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martes, 5 de abril de 2011

Nueva estación, nuevo adelanto y, en breve, nueva encuesta y cambio de playlist...


Hola!!!

Ya estoy de vuelta con la primavera, el polen, las alergias... Pero también con las temperaturas más agradables y los días más largos, cosa que se agradece (por lo menos en mí caso).
Os tengo que informar que uno de los resultados que han quedado más votados en la encuesta, es la opción que había elegido para mi próxima historia. Así que estoy muy contenta de haber dado en el clavo!!!
No obstante, aunque hay unas pequeñas pinceladas y algunas notas corriendo por mi ordenador, estoy centrada por completo en Vida. El libro va avanzando, más despacio de lo que esperaba, pero cerrando situaciones que debían producirse. Esperáis alguna en especial???
Estoy pensando alguna encuesta para pedir de nuevo vuestras opiniones y que participéis en el blog. Si puedo la colgaré hoy mismo, pero si no os avisaría en cuanto estuviese.

Como siempre, espero vuestra participación y vuestros comentarios.
A continuación os adelanto alguna frasecilla de Vida y os dejo un nuevo capítulo de Aliento.




Adelanto de Vida (no apto si no habéis leído antes Aliento y Corazón):


El hombre sonrió mirándola y ella evitó sus ojos al volverse para caminar hacia el mostrador. Cortó las finas cuerdas que sujetaban los dos ramilletes y empezó a colocar las flores intercalando algunas hojas verdes. Cuando anudaba el nuevo ramo, el chico se acercó al mostrador.
-Su madre se parece mucho a usted – comentó entonces.
Layla levantó los ojos hacia él y luego los desvió hacia su madre.
-Ella es más guapa que yo -  manifestó sonriendo.
-Si tuviese más confianza con usted le discutiría esa afirmación tan rotunda que acaba de expresar.




Capítulo 4 de Aliento:

 LAYLA

“Ten cuidado con tus sueños: son la sirena de las almas. Ella canta. Nos llama. La seguimos y jamás retornamos. ”

Gustave Flaubert (escritor francés)


Lo que quedó del fin de semana lo pasaron sin salir y acabando de arreglarlo todo. La casa por fin había alcanzado una temperatura excelente y los chicos casi podían ir con manga corta en su interior. La calefacción ahora sólo tendría que mantenerse y con la ayuda de la chimenea  no supondría mucho gasto.
El domingo por la noche, después de ducharse y de ver un rato la televisión sentados en una alfombra que habían puesto frente a ésta, se aseguraron de tener bien cerrada la entrada principal y la salida de la cocina a la terraza y se fueron a la cama. Se cepillaron juntos los dientes en el baño que unía las habitaciones y luego cada uno se fue a su cuarto.
Daren se metió en la cama y se tensó al pensar en la niña del camisón. La noche anterior no había vuelto a soñar con ella pero estaba seguro de que sería cuestión de días el volver a verla. Por otro lado, estaban la chica del centro de jardinería, que le había erizado el pelo por dos motivos infinitamente diferentes cómo eran el deseo y el rechazo; y el indio Flathead que había conseguido inquietarlo con su minucioso estudio.
Se durmió pensando un poco en todo  pero cuando despertó sobresaltado supo que lo que estaba pasando en su cabeza no era muy normal. Se vio corriendo entre un espeso bosque y de repente apareciendo en una carretera. Era de noche  y un coche se dirigía hacia él con las luces de niebla puestas. Volvía a estar descalzo y a no notar el frío, así que supuso que estaba teniendo una visión. De repente el coche pegaba un volantazo porque algo había aparecido en medio de la carretera y se salía a la cuneta. Ese algo se acercaba entonces al vehículo del que se bajaba un joven aturdido y se lanzaba sobre él.
Daren parpadeó y volvió a la habitación. Su respiración se había agitado como la primera vez. Se levantó y se acercó a la ventana. Acababa de ver el aviso, ahora sólo le quedaba esperar cuando ocurriría en realidad.
Cogió el portátil de encima de la repisa de la ventana y se sentó en la cama a consultar su correo. Tenía varios e-mails de sus amigos a los que se dedicó a contestar.
Cuando terminó y miró la hora en la pantalla eran las cinco. Entonces volvió a dejar el ordenador en la repisa y se echó mirando el techo de la habitación. El sueño iba a vencerle de un momento a otro, aunque él intentase resistirse, así que cerró los ojos e intentó pensar en algo agradable.


A las siete de la mañana la alarma del móvil lo despertó. No había tenido pesadillas ni visiones y había conseguido descansar dos horas seguidas.
Cath picó a la puerta de su habitación desde el baño.
-Pasa - dijo él.
-Estoy nerviosa.
-Buenos días, ¿no? - sonrió Daren besándole la mejilla y colándose en el baño.
-Buenos días.
Se miró en el espejo y vio a su hermana a través de éste. La chica tenía la expresión seria.
-No seas tonta - le dijo -. Seguro que todo te va a ir genial.
-Eso espero…- suspiró -. Tienes ojeras.
-No he dormido muy bien.
-¿Pesadillas?
-Me desvelé y no cogía el sueño – explicó -. Déjame el baño cinco minutos y después es todo tuyo.
-¿Entonces preparas tú el café?
Él afirmó con la cabeza y ella salió del baño por la puerta de su habitación.


Cuando Daren detuvo el coche en los aparcamientos de la parte delantera del instituto, Cath suspiró.
El edificio frente al que se encontraban contaba con tres plantas de altura y era de cemento con las ventanas y las puertas en aluminio blanco.
Muchas de las plazas ya estaban ocupadas por los diferentes vehículos de los alumnos y había varios corrillos de chicos que dialogaban antes de entrar. Algunos de ellos se volvieron hacia los dos hermanos cuando estos se bajaron del coche.
-Deséame suerte - dijo Cath cogiendo su mochila del asiento trasero.
Daren rodeó el coche para acercarse a su hermana.
-Suerte - le sonrió guiñándole un ojo.
-Te espero a las…- consultó en un papel el horario que  le habían facilitado por e-mail - …cinco.
-No te preocupes, estaré por aquí.
La chica levantó la vista por encima del hombro de él y miró el instituto.
-Vamos allá - suspiró.
Se puso de puntillas para besar levemente la mejilla de su hermano y luego echó a andar. Daren se volvió y la estuvo mirando hasta que cruzó todo el aparcamiento y entró por una puerta. La miró a ella y también a Simon, que se había despedido de unos amigos cuando la había visto dirigirse hacia el interior del edificio para seguirla.
Luego volvió a meterse en el coche y salió del recinto del instituto. Cuando esperaba con el intermitente puesto para incorporarse a la carretera, una camioneta Ford que se dirigía hacia él le hizo luces para indicarle que le dejaba salir. Daren le hizo un gesto de agradecimiento con la mano y entonces se percató de que la conductora era la chica del invernadero. Salió poco a poco, vigilando que no viniese nadie por el otro sentido, y cuando los dos coches estuvieron uno junto al otro pero en direcciones opuestas, ambos volvieron a mirarse unos segundos.


Cath esperó en el mostrador de secretaría mientras veía pasar a sus nuevos compañeros hacia las escaleras que conducían a los pisos superiores. Algunos de éstos se volvían para mirarla e incluso la saludaban con holas o buenos días cuando se encontraban con que habían sido descubiertos.
Un chico que Cath reconoció enseguida se acercó a ella saliendo de la multitud.
-Buenos días, Cath - la saludó sonriendo -. Es maravilloso verte por aquí.
Parecía realmente encantado ante la idea de que la chica fuese a pasar bastantes horas del día en el mismo espacio que él.
-Bueno… he de confesarte que para mí también es agradable encontrar una cara conocida - dijo ella esperando no haber resultado muy efusiva.
El chico parecía encantador y bien mirado no era feo, pero lo que menos pasaba por la cabeza de Cath en aquellos momentos era la palabra novio o relación. Suficiente iba a tener con adaptarse poco a poco a su nueva vida, para encima tener que estar pendiente de alguien.
-Bueno, aquí te tenemos – dijo una mujer ojeando un expediente en una carpeta azul y acercándose al mostrador desde la sala de archivos -. Catherine Smith, ¿no?
-Sí.
-Bien. Tienes que firmarme aquí y traerme dos fotos de carnet en cuanto puedas - explicó poniendo los papeles sobre el mostrador y señalando con un bolígrafo el punto dónde ella tenía que firmar. Cath obedeció y estampó un garabato en el expediente -. Ya tienes tu horario y aquí tienes las clases - le tendió una hoja.
-Vale – Cath cogió el papel con el número de las aulas dónde se impartía cada asignatura y lo miró.
-A grandes rasgos. En esta planta tienes la cafetería y el gimnasio, en la primera están todas las aulas normales, y en la última tienes las aulas de informática, los laboratorios y la biblioteca. En la parte trasera están la pista de atletismo y la de baloncesto pero eso ahora mismo no debe preocuparte. Seguro que tus compañeros te pondrán al corriente de todo.
Cath asintió mirando a la mujer.
-Gracias - dijo.
-Esta es la llave de tu taquilla. Están todas en los pasillos del segundo piso. El número está en el llavero - le tendió una llave y la chica la cogió -. Si tienes algún problema pásate por aquí jovencita - se despidió sonriendo y guardando de nuevo los papeles.
Cuando Cath se volvió, Simon todavía estaba allí.
-¿Último curso?- le preguntó.
-Así es - suspiró.
-¿Qué clase tienes ahora?
-Esto…- miró los papeles -… Historia en el aula 3.
-Te acompaño, yo también tengo clase allí ahora.
El chico le hizo un gesto con la mano para darle paso hacia las escaleras y luego él también avanzó. Una chica de color se unió a ellos en la subida.
-Hola Simon – dijo, y luego mirando a Cath se presentó alargando una mano hacia ella -. Amanda Preston, es un placer.
-Cath Smith - sonrió ella correspondiendo al saludo.
-¿Te has mudado al pueblo?
-Sí, bueno… creo que va a ser algo temporal pero de momento aquí estoy - explicó ella.
-Está bien que venga gente nueva - sonrió.
-¡Buenos días!
Alguien que subía tras ellos los saludó y los tres se volvieron.
-Hola Layla - contestaron los nuevos compañeros de la chica al unísono.
Cath y la recién llegada se miraron.
-Os voy a presentar - dijo Simon -. Layla Anderson ella es Cath Smith, nuestra nueva compañera.
-¡Hola! Nos vimos ayer, ¿verdad?
La chica se acercó y le tendió una mano.
-Sí, en el invernadero - sonrió Cath, que por primera vez desde que su hermano la había dejado se sintió relajada.
El timbre que anunciaba la primera clase los sorprendió.
-Vamos chicas - las apremió Simon.
Los cuatro acabaron de subir las escaleras apresuradamente, aunque no eran los únicos que aún estaban por los pasillos, y entraron en la misma aula.
Cath se dirigió hacia la mesa de la profesora que miraba unos papeles mientras pedía orden, y sus compañeros hacia sus respectivos sitios.
-Buenos días - saludó Cath.
La mujer levantó la vista hacia ella. Era pelirroja y con el rostro salpicado de pecas.
-Buenos días. Debes ser Catherine Smith, ¿no? - le dijo afectivamente. Cath afirmó con la cabeza –. Bien, no creo que tengas ningún problema en ponerte al día porque sólo hemos dado un par de clases, pero no dudes en preguntar si algo no te queda claro.
-Gracias.
-Tienes dos sitios libres, puedes sentarte dónde quieras.
La profesora le indicó un sitio en segunda fila junto a la ventana y otro unas filas más atrás junto al pasillo. Cath no se atrevió a levantar mucho la vista hacia sus compañeros por miedo a que Simon le indicase alguno de los sitios cerca de él, así que decidió probar suerte. Echó a andar hacia la ventana y dejó la mochila sobre la mesa.
-Buena elección. Veo que ya as calado a Simon - le dijo por lo bajo la chica que se sentaba tras ella.
Cath se volvió y se alegró de que aquella chica fuese Layla.
La clase de dos horas transcurrió tranquila y no se hizo excesivamente pesada, aunque en dos ocasiones Cath se había “ausentado” de ella admirando el verde paisaje que se divisaba por la ventana.
A las diez los chicos tenían media hora para el almuerzo, así que se dirigieron juntos a la cafetería. Ésta era bastante amplia con mesas largas de hasta diez comensales. En el centro de la estancia había un buffet alrededor del cual los alumnos iban pasando con bandejas para coger la comida. También había una nevera expositora y una maquina de cafés. Cath conoció allí a algunos compañeros más que compartían siempre la mesa. Greg, Sarah, Susan y Kevin.
-Así que eres de Los Ángeles… ¿Demasiada diversión para ti?- bromeó el primero de ellos.
Todos rieron de buena gana, incluso Cath.
-Es verdad… ¿Por qué cambiar una ciudad tan impresionante por un pueblo como Whitefish? - dijo Sarah.
-¿Te has escapado con tu novio o algo así? - preguntó entonces otra de las chicas que resultó ser Susan. Cath la miró con cara de interrogante –. Hoy te ha traído un chico que estaba tremendo, en un coche que le iba cómo anillo al dedo. Todos nos hemos fijado.
-Hombre… yo precisamente no me estaba fijando en el chico...- comentó Kevin, provocando risitas entre los chicos.
-Claro. La competencia te asusta, ¿no? - le picó la chica.
-Es el chico de Cath. La competencia en cualquier caso tendría que ser yo.
-Entonces puede estar tranquilo.
-¡Oye! - exclamó Kevin dolido -. ¿Insinúas que no sería capaz de competir con él y enamorarla?
Cuando Susan iba a abrir la boca para replicar, Cath se le adelantó.
-No discutáis más por eso - dijo.
-Kevin no tiene nada que hacer, ¿verdad? - Susan parecía dispuesta a acabar discutiendo con el chico
Cath suspiró y miró a Layla que estaba sentada frente a ella y no había entrado en esa conversación.
-Daren es mi hermano - anunció entonces.
-¿En serio? - sonrió Simon. Cath creyó percibir que acababa de abrirle puertas a sus esperanzas.
-Sí, en serio - admitió luego.
Kevin también parecía contento con la cara que se le había quedado a Susan, hasta que ésta se percató de ello y preguntó:
-¿Tiene novia?
Cath la miró sorprendida. No era algo nuevo que las chicas se fijasen en su hermano pero sí que le preguntasen tan directamente a ella.
-Chicos es la hora - anunció Layla levantándose y salvando la situación.
Todos recogieron sus bandejas y sus cosas y se dirigieron hacia diferentes aulas. Sólo Layla y Cath iban a coincidir en la siguiente clase y caminaron juntas por el pasillo después de haber pasado por las taquillas para coger sus libros.
-¿Qué les pasa a Susan y a Kevin?
-Estuvieron saliendo durante el año pasado y luego discutieron en el baile de fin de curso.
-¿Por qué?
-Kevin bebió demasiado y lo que se suponía iba a ser una velada romántica terminó siendo…nada - se encogió de hombros con un gesto divertido.
-Y por lo que veo Susan no se ha olvidado aún.
-Cualquier escusa es buena para acabar de fulminarle el corazón al chico.
-¿A Kevin sigue gustándole? - entraron en el aula.
-Es un buen tío y me consta que está arrepentido y que lo pasa mal cuando ella se comporta así. Se ha pasado la mitad de las vacaciones de verano en el centro de jardinería de mis padres cubriendo una baja y hemos hablado mucho sobre el tema - explicó y luego sonriendo añadió -.  Aunque yo más que hablar lo que hacía era escuchar.
Cath también sonrió.
-¿Por qué me dijiste en la primera clase que había calado a Simon? - le preguntó luego.
Un hombre bajito entró en clase  y Layla hizo un gesto con la cabeza a Cath, indicándole que aquel era el profesor, antes de dirigirse a su sitio.
Ella se acercó a la mesa del hombre y se presentó. Parecía agradable. Le entregó una hoja con el programa de literatura del curso y se lo comentó por encima mientras los alumnos iban sentándose. Cuando sonó el timbre levantó la vista hacia la clase y  le dijo:
-Puedes sentarte junto a la señorita Anderson.
La chica obedeció de buen gusto y fue a ocupar su lugar.
La clase fue muy amena, tanto por las explicaciones del profesor como por la compañía de Layla, y Cath salió del aula pensando que no era sólo guapa, sino que también era encantadora. Ya le parecía haberla calado el sábado en el centro de jardinería, pero ahora estaba segura de que iban a congeniar de maravilla.


Daren pasó la mañana en la casa intentando distraerse con los libros que había en el despacho, para no pensar en sueños ni visiones, y cuando se levantó para prepararse algo de comer era la una. Se dirigió hacia el frigorífico y sacó un filete que preparó a la plancha con unos tomates. Luego se sentó en la barra de la cocina y comió allí, pensando en cómo estaría pasando el día su hermana. A él se le estaba haciendo bastante largo. Tendría que buscarse una ocupación para entretenerse, aunque un trabajo no le pareció una buena idea si seguía teniendo que ausentarse inexcusablemente cuando sus visiones se tornasen realidad. Suspiró y esperó que eso no volviese a ocurrir, aunque sabía que su cuerpo ya se estaba preparado para una nueva actuación y que iba a ser imposible evitarlo.
Fregó lo que había ensuciado y luego cogió un yogurt y se sentó en el sofá para ver las noticias. No habían pasado ni cinco minutos cuando el sueño empezó a apoderarse de él. La noche no había sido reparadora y ahora que se había repantingado en el sofá sintió que el sueño lo vencía. Cuando supo que no iba a poder resistirse por más tiempo puso la alarma en el móvil y cerró los ojos esperando no verse envuelto en una nueva espiral de inquietantes escenas.
Aquella tarde tuvo un sueño con nuevos protagonistas. Estaba al final del embarcadero de madera de un enorme lago contemplando las montañas  que se veían a lo lejos y que estaban cubiertas de nieve. No estaba tenso y disfrutaba de la calma que lo rodeaba. El sol empezaba a vislumbrarse en el horizonte entre las blancas nubes que cubrían parte del azulado cielo.
Iba vestido con pantalón de chándal y sudadera, como si hubiese estado corriendo. Entonces le pareció oír unos pasos que se acercaban hacia él y se volvió. Una chica de cabellos negros que ondeaban sueltos cuando se levantaba algo de brisa se acercaba a él sonriendo. Daren deseó que ella se aproximase más para poder tocarla y Layla, que pareció conocer los deseos del chico, se paró a un palmo de él. La visión de su hermoso rostro y sus sonrosados labios tan cerca despertaron un repentino instinto irrefrenable en el chico, que la cogió por la cintura y la atrajo contra él. Su deseo era poseerla más allá de lo físico. La besó como si de ello pendiese su vida y absorbió toda su esencia.
Daren se despertó sobresaltado. La sensación de éxtasis todavía perduraba en su memoria  pero el miedo la fue sustituyendo. ¿Qué coño había hecho? y… peor todavía, ¿por qué le había producido tanto placer hacerlo?, pensó levantándose y pasándose las manos por la nuca. Apagó el móvil que había empezado a sonar y se lo metió en el bolsillo. La expresión del rostro de la chica cuando él la había empezado a poseer le aterrorizó y le produjo un dolor intenso. Le estaba haciendo daño, se dijo. Había pasado del éxtasis al dolor más profundo que jamás había conocido. Se sintió mareado y confuso. ¿Cómo era posible experimentar dos sentimientos tan opuestos en tan breve espacio de tiempo?. Entonces recordó que la primera vez que había visto a Layla también había tenido un  enfrentamiento de sensaciones.
Intentó serenarse pensando que tenía que ir a buscar a Cath. Cogió las llaves del coche y bajó al garaje poniéndose la chaqueta.
Condujo inquieto durante todo el trayecto, sin poder quitarse la imagen de la chica de la cabeza, y sin darse cuenta de que el cielo empezaba a nublarse y a amenazar con lluvia .
Cuando se detuvo en una de las plazas más alejadas del edificio del instituto todavía no había movimiento de alumnos. Salió del coche y se apoyó en él esperando a que diese la hora e intentando no pensar en su sueño.
No tuvo que esperar mucho rato. El sonido del timbre que anunciaba el final de las clases y la avalancha de estudiantes que salían, se produjo casi al mismo tiempo.
Cath apareció por la puerta a los pocos minutos dialogando con algunas compañeras y Daren sonrió al verla feliz.
Ella lo buscó con la mirada y cuando lo divisó lo saludó levantando la mano. Entonces él se percató de que una de las chicas que lo miraron y con las que su hermana había salido era Layla.
El cuerpo le tembló levemente cuando la reconoció y notó que el recuerdo del placer volvía a ser más fuerte que el de dolor. Por suerte, había aparcado suficientemente lejos de la furgoneta de ella y las dos se despidieron a bastante distancia de él.
-¡Hola! - exclamó Cath cuando llegó junto a Daren.
-Veo que me he estado preocupando por nada - le dijo él sonriendo.
-Todo ha ido muy bien.
-Ya lo he notado. ¿Nos vamos?
Cath besó la mejilla de su hermano y afirmó con la cabeza.
Daren entró en el coche y esperó a que ella dejase la mochila en el asiento trasero y se sentase junto él.
Un coche rojo que pasó por delante en dirección a la salida les pitó. Los dos hermanos levantaron la vista hacia él y Cath saludó a Simon con la mano.
-¿Es de tu curso? - preguntó Daren dándole a la llave de contacto y sonriendo.
-Sí - lo miró -. No te rías…- protestó dándole con el codo.
-Lo vi esta mañana cuando te dejé y pensé, seguro que Cath va a estar encantada de verlo - siguió bromeando.
-¡Daren! – exclamó -. Basta ya.
El chico se echó a reír y al final Cath, tampoco pudo aguantarse.
Daren avanzó lentamente para incorporarse a la fila de vehículos que salían del recinto, cuando vio que les hacían luces. Los dos hermanos miraron hacia la furgoneta que les dejaba paso.
-Es Layla - dijo Cath saludando con la mano con más efusividad que antes.
La chica sonrió y les devolvió el saludo. Daren se puso delante de ella y la miró por el espejo retrovisor.
-Es la chica del centro de jardinería - explicó su hermana que se había percatado de que él la miraba -. ¿La recuerdas?
Daren tardó en contestarle. La recordaba y no sólo del centro de jardinería.
-Sí - admitió al fin sin apartar la vista del espejo.
-Estamos juntas en varias clases - dijo Cath mirando a su hermano -. Ya te dije que tenía unos ojos impresionantes - añadió con picardía cuando él no le contestó porque seguía mirándola.
-¿Cómo? - Daren fue consciente de que Cath se había dado cuenta del interés que Layla despertaba en él.
-Daren, no soy idiota - el chico sonrió y ella continuó -.  Me di cuenta de cómo la miraste el otro día y me estoy dando cuenta de cómo la estas mirando ahora.
-Que tu cabeza no empiece a funcionar y a maquinar cosas que no son hermanita.
-Mi cabeza…- murmuró ella -. Pon la tuya en orden y luego preocúpate de la mía - le espetó.
Daren volvió a mirar un segundo el retrovisor antes de incorporarse a la carretera y vio que Layla también lo miraba.
-Es guapa - confesó entonces.
Cath sonrió complacida de que su hermano le reconociese que la chica le causaba interés. Que Daren se sincerara con ella y ella con él siempre había sido importante en su relación y desde el incidente de la noche de su cumpleaños, Cath temía que él hubiese perdido su confianza en ella. Se sintió feliz de que su hermano empezase a compartir de nuevo con ella sus sentimientos.
La chica parloteó durante todo el camino de vuelta sobre sus nuevos compañeros y Daren rió bastante con sus comentarios olvidándose, por un rato, de todo lo que le había atormentado durante las últimas horas.
Cath se duchó en cuanto llegaron y se puso el pijama para estar cómoda. Luego estuvo pasando unos apuntes a limpio mientras su hermano utilizaba el baño y también se ponía cómodo.
-¿Hacemos pasta para cenar? - le preguntó el chico cuando bajó.
Ella estaba estirada en la alfombra con el portátil,  chateando con sus amigas de Los Ángeles.
-Genial – sonrió -. Jessica y Martha te mandan saludos.
El chico se acercó a ella y se sentó también la alfombra. Cath se incorporó y le pasó el ordenador a su hermano. Daren se puso a escribir en él y entró en la conversación que las chicas estaban manteniendo. Estuvieron bromeando un buen rato los cuatro y luego los dos hermanos se despidieron para preparar la comida.
Cenaron en la cocina y después de recogerlo todo volvieron a la alfombra y estuvieron viendo las noticias. Daren con la espalda apoyada en el sofá y Cath acurrucada junto a él con la cabeza apoyada en su brazo.
-Te estás durmiendo, Cath - le susurró al cabo del rato.
-Creo que sí - bostezó ella.
-Venga. Vamos a dormir que mañana toca madrugar otra vez - cogió el mando de la tele y la paró. Luego se levantó y tiró de su hermana -. Se te va a romper el sueño, Cath. Venga.
La chica se levantó a regañadientes y besó a su hermano en la mejilla.
-Buenas noches - le dijo.
-Yo voy a cerrarlo todo y también me subo - le contestó él.
Cath subió y Daren lo hizo a los pocos minutos.
Cuando el chico se metió en la cama la calma empezó a desvanecerse. No iba a poder evitar que las cosas aconteciesen, así que se convenció así mismo de que lo que tenía que venir iba a venir tanto si estaba despierto como si estaba dormido y cerró los ojos.
En cuanto se vio corriendo entre la maleza de un espeso bosque, sintiendo la humedad de la hierba en las plantas de los pies, supo que la hora había llegado. Sus ojos, acostumbrados otra vez a la oscuridad, lo guiaban y aunque las ramas de los árboles y los arbustos le arañaban los brazos no sentía molestia. De nuevo corría a una velocidad demasiado rápida para una persona normal. Cuando salió a la carretera oscura sintió finas gotas de agua caer sobre su rostro. Avanzó expectante unos metros. Sus músculos habían empezado a tensarse y todos sus sentidos se pusieron en alerta.
Un coche con las luces de niebla puestas se acercaba. Daren percibió entonces un cuerpo acercarse desde el otro lado de la carretera. Estaba seguro de que de un momento a otro iba a saltar desde la oscuridad del bosque a la carretera.  
Miró unos segundos, o quizá menos, hacia el vehículo que ya estaba prácticamente llegando a su altura, y entonces lo vio. Su cuerpo reaccionó antes de que él se lo ordenase y se lanzó sobre la figura que había saltado para cortar el paso al joven que conducía. Los dos cuerpos chocaron en el aire y salieron rodando hacia la cuneta. El coche había pegado un volantazo pero no se había salido del carril y continuó avanzando, pensando que lo que había saltado habría sido algún animal.
Daren notó como su contrincante le desgarraba el brazo y él reaccionó saltando hacia atrás. Le había dolido, aunque seguro que luego le dolería mucho más.
El chico y el otro hombre se miraron un momento. Daren contempló con sus nuevos ojos la figura algo agazapada y en posición de ataque que tenía frente a él. No era un hombre normal aunque estaba seguro de que él, en aquel momento, tampoco debía parecerlo.
Su adversario dibujó media sonrisa en su rostro y se echó hacia delante. Daren supo exactamente cómo detenerlo. Saltó por encima de él, aunque no sabía que podía hacerlo, y lo cogió por la espalda. Retorció uno de sus brazos y lo hizo arrodillarse. Algo crujió y Daren fue consciente de que acababa de romperle la extremidad. Su rival se retorció intentando soltarse pero sin emitir ningún quejido de dolor.
Daren supo que el siguiente paso era acabar con su vida. Sus pupilas se dilataron aún más y se vio atravesándole el pecho con su mano.
El pensamiento había ocurrido antes que la acción y Daren, asustado por verse asesinando a alguien, bajó la guardia y dejó escapar a su presa que volvió a perderse en la oscuridad del bosque por la que había aparecido.
Una lucha interna se desató en el cuerpo del chico en aquel mismo instante. Por una parte estaba su naturaleza  nueva, que rabiaba por no haber acabado con la vida de aquel hombre y por otra, el Daren de siempre, el que él conocía, que estaba aterrado con la idea de haber podido llegar a matar.
Como la vez del callejón, sintió flojear su cuerpo. Llegaba el bajón, aunque esta vez pensó que iba a poder soportarlo mejor. Echó a correr hacia casa antes de caer agotado, cruzando el bosque de nuevo, y casi sin darse cuenta se encontró empujando suavemente la puerta de la habitación de su hermana.
Se acercó a la cama, notando que su visión en la oscuridad ya no era tan buena y que respiraba como si hubiese hecho un esfuerzo sobrehumano, y se agachó para besarle la frente.
Ella se despertó sobresaltada al notar sus labios fríos.
-¡Daren! - exclamó incorporándose. Cath lo observó. Sus ojos parecían algo distintos y estaba empapado. Entonces se acordó de la promesa que le había hecho antes de partir hacia Whitefish. Daren tenía la cara pálida y su camiseta volvía a estar llena de sangre. Tenía que asegurarse de que el chico la había reconocido y de que no estaba fuera de sí. Se apartó bruscamente de él, algo asustada -.  ¿Eres tú? - le preguntó entonces temblando.
-No te asustes - sonrió levemente -. Estoy bien.
Cath lo abrazó sollozando.
-Shhh…- le susurró él acariciándole el pelo -. Perdona por asustarte.
La chica se separó de él y le miró el brazo por dónde sangraba de forma abundante.
-Vamos a lavar esa herida - dijo levantándose.
Los dos chicos entraron en el baño dónde Daren se quitó la camiseta y se vio por primera vez el corte. El desgarro era tremendo.
-¿Cómo te lo has hecho? - le preguntó su hermana abriendo el grifo y cogiendo una toalla limpia.
-Creo que me han arañado.
Cath lo miró perpleja.
-¿Arañado?
Él afirmó con la cabeza, que empezaba a dolerle de nuevo, y Cath centró su atención en la herida. Cuando la chica llevaba un rato intentando cortar la hemorragia, con resultados no muy positivos, Daren empezó a sentir flojear sus piernas.
-Esto… necesito sentarme - dijo mirándola a través del espejo.
-¿Estas mareado? - preguntó alarmada.
-Creo que no. Lo que estoy es agotado.
Cath bajó la tapa del váter y lo ayudó a sentarse. Empezaba a estar tan pálida como él.
-Deberíamos ir a que te cosieran la herida - comentó luego.
-Tranquila. Ya no sangra tanto, pon un vendaje bien apretado y déjalo correr.
-No estarás mareado por la sangre que has perdido, ¿no? - insistió.
-Te aseguro que lo que siento es cansancio y… dolor.
-¿Te duele el brazo?
-No tanto como la cabeza - hizo una mueca al sentir un pinchazo.
-Te vendo esto y te traigo una cápsula.
Luego Cath lo ayudó a lavarse los pies descalzos llenos de tierra, le secó la cabeza con una toalla y lo ayudó a ponerse un pijama seco.
-Y ahora te acostarás en la otra cama de mi cuarto – ordenó ella.
-No es necesario.
-Deja que yo decida si es necesario o no - su voz fue autoritaria.
-Está bien…
De camino a la cama, que su hermana le estaba abriendo, Daren se fue apoyando en todo el mobiliario de la habitación. Cuando se sentó en ella la camiseta volvía a estar manchada de sangre.
-La herida sigue sangrando - se preocupó Cath al verlo.
-Escucha. ¿Confías en mí? - le dijo él tomándole el rostro con ambas manos y obligándola a mirarle a los ojos.
-No sé - torció el gesto ella -.  Creo que ahora mismo no estás muy en ti.
Daren sonrió.
-La herida se cerrará sola - le dijo -. Mañana por la tarde todo estará bien, te lo aseguro. Me duele pero no estoy mareado.
-¿La otra vez no tenías sangre?
-Pero me encontraba mucho peor que ahora. Además, son las cinco de la mañana y dentro de dos horas te tienes que levantar. No creo que me haya dado tiempo a desangrarme - bromeó soltándola -. Te aseguro que sólo necesito descansar.
-Luego me vas a contar todo lo que ha pasado, Daren.
-Y tú me vas a creer aunque no sea muy normal.
-Te lo prometo.
-Entonces yo también te lo prometo.
Él se echó en la cama vencido por la presión en su cabeza y su hermana lo tapó.
-Gracias por todo otra vez – musitó.
-Confía en mí siempre, Daren - le besó la mejilla y sonrió –. Duérmete ya.


Cath intentó apagar la alarma de su móvil lo más rápido que pudo, para no despertar a su hermano, y se volvió hacia la otra cama. Daren se movió y también la miró.
-¿Estás vivo? - preguntó al verlo sonreír.
-Creo que sí.
Cath se levantó y se sentó en el borde de la cama de él.
-Veamos esa herida - dijo destapándolo. Se sobresaltó un poco cuando vio tanta sangre en las sábanas  pero aguantó la aprensión que sentía y se puso a quitar la venda con rapidez. Cuando la destapó del todo, suspiró aliviada. La herida había dejado de sangrar y empezaba a querer cicatrizar.
-¿Mejor? – preguntó él.
-Bastante - afirmó –. Te la voy a limpiar un poco y le cambiaré el vendaje.
Cath fue a por lo necesario al baño y volvió a los pocos minutos.
-¿Y la cabeza?
-Bien. Ahora lo que siento es el dolor del brazo, aunque te aseguro que es perfectamente soportable.
Ella se puso a trabajar bajo la atenta mirada de su hermano que procuró no quejarse en ningún momento.
-Cuando quieras empiezas a contarme algo – propuso, sin levantar la vista de lo que hacía.
-Tengo visiones extrañas que luego se cumplen - le espetó. Cath lo miró sobresaltada. No esperaba que su hermano fuese a decirle la verdad con tanta rapidez y menos aún que la verdad sonase de aquella manera -. No te estoy mintiendo - continuó él -. La otra vez también ocurrió con una visión previa.
-¿Qué quieres decir con visión previa?
-Antes de que pasara lo de esta noche, yo ya lo había visto. Es como si recibiese un aviso.
-¿Un aviso para evitarlo?
-No. Un aviso para saber dónde tengo que ir y con qué situación me voy a encontrar – explicó -. Pero no para evitarlo.
-¿Por qué?
-Mi cuerpo reacciona sin mi orden. Debo estar allí y no puedo luchar contra eso. Esta noche he sido más consciente de que cambio, Cath.
-¿Cambias? - preguntó cada vez más confusa y olvidando totalmente lo que había dejado a medio hacer -. ¿Te… transformas?
Daren sonrió.
-No exactamente. Soy consciente de lo que hago y no me transformo… físicamente. Es como si hubiese otra naturaleza en mí que está ahí para esos momentos. Una naturaleza algo salvaje – intentó explicarse -. Noto que soy capaz de correr más rápido y que mis sentidos se agudizan.
-Tus pupilas eran algo diferentes cuando me despertaste - recordó ella en voz alta.
-Ese es uno de los cambios. Veo genial en la oscuridad, pero no siempre, sólo cuando lo necesito.
-Esto es una locura, Daren - se pasó las manos por el pelo.
-Te dije que no iba a ser fácil de explicar ni de entender.
-Ya pero… yo me esperaba otra cosa.
-¿Qué cosa? - se interesó él.
-Que eras sonámbulo o algo así - dijo ella.
Daren rió y tomó un mano de su hermana.
-Sólo tengo miedo de perder el control. Soporto el dolor y las visiones de cuerpos mutilados, pero sé que no soportaría hacerte daño a ti o a alguien que no se lo mereciese…- confesó Daren recordando el rostro de dolor que  Layla tenía en su sueño.
-¿Qué no se lo mereciese…?¿Has matado a alguien? - preguntó asustada.
-No, pero… hoy he estado a punto - admitió.
Cath se levantó de un bote.
-¡¿Qué?! – exclamó fuera de sí. Él se incorporó y la herida pareció querer abrirse un poco –. ¿Me estás diciendo que vas a acabar matando a gente en alguna de estas… escapadas nocturnas?
-Tranquilízate, Cath.
-¿Cómo quieres que me tranquilice? - se le encaró ella -. Si puedes acabar matando significa que tú también estás expuesto a que te maten.
Daren se quedó perplejo. Pensaba que Cath se había enfadado ante la idea de que pudiese llegar a matar a alguien y lo que de verdad la atormentaba era haber deducido el peligro al que él se estaba enfrentando cada vez que se ausentaba de aquella manera.
-Todo va a estar bien - intentó tranquilizarla.
Cath se enjugó las lágrimas con la mano y miró el brazo del chico que había empezado a sangrar de nuevo.
-Vuelve a echarte - le ordenó con seriedad.
Él obedeció y se dejó caer hacia atrás. 
Cath retomó las curas en silencio, con vidriosos ojos azules de los que se desprendían algunas lágrimas, y Daren la miró todo el rato sin atreverse a decirle nada.
-Espero que no vayas a marcharte a ninguna otra pelea en mi ausencia - dijo levantándose cuando terminó.
-Lo siento - musitó él.
Entró en el lavabo cogiendo su ropa y salió ya arreglada. Luego hizo su cama y se acercó a la de su hermano.
-¿Quieres que te cambie las sábanas?
-No, déjalo - le contestó él -. Vete ya o llegarás tarde. Las llaves del coche están en el bolsillo de mi chaqueta.
-Bien - se inclinó y le besó la mejilla -. Perdona por gritarte de esa manera.
-No importa. Ve con cuidado, por favor.
-Te llamaré en el descanso de la mañana y procuraré acercarme al mediodía.
-No hace falta que vengas. De veras que estoy bien.
-Bueno, por si acaso no te muevas mucho hasta que la herida se cierre.
Se volvió de nuevo en el umbral de la puerta.
-¿Pasa algo?- preguntó Daren.
-Luego seguiremos hablando - dijo. Él afirmó con la cabeza -. Llámame al móvil para cualquier cosa, me lo dejaré con vibración en el bolsillo del pantalón.
-Está bien, pero vete ya - la apremió.
-Hasta luego.
Salió de la habitación dejando la puerta abierta y a los pocos minutos Daren oyó el motor del coche que se alejaba.
Estuvo un rato con los ojos abiertos mirando el techo de la habitación y pensando en su hermana, hasta que volvió a quedarse dormido.


Cath aparcó en la plaza que había libre junto a la furgoneta de Layla. La chica que todavía estaba dentro sonrió al verla, pero enseguida la notó extraña. Se bajó del coche y bordeó el de su nueva compañera hasta colocarse junto a la ventanilla del asiento del conductor. Cath la vio y abrió la puerta.
-Hola - la saludó sin mucho ímpetu pero intentando parecer amable.
-¿Le ha pasado algo a tu hermano? - preguntó entonces Layla.
Cath la miró sorprendida.
-¿Por qué me lo preguntas? - preguntó nerviosa.
-Bueno… te he visto triste y cómo no ha venido a traerte…
Cath cruzó sus brazos sobre el volante y apoyó la cabeza. Layla se agachó junto a ella.
-No quería entrometerme, perdona Cath - le dijo.
-No te preocupes, no me has molestado en absoluto - volvió la cabeza hacia ella, tenía los ojos sonrojados.
-¿Puedo ayudarte?
-Creo que no - suspiró intentando tranquilizarse -. Daren ha pasado mala noche pero ya está mejor - dijo luego.
No quedaba casi nadie en la explanada del aparcamiento ya que el timbre debía estar a punto de sonar.
La mañana estaba siendo más fría que la del día anterior y Layla sintió un escalofrío cuando se levantó una ráfaga de aire que le alborotó la melena suelta. Cath la miró.
-¿Entramos? - le preguntó la chica apartándose el cabello de la cara.
-Sí, será lo mejor.
Layla se levantó y Cath salió del coche cogiendo la mochila que había dejado en el otro asiento delantero.
Las chicas no estuvieron juntas en las dos primeras horas y se encontraron a las diez en el pasillo de las taquillas, de camino a la cafetería.
-¿Más tranquila? - le preguntó Layla sonriendo.
-Un poco  – le contestó Cath -. Voy a llamarlo ahora.
Se apartaron un poco de la multitud dirigiéndose a una clase vacía.
-Te espero fuera.
-No seas tonta - le dijo Cath sonriendo -. Pasa y cierra.
La chica obedeció mientras Cath dejaba su mochila sobre una mesa y se sacaba el móvil del bolsillo. Buscó en la agenda el número de su hermano y marcó. Luego esperó mirando a Layla que se había quedado apoyada en la puerta.
-Hola - la saludó Daren al segundo tono.
-Hola. ¿Cómo estás? - preguntó ella.
-Mucho mejor. Creo que me voy a levantar a desayunar algo.
-¿No te marearás? - le dijo alarmada.
-No creo, pero si quieres me levanto ahora y si ves que dejo de hablarte es que he caído en redondo - bromeó él.
-Pues si te vas a levantar de todas formas creo que lo prefiero.
-Está bien…  
Se incorporó en la cama y se quedó sentado.
-¿Qué tal? - preguntó la chica. Layla miraba a Cath en silencio -. ¿Daren?
-Espera un segundo - le contestó él.
-¿Te has mareado? - se asustó ella.
-No. He puesto el manos libres.
-¿Para qué?
-Voy a mirarme la herida – dijo él empezando a quitarse la venda.
-¿Has…? - Cath dudó en si hacer la pregunta delante de Layla.
-No, creo que no he sangrado más. ¿Estás con alguien? - supuso inmediatamente él -. ¿No será Simon…? - bromeó.
-Veo que tienes ganas de broma, pero… te equivocas.
-Es Layla, ¿no? - dijo entonces más serio.
Cath volvió a sorprenderse. Ella había preguntado por él y ahora él preguntaba por ella.
-¿Cómo lo sabes?
-Esa chica me va volver loco, Cath - rió.
-¿Qué estás diciendo?. No entiendo nada - se asombró con la respuesta de su hermano.
-Déjalo Cath, no me hagas caso - continuó quitándose el vendaje.
-No puedes dejarme con esta incertidumbre ahora…- protestó mirando a Layla que le sonrió.
-Sí puedo - dijo él. Se miró el brazo -. Esto tiene mejor pinta que esta mañana.
-No te muevas mucho por si acaso - suspiró.
-Está bien. Id a desayunar algo y no es necesario que vengas a la hora de comer.
-¿Pero… te has levantado ya?
-¡Voy! - exclamó él incroporándose -. Todo en orden - cogió el teléfono y se dirigió al baño  -. Un beso para las dos.
-¡¿Te has oído, Daren?! - exclamó Cath de nuevo, fuera de sí por la sorpresa.
-Claro que me oído… -  se apoyó en el mueble del lavabo y se miró en el espejo -. Era una broma - volvió a reír.- Mejor le das un saludo y ya está.
-Tú y yo tenemos que hablar de demasiadas cosas.
-Bueno… yo sólo te he prometido hablar de una.
-Ten cuidado, Daren - sonrió.
-Tú también hermanita.
Ambos cortaron la comunicación.
Cath sonrió asombrada de la conversación tan rara que acababa de tener con su hermano.
-Parece que está mejor, ¿no? - comentó Layla incorporándose y acercándose a ella.
-Te manda saludos - le dijo mirándola -. Sabía que estabas conmigo.
-¿Cómo…? - musitó la chica entornando los  ojos pero sin parecer muy sorprendida.
-No lo sé - se encogió de hombros Cath.


Daren había tenido un sueño tranquilo después de bastante tiempo y Layla había sido la protagonista de él. Se refrescó la cara y volvió a mirarse la herida en el espejo. Estaba seguro de que no volvería a abrirse.
Se duchó, se puso ropa limpia y luego quitó las sábanas manchadas de sangre y la funda del colchón para poner una lavadora junto con sus dos pijamas. Después subió del garaje y se preparó un café y unas tostadas.
La charla de su sueño con la chica, en la terraza trasera, le había reconfortado y tranquilizado tanto que parecía imposible que hacía tan sólo unas horas hubiese estado tan hecho polvo físicamente y tan confundido en cuanto a ella. Layla iba a ser importante en su vida y él estaba empezando a comprenderlo.
Cogió su portátil y se sentó en el sofá. En su sueño los dos habían hablado sobre sus nombres y necesitaba comprobar algo.
Tenía tres mensajes de los compañeros de la universidad que dejó para más tarde y buscó en google alguna página sobre el significado de los nombres. Abrió dos al azar en ventanas diferentes y consultó la que se cargó más rápido. Escribió el nombre de Layla y esperó unos segundos. Cuando la información apareció en la pantalla, Daren corroboró lo que ella le había dicho.

LAYLA,  nombre femenino de origen egipcio, cuyo significado es     nacida de noche.

Luego tecleó su propio nombre, aunque ya conocía el significado, y leyó:

DAREN,  nombre masculino de origen africano, cuyo significado es 
nacido de noche.

Él se preguntó si Layla conocería aquella coincidencia.


Cuando las dos chicas entraron en la cafetería, sus compañeros de mesa les hicieron gestos señalándose los relojes. Ellas cogieron sendos zumos y unos muffins y se acercaron a ellos después de pagar.
-¿Dónde estabais? - preguntó Simon mirando a Cath.
-He estado hablando con mi hermano y Layla me ha esperado para bajar - explicó ella sentándose.
-¿Le pasa algo? - preguntó Susan.
-No empecemos a discutir otra vez, ¿vale? - le dijo directamente Layla, viendo que la conversación volvía a dirigirse hacia un tema delicado.
-No te preocupes Layla - sonrió Kevin -. Empiezo a acostumbrarme.
Amanda, que era la más calmada de las chicas, miró a Cath y sonrió.
-¿Cómo llevas la adaptación? - le preguntó.
Cath agradeció que la chica desviase la conversación hacia otro tema y Layla que se percató de ello también sonrió.
-Bien - movió su zumo y lo vertió en el vaso de plástico -. Todos parecéis muy amables en este pueblo y creo que no me va a costar adaptarme a las clases.
-Si necesitas cualquier cosa no dudes en pedirla - le dijo Greg.
Simon lo miró con una expresión desafiante que produjo una nueva sonrisa en el rostro de Layla.
-¿Cuándo vamos a quedar para irnos de fiesta a Kalispell? - dijo Sarah, que parecía no haberse dado cuenta de la tensión que se había creado entre sus dos amigos.
-Es buena idea - la apoyó Amanda.
Layla también afirmó con la cabeza dando un bocado a su muffin.
-¿Tu cumpleaños es ahora, verdad? - preguntó Susan mirando a ésta última.
-La semana que viene - contestó la aludida cuando hubo tragado.
-Entonces podríamos salir el sábado y celebrarlo - se animó Kevin.
-No sé chicos… creo que el sábado me va a tocar trabajar y posiblemente también el domingo - intentó excusarse ella.
-Venga Layla - protestó Sarah.
-Podemos salir cualquier otro día que no sea mi cumpleaños, ¿no?
-¿Tienes miedo de qué te preparemos alguna sorpresa?
-La verdad es que sí - sonrió ella -. No quiero ser el punto de mira de vuestras bromas.
-Prometemos portarnos bien - dijo Greg  cruzando los dedos.
Todos los demás se echaron a reír.
-Será mejor que vayamos tirando -  Amanda se levantó cogiendo su bandeja cuando se calmaron.
-Pero nos queda pendiente esta conversación…- los amenazó a todos Greg -. Tenemos que enseñarle a Cath que aquí también sabemos divertirnos.
-Estoy segura de ello - sonrió.
En biología Cath y Layla volvieron a sentarse juntas y les mandaron el primer trabajo en grupo para casa.
Simon se acercó a la mesa de las dos chicas en cuanto la clase terminó, mientras ellas aún recogían.
-¿Quieres que hagamos el trabajo juntos, Cath? - le preguntó a la chica sonriendo.
-Esto…- ella se sonrojó y miró a su compañera -. La verdad es que ya he quedado en hacerlo con Layla.
-Claro - dijo él decepcionado.
-Pero no creo que sea el único trabajo que nos manden durante el curso - intentó animarlo Cath, aunque no estaba muy segura de si debía darle esperanzas.
-La próxima vez entonces…
Cath asintió y él se despidió con un gesto de cabeza sonriendo.
-Me alegro de que haya cambiado de objetivo este curso, aunque lo siento mucho por ti - le dijo Layla cuando estuvieron solas.
-Cuando me dijiste que lo había calado te referías a esto, ¿no?
-Es muy pesado Cath, no te imaginas cuanto - suspiró ella.
-¿Tú eras su objetivo? - supuso Cath sonriendo.
-Gracias por aparecer - asintió bromeando.
Echaron a andar con las mochilas al hombro hacia las taquillas.
-Creo que debería haber mantenido en secreto que Daren era mi hermano…
Layla rió de buena gana.