Cath y Daren la miraron sorprendidos.
-Ahora es cuando decidís que es hora de marchaos porque llegáis tarde - les dijo él después de un silencio.
-Sí…- se espabiló Layla siendo consciente de lo que acababa de decir y sonrojándose levemente -. Creo que será lo mejor.
-Hasta luego - se despidió él.
-Adiós - contestaron ambas incorporándose y echando a andar.
Daren las observó alejarse y luego sonriendo puso el coche en marcha y salió del instituto.
Cath y Layla caminaron unos pasos en silencio.
-Dime que el comentario sobre el atractivo de tu hermano no llevaba ningún mensaje subliminal - comentó la segunda con una mueca de esperanza en el rostro antes de acercarse al grupo que las esperaba en la puerta.
-Bueno… ¿quieres que te sea sincera?
-Mejor no - suspiró Layla -. No voy a poder mirar a Daren a la cara en mucho tiempo.
-Podía haber sido peor - la intentó animar Cath.
-Cambiemos de tema porque ahora para colmo Susan me preguntará para mosquear a Kevin y todo eso que ya sabes…
-¿Crees que acabaran juntos otra vez?
-Cosas más raras se han visto - sonrió Layla.
-Buenos días, chicas - las saludó Simon.
-Hola - contestaron ellas sin mucho ímpetu.
-Vaya, estáis frías cómo el día, ¿no? - bromeó Greg.
-¿No fue bien la tarde?
Ante la última pregunta, que fue de Susan, las dos chicas se miraron.
-La tarde fue genial Susan - sonrió Layla –. Estuvimos de marcha con Darwin y su teoría de la evolución.
Los demás del grupo rieron.
-No me refería a …
-Sé a lo que te referías - asintió Layla -. Pero… no creo que sea del interés de todos los presentes - miró de soslayo a Kevin. Él le sonrió como muestra de agradecimiento.
-Vayamos entrando chicos, todavía no estoy acostumbrada a este frío y me estoy quedando congelada - propuso Cath.
-Sí, vayamos dentro - sonrió Simon mirándola.
Layla y Cath pasaron las dos primeras horas sentadas una junto a otra. Estaban dando las grandes obras de la literatura universal y como trabajo el profesor  les mandó leer diferentes libros para luego hacer exposiciones de ellos en clase antes de Navidad, a Cath le tocó Crimen y Castigo de Dostoievski y a Layla Guerra y Paz de Tolstoi.
Ambas salieron del aula comentando con Simon la clase y se dirigieron hacia el comedor. Sólo Kevin estaba allí cuando llegaron.
-¿Te han echado de clase? - bromeó Layla sentándose junto a él con su bandeja.
-Nos han dejado salir cinco minutos antes - sonrió.
-Eso está bien, todos los profes deberían considerar esa opción - dijo Cath.
Kevin la miró y todos rieron. Luego el chico se volvió de nuevo hacia Layla.
-Quería agradecerte lo de antes.
-No me agradezcas nada. Me pone enferma cuando se comporta de esa forma.
-Me la tiene jurada…
-Pues lo que deberías hacer es olvidarte ya de ella.
-Es difícil cuando la ves todos los días.
-Lo sé, perdona - se exasperó Layla.
Susan entró en aquellos momentos con Greg y Amanda. Layla la miró, era algo más alta que ella y muy atractiva. Cath también se volvió hacia la entrada.
-Sabe que es guapa y juega con ventaja…- comentó Simon.
-No todo es un buen cuerpo - dijo Layla volviéndose hacia su bandeja y cogiendo una manzana.- De que le sirve tanto atractivo si luego tiene menos sensibilidad que Chuck Norris.
Los cuatro que estaban en la mesa se echaron a reír a carcajada limpia de forma incontrolada.
-¿De quién ha sido el chiste? - preguntó Amanda que sólo se había cogido un zumo y fue la primera en unirse a ellos.
-Ha sido de Layla pero es que ha sido tremendo - le contestó Simon sin poder dejar de reírse.
-Venga, parad ya - les dijo Cath que veía a Susan acercarse, aunque ella misma era incapaz de contenerse.
Cuando Greg y la chica se sentaban todavía no habían logrado calmarse del todo.
-¿De qué os reís? - preguntó Susan.
-De Layla, que se ha atragantado - mintió Cath mirando a la chica. Ésta le sonrió.


Daren aparcó en la misma plaza que por la mañana, que seguía libre junto a la Ford de Layla. Bajó del coche y se apoyó en éste mirando hacia el edificio. En algunas clases empezaba a haber movimiento aunque no hubiese sonado el timbre. Entonces notó que la imagen que tenía ante él se difuminaba y se encontraba en un nuevo escenario. Era una explanada junto a la carretera iluminada por la luz de la luna. Había un coche parado en la cuneta con una pareja besándose en su interior. Daren miró en derredor buscando algo fuera de lo normal. Alguien cruzaba el claro saliendo desde el bosque. El chico saltó de aquella forma tan felina a la que se estaba empezando a acostumbrar y cortó el paso de su nuevo enemigo. El hombre se detuvo en seco y se quedó clavado en el sitio con pose amenazante. Daren oyó un grito que provenía del coche y se giró. Había alguien más en la escena.
Se agachó para tomar aire en el mismo momento en que Cath y Layla se detenían junto a él.
-¿Qué pasa Daren? - exclamó su hermana.
Las dos se habían agachado dejando sus mochilas en el suelo.
-Estoy bien, estoy bien…- murmuró él levantando un poco la cabeza para mirarlas.
-Vuelves a estar pálido - comentó Layla.
Algunos alumnos que se habían percatado de lo que ocurría miraban la escena con interés.
-Tendrás que conducir tú, Cath.
-No te preocupes - dijo ella. Luego él hizo ademán de incorporarse -. Levántate despacio no sea que te marees.
Instintivamente Cath y Layla le cogieron un brazo cada una. En ese preciso momento, Daren sintió un nuevo arrebato y se volvió hacia Layla. La chica reconoció la misma mirada que la noche anterior pero no lo soltó. Daren se puso a temblar y cerró los ojos intentando quitársela  de la cabeza. Se levantó lentamente ayudado por ambas y se apoyó de nuevo en el coche.
Layla lo soltó para abrir la puerta delantera del vehículo y Daren se relajó.
-¿Estás mejor? - preguntó su hermana.
Daren abrió los ojos y la miró.
-Sí – asintió -. Me parece que la que está temblando ahora eres tú - le sonrió.
Layla los miró a ambos.
-¿Podrás conducir, Cath? – se preocupó.
-Creo que sí.
-Gracias, Layla - sonrió el chico.
-En serio Daren, deberías ir al médico - sugirió ella con notable inquietud en la voz.
Él afirmó con la cabeza y entró al coche. Layla cerró la puerta y se agachó junto a la ventana. Daren bajó el vidrio mientras Cath recogía sus cosas y se sentaba en la plaza del conductor.
-¿Queréis que os siga?
-Tranquila. Todo está en orden. Ahora ya podría conducir y todo - sonrió él.
-Mejor no lo hagas, ¿vale?
-No lo permitiría, puedes estar segura - dijo Cath colocándose el asiento y los retrovisores.
-Os llamo en un rato.
Layla se levantó y se apartó para que el Dodge pudiese salir.
Cath suspiró cuando estuvieron solos.
-¿Qué te ha pasado esta vez?
-He tenido una nueva visión - le dijo él.
Ella ahogó un sollozo y se concentró en la conducción.
-¿Cuándo? - preguntó ansiosa.
-No lo sé, pero supongo que pronto.
No volvieron a hablar en lo que restó de trayecto.
Cuando Cath aparcó el coche en el garaje y se quitó el cinturón se volvió hacia Daren. Su expresión era la viva imagen de la palabra tormento.
-No soportaría que te pasase algo.
-No me va a pasar nada - le tomó el rostro y le besó la frente -. Tengo mucho que perder y no voy a permitirlo.
-Ojalá pudiese creerte.
-No pienses más en ello, por favor - le suplicó -. Cuando te veo triste me pongo de mal humor.
-Pues no hagas cosas que me pongan triste - le reprochó ella.
Daren sonrió y un móvil empezó a sonar en el asiento trasero. Cath cogió su mochila y lo sacó de un bolsillo.
-Hola Layla.
-¿Estáis en casa ya?
-Sí - contestó mirando al chico -. Acabamos de aparcar, aún estamos en el garaje.
-¿Cómo está Daren?
-Bien, no te preocupes, ya está poniéndome de mal humor y todo.
-Os dejo entonces - rió.
-Gracias por llamar, Layla.
-No se merecen.
Ambas cortaron la comunicación. Los dos hermanos se miraron un momento en silencio sintiéndose afortunados de que él otro estuviese allí.
-Nos has dado un buen susto… - murmuró ella.
-Lo sé.
-Layla va a pensar que estás hecho polvo.
-Quizá eso sería lo más fácil. - Se encogió de hombros.
-Pero no lo correcto - sonrió Cath abriendo su puerta y saliendo.


No ocurrió nada aquella noche aunque Daren no durmió casi nada esperando que así fuese. Se pasó las horas preguntándose cómo iba a enfrentarse a dos enemigos a la vez e intentando urdir un plan para ello.
Sobre las cinco de la mañana se acordó de Layla y decidió dejar sus maquinaciones y consultar si tenía algún e-mail.
La chica le había contestado a las diez de la noche.

Si me vas a mirar muchas veces como los dos últimos días voy a plantearme seriamente si eres tan humano cómo pareces.   LAYLA.

Daren se preguntó hasta cuándo podría ocultarle a la chica que realmente ella tenía algo de razón.

Sólo quiero que sepas que hay opiniones que me importan mucho más que las de… ¿Susan?. Tanto si se refieren a mi atractivo como si dudan de mi naturaleza.     DAREN.

Por la mañana Daren acercó de nuevo a Cath al instituto. La primera semana de clases de la chica llegaba a su fin y el balance había sido realmente positivo. Ella se encontraba muy integrada entre sus nuevos compañeros y Daren era feliz sólo con verla. Ese día tenía gimnasia y llevaba una bolsa de deportes además de la mochila.
-Tienes unas ojeras espectaculares - observó la chica cuando él detenía el coche junto al de Layla.
-No he dormido bien… pero no porque haya tenido ninguna visión ni ningún malestar ni nada por el estilo. Simplemente porque no podía conciliar el sueño.
-Claro, dormiste de un tirón ayer y ahora no te toca ya hasta dentro de tres o cuatro días, ¿no?
-Supongo que sí – se encogió de hombros él.
Se bajaron y se acercaron a Layla que los esperaba también con dos bolsas.
-A ti te vendría bien una clase de gimnasia con nosotras - bromeó ella dirigiendo sus palabras al chico -. Tienes unas ojeras terribles.
-Lo sé - admitió sonriendo -. Pero quizá tendría que plantearme lo de la gimnasia. ¿Tú crees que me dejarían matricularme sólo en esa asignatura?
Las dos chicas rieron.
-Por lo menos está igual de payaso que siempre - comentó luego Cath poniendo los ojos en blanco.
Susan aparcó el coche junto al de Layla y les saludó con la mano. Luego se bajó y se acercó a ellos. Aquel día estaba realmente arrebatadora. Llevaba unos vaqueros ajustados y la perfecta melena, rubia y lisa, suelta.
-Buenos días - los saludó con una impecable sonrisa dibujada en el rostro.
-Hola - contestaron Cath y Daren.
Layla la observó expectante con una mano apoyada en la cintura. Daren desvió su vista hacia ella y sonrió al verla con aquella pose tan divertida. Layla no se percató de ello pero estaba acaparando toda su atención.
-Daren… te voy a presentar a Susan - dijo Cath muy despacio al cabo de unos segundos mirando a su hermano y a Layla.
-Encantada de conocerte, Daren - lo saludó ella acercándose al chico  más de lo necesario para tenderle una mano.
-Igualmente…Susan - murmuró Daren correspondiendo al saludo. Inmediatamente después su mirada se volvió de nuevo hacia Layla que sonreía y afirmaba con la cabeza.
Cath también se volvió hacia ella y se encogió de hombros.
-Cath habla mucho de ti. - Susan miró directamente al chico.
-Espero que para bien.
-Ten por seguro que sí – sonrió -. ¿Esto… le habéis comentado algo de lo del próximo fin de semana? - comentó luego -. Podrías venir con nosotros...
Daren interrogó a su hermana con la mirada.
-No sabía que ya habíamos quedado en algo seguro…- dijo ella.
-Ayer hablaron de ir a Kalispell el sábado por la noche.
-No lo sabía.
-¿Tú tampoco, Layla? - preguntó Susan mirando a la chica.
Daren esperó con curiosidad su respuesta. Le parecía que había cierta tensión entre ambas. Layla le pareció más guapa que nunca con aquella mirada expectante.
-No - dijo al fin -. Yo tampoco lo sabía.
-Pues hoy lo acabamos de hablar porque yo pensaba que sí.
-Bueno, será mejor que vayamos entrando - propuso Cath mirando a la estatua de Layla e intentando acabar con aquella incómoda situación.
-Yo vengo por la tarde a buscarte. Hasta luego a todas – se despidió Daren, y aprovechando que tenía que bordear el coche para ir hasta su plaza se acercó a Layla un poco -. Despierta - le susurró inclinándose levemente hacia ella.
Ella se volvió hacia él sobresaltada y sonrió.

Cath y Layla no coincidieron hasta la última hora de la mañana de camino a la clase de gimnasia.
-Que pesadez de día - comentó la primera.
-A mí también se me ha hecho muy largo.
Entraron a los vestuarios con Amanda, que también se había unido a ellas en las escaleras, y dejaron las cosas en el mismo taburete largo de madera. Ya había chicas cambiadas y otras que lo hacían.
Layla se sentó para desatarse las zapatillas y la puerta volvió a abrirse.
-¡Hola! - las saludaron Susan y Sarah.
Su majestuosidad invadió todo el vestuario en el mismo momento en que puso un pie dentro. Layla la miró de soslayo y Cath miró a Layla.
La recién llegada colocó sus cosas junto a las de Layla que a su vez estaba junto a Cath y se sentó para desabrocharse las botas.
-Daren me ha perecido encantador - comentó decidida a dirigir la conversación hacia el tema que le interesaba -. Además de guapísimo.
Cath que se estaba quitando los vaqueros se quedó parada mirándola. Creía percibir un interés más allá del placer de hacerle daño a Kevin.
-Es cuestión de genes - dijo Amanda  –. No ves lo guapa que es Cath.
-Gracias - sonrió la aludida mirándola.
-A ver si lo convences para que el sábado se venga de fiesta.
Cath miró a Layla que se había levantado y se estaba poniendo los pantalones del chándal. No había abierto la boca todavía pero no parecía molesta por lo que se estaba comentando.
-¿Le has dicho algo? - preguntó Sarah.
Cath se dio cuenta de que estaba preguntándoselo a ella.
-No, no le he dicho nada - sonrió acabando de desnudarse.
Susan se levantó y empezó a quitarse la ropa también.
-Pues díselo. Podría ser interesante que viniese…- comentó pícara.
-Pero… ¿cuántos años tiene? - preguntó Sarah.
-Veintiuno - contestó Cath.
Layla había terminado de vestirse y se estaba recogiendo una coleta delante de uno de los espejos. Cath volvió a mirarla a través del cristal y la chica percatándose de ello le sonrió.
-Tiene la edad ideal - dijo Susan, que seguía con lo suyo -. No es un crio y no es mayor para nosotras.
Esta vez Layla cambió su expresión. Se quedó parada con los brazos en alto y con la goma del pelo a medio poner.
 -Vaya Cath, parece que a Susan le gusta tu hermano - sonrió Sarah.
-Es que tú no lo has olido…- suspiró la otra.
Layla dejó su tarea y salió del vestuario con el pelo sin recoger de forma repentina. Todas la miraron y Cath se apresuró en ponerse la camiseta para salir tras ella.
-¿Qué le pasa? - se preocupó Amanda.
-Tiene el día muy raro - comentó Susan.
Layla se había sentado en un banco del pasillo con las piernas recogidas con los brazos y la cabeza apoyada en las rodillas.
Cath se sentó junto a ella.
-¿Estás bien, Layla?
La chica volvió la cabeza para mirarla y sonrió.
-Sí, no te preocupes. Es que Susan me pone un poco nerviosa a veces.
-Menos mal que Kevin no estaba delante, ¿no?
-Lo mismo hubiésemos conseguido que abriese los ojos de una vez por todas…
-Tienes razón - asintió Cath.
Después de un breve silencio Layla comentó:
-Susan va a ir a por todas con Daren. Como el sábado se venga a Kalispell ya puede prepararse para un ataque frontal en toda regla.
Cath rió despreocupadamente.
-Daren sabe defenderse bastante bien - dijo luego.
-Mira que las armas de seducción de Susan tienen pinta de ser muy peligrosas…- bromeó su compañera.
-Ya pero… no son las armas de seducción que le van a mi hermano - sonrió.
-Si tú lo dices…- se encogió de hombros.
-Es porque lo sé.
La puerta de los vestuarios se abrió y Amanda se asomó por ella.
-¡Chicas! - las llamó con apremio -. El profe ya está en el gimnasio.
Las dos compañeras se levantaron y corrieron hacia ella.