Vuelvo con vosotros!!!
Lo siento mucho pero el mes de mayo ha tenido un comienzo bastante "revuelto" y lo he dejado todo un poco olvidado. No obstante, os aseguro que ya estoy intentando retomar el ritmo y esta tarde he escrito unas cuantas páginas más en Vida.
Teniendo a los personajes principales de la historia bastante desperdigados (momento en el que me encuentro), os confieso que me es un poco difícil avanzar porque quiero explicar la visión y la vivencia de cada uno de ellos. Espero que este hecho no ralentice la narración y que cuando lo termine y lo lea del tirón no decida eliminar nada. La verdad es que ahora mismo considero que es importante hacerlo así pero luego siempre se acaban cambiando cosas. Ya veremos...
Me toca colgaros el quinto capítulo de Aliento y, como no, también os dejaré un pequeño adelanto de Vida.
Por cierto... ¡¡¡NUEVA ENCUESTA!!! Así que haced correr la voz y a votar.
Gracias por seguirme y por seguir la historia de Daren. Ojalá y cada día seamos más!!!
Adelanto de Vida:
Los
gritos de ambos hicieron que Layla y Cath se precipitasen escaleras abajo con
los rostros desfigurados y repletos de lágrimas. La visión de los dos chicos, completamente
transformados y amenazándose, consiguió helarles la sangre a pesar de que sus
corazones se aceleraban cada vez más.
-No
pienso arriesgarme a tomarla y soportaré ser el culpable de su dolor aunque ya
casi no pueda con el mío – rugió Daren.
Ellas
se sobresaltaron y se detuvieron en seco al otro lado de la barra.
-Eres
un cobarde, Daren – lo increpó Larry, agarrándolo por el cuello de la camiseta
con un movimiento rápido para acercar su rostro al de él. Cath gimió en ese
momento y se escondió un poco tras Layla, que se había quedado estática
contemplando la acalorada disputa con los ojos como platos.
Capítulo 5 de Aliento:
EXTRAÑAS REACCIONES
“¿Qué
cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo
mismo?”
Marco
Tulio Cicerón (escritor, orador y político romano)
Daren estaba rebozando unas pechugas
de pollo cuando Cath entró en casa. Ella sonrió al verlo con el delantal y se
acercó dejando las cosas sobre la mesa del comedor.
-Esa faceta de chef te hace muy
atractivo.
-Lo sé - dijo él divertido y
despreocupado
Cath se puso junto a él. Realmente
estaba atractivo de cualquier manera aunque él se empeñase en no darle
importancia a esa faceta suya. Le levantó un poco más la manga corta de la
camiseta. La cicatriz era tremenda pero seguía un curso favorable.
-Posiblemente en un par de días no
tengas ni la señal - dijo entonces.
-Aún siento la zona un poco dolorida y
tirante pero esto de recuperarse con tanta rapidez es estupendo.
-¿Eres el malo o el bueno, Daren? -
preguntó de repente ella cambiando de tema.
El chico dejó lo que hacía y la miró.
-Creo que soy el bueno.
-¿Te ves capaz de matar? - siguió
preguntando ella.
-Hasta esta noche no me creía capaz de
hacerlo, pero ahora sé que es cuestión de tiempo que lo haga.
-Prométeme que vas a tener cuidado y
que vas a intentar evitarlo.
-Sabes tan bien como yo que si pudiese
evitarlo lo habría hecho. ¿Qué necesidad tenía yo de meterme en esto?
-Lo sé - admitió ella -. Pero no lo
comprendo.
-Yo tampoco lo comprendo, pero te
prometo que no te ocultaré nada.
Hubo un silencio bastante prolongado
entre ellos.
-¿Serás sincero conmigo?
-Lo seré - asintió él retomado la
tarea del rebozado.
-¿Puedo preguntarte algo más?
-Dispara - sonrió.
-¿Qué pasa con Layla?
-No pasa nada.
-¿Por qué te va a volver loco? -
insistió acercándose más a él.
Daren suspiró.
-He soñado con ella un par de veces
desde que estamos aquí.
-¿Te gusta, no? - sonrió ella.
-No la conozco, Cath.
-Ya pero… sientes algo cuando la ves…
-Me atrae muchísimo - confesó Daren.
-Te estás enamorando - Cath lo apuntó
con el dedo sonriendo y afirmando con la cabeza.
-No lo sé.
-Pues… mañana va a venir a casa por la
tarde…- anunció seguidamente. Daren la interrogó con la mirada –. Os he preparado una cita a ciegas - dijo.
-Capaz eres - sonrió él seguro de que
su hermana bromeaba -. Anda, ayúdame con esto.
-Tenemos que hacer un trabajo de biología
- explicó ella cogiendo otro delantal de uno de los cajones.
-¿Tu portátil no puede ir a su casa?
-Sí, pero he preferido no moverlo de
aquí. Además el suyo se cuelga cada dos por tres y he pensado que podrías
dejarle el tuyo - dijo pícaramente dándole un codazo.
-Las cosas no se van a forzar, Cath - dijo
él. Ella afirmó riendo -. Todo ocurrirá como tenga que ocurrir. Además… ¿tanto
interés tienes en que tenga algo con Layla?
-Creo que haríais buena pareja y… ella
es un encanto. Vamos, que apruebo vuestra relación.
-¿Te has parado a pensar que quizá
ella no sienta nada por mí?
-Permíteme que lo dude…
-¿No le habrás dicho nada?
-Sólo le mandé saludos tal y cómo tú
me dijiste.
Daren prefirió no preguntar más.
Al día siguiente por la tarde, se
acercó a buscar a las chicas al instituto. Esperó dentro del coche porque
estaba lloviznando y cuando el timbre sonó levantó la vista de la revista de
cine que leía hacia el edificio.
Layla y su hermana salieron dialogando
con su grupo y todos levantaron la vista hacia el coche negro con los cristales
oscurecidos que las esperaba a pocos metros.
-Ya nos explicarás cómo es…- dijo
Susan con picardía mirando a Layla.
-¿No querrás un informe, no? - comentó
secamente Kevin.
-Vámonos - suspiró Layla.
Cath afirmó con un gesto de cabeza y
ambas dieron una carrera hasta el coche intentando no mojarse demasiado.
-¡Hola! - exclamaron al unísono al
entrar y cerrar las puertas
-Si os compenetráis así en el trabajo
seguro que os ponen matrícula - comentó él.
Cath y Layla rieron.
-Bueno - dijo la primera –. Os voy a
presentar - se volvió hacia atrás para mirar a su compañera –. Layla , mi
hermano Daren - y luego mirando al chico añadió sonriente -. Daren, ella es
Layla.
Daren se volvió hacia atrás y cruzó la
mirada con Layla que se sonrojó levemente.
-Tenía ganas de conocerte. Cath, habla mucho de ti - le
dijo algo turbado.
-Igualmente - consiguió sonreír ella.
Como de costumbre, Simon pitó al pasar
junto a ellos con el coche. Los tres lo miraron y le saludaron con gestos de
cabeza. Daren no pudo evitar reírse ante la cara de su hermana.
-No quiero ningún comentario - lo
amenazó ella.
-Está bien, está bien…- le dijo lanzándole la revista.
Layla también sonrió. Daren la miró
por el espejo retrovisor y Cath se giró.
-Tampoco quiero ningún comentario tuyo
- dijo la última sin poder aguantarse la
risa.
Layla hizo un gesto como si se cerrase
la boca con una cremallera y no dijo nada, aunque también se echó a reír.
Cuando Daren se incorporó a la carretera
después de salir del instituto, Cath empezó a hablar sobre la clase de literatura
con Layla. Él no entró en la conversación aunque rió de buena gana los
comentarios de ambas sobre la exagerada expresividad que parecía tener el
esperpéntico profesor.
La fina lluvia se convirtió en una tormenta
en toda regla cuando los tres chicos llegaron a casa. Layla dejó su mochila en
la mesa del comedor cuando estuvieron en el interior y contempló con sorpresa
lo que tenía ante sus ojos.
-No parece así cuando la ves desde
fuera - comentó en voz alta.
-Nosotros tuvimos la misma impresión -
sonrió Cath.
Daren se quitó la chaqueta y la dejó
en una silla. Layla se fijó en la cicatriz que quedó al descubierto.
-Voy a por mí portátil - anunció de
inmediato dándose cuenta del estudio que la chica había hecho de su brazo.
Se dirigió hacia el despacho y las
dejó solas.
-Si te parece nos podemos poner aquí -
dijo Cath refiriéndose a la mesa del comedor dónde habían dejado las cosas -.
Aunque si tienes frío nos podemos sentar junto a la chimenea y Daren la
enciende.
-¿Frío?. Aquí dentro se está genial -
sonrió Layla quitándose la chaqueta.
-El día que llegamos no hubieses dicho
lo mismo.
-Me lo imagino.
-Subo un momento a por mi ordenador. Siéntete
como en tu casa, Layla - sonrió Cath.
-Gracias.
Cuando Daren volvió al comedor Layla
estaba de pie junto al ventanal mirando el bosque y abrazándose el cuerpo.
-¿Tienes frío, Layla? - le preguntó dejando
el ordenador en la mesa después de observarla unos segundos.
-No - se sorprendió ella -. Es que el
bosque con la tormenta es impresionante.
-Da un poco de miedo, ¿no? - sonrió
él. Ella afirmó con la cabeza y se le acercó. Daren abrió el ordenador y una
foto de su último cumpleaños en la que estaba con Cath apareció como fondo de
pantalla.
-Que guapos - comentó Layla.
-Es de nuestro último cumpleaños -
explicó retirando una silla para que ella se acomodase frente a la pantalla.
-Gracias - se sentó -. ¿Hicisteis la
fiesta juntos?
Daren apoyado en la mesa junto a ella
abrió la carpeta de mis imágenes del escritorio y un montón de fotos empezaron
a cargarse.
-Cumplimos los años el mismo día -
dijo luego.
-¿En serio? - lo miró sorprendida.
Él no contestó, se limitó a mirarla y
a intentar contener el imperioso arrebato de besarla que estaba sintiendo al
tenerla tan cerca. Layla volvió a sonrojarse levemente y él apretó los puños
intentando no alterarse más.
-¿Qué estáis mirando? - preguntó Cath
apareciendo con su portátil rosa.
Daren y Layla se volvieron hacia ella.
-Fotos de vuestro cumpleaños -
contestó la chica.
Cath se sentó junto a Layla y al abrir
su portátil apareció una foto de la graduación de Daren.
-¡Ehy! - exclamó Layla -. Esta también
está muy bien.
Daren llevaba la toga negra y el
diploma pero el birrete estaba en la cabeza de Cath que le estaba besando la
mejilla.
-Este año os toca a vosotras - dijo él
retomando una conversación normal.
-Será emocionante - suspiró Cath.
Los tres rieron y comentaron algunas
fotos más.
-Bueno chicas, yo os voy a dejar y os
ponéis con el trabajo ya, ¿no?.
-¡Es biología! - exclamó Cath mirando
con cara de súplica a su hermano.
Layla volvió a reír.
-Tendremos que hablar de mis
honorarios por ayudaros…- dijo él bromeando.
-Está bien, creo que podremos llegar a
un acuerdo.
Daren cogió una silla y se sentó junto
a ellas.
-Está estudiando biología en la
universidad - explicó Cath a Layla.
-Pero… ahora no estudias, ¿no? - se
aventuró a preguntar la chica.
-Necesitaba un año sabático – se
escusó él.
-Si esto te va a ir bien para que no
se te olviden las cosas y todo. Al final nos lo vas a agradecer tú a nosotras -
sonrió su hermana.
-Sí. Vamos a ver que tenéis que hacer.
-Darwin - dijo Layla.
-¿La teoría de la evolución? - supuso
Daren.
Las dos afirmaron con la cabeza.
El chico empezó a hablar bajo la
atenta mirada de ellas y al final los tres se enzarzaron en una interesante y
divertida discusión que se alargó más de una hora y media y en la que los tres
terminaron llorando de risa con un comentario de Cath.
Daren se levantó a por agua mientras
ellas dos intentaban acabar de calmarse.
-¿Te quedas a cenar Layla? - preguntó
desde la cocina.
-¡Sí! - exclamó Cath.
Layla miró a su compañera que le
mostraba una radiante sonrisa y luego a Daren que la miraba mientras colocaba
unos vasos sobre la barra.
-Tendré que llamar a casa - sonrió
ella.
Él afirmó con la cabeza y Cath la
abrazó.
-¡Genial! - exclamó.
-Espero que después de las
expectativas que te he causado no me pongan ninguna pega - comentó Layla cuando
la chica la soltó.
Daren dejó una jarra de agua y dos
vasos sobre la mesa.
-¿Me pasas la chaqueta, Daren? - le
dijo Layla.
El chico le dio la prenda de ropa que
estaba colgada en el respaldo de la silla donde había estado sentado. Layla
rebuscó en los bolsillos y marcó un teléfono en su móvil. Mientras Cath, puso
agua en los vasos y bebió de uno de ellos.
La madre de Layla no puso ninguna
objeción a la chica si luego la acercaban a casa, cosa que los dos hermanos
hubiesen hecho aunque la chica se hubiese ido a plena luz y con un día radiante.
-Ya que ha costado tan poco
convencerla otro día podemos preguntarle si te puedes quedar a dormir - comentó
Cath.
-¿Qué vais a querer cenar? - les
preguntó Daren entonces.
-Cualquier cosa - se apresuró a decir
Layla.
-Podrías preparar unos sándwiches de
esos que nos hacíamos de madrugada a escondidas - recordó Cath –. Estaban
buenísimos.
-Creo que la tensión de que nos
pillasen podía tener algo que ver con que nos gustasen tanto, pero vamos a
probar - dijo él dirigiéndose hacia la cocina -. Por cierto, tendrías que
llamar a mamá antes de que sea más tarde, que luego se nos olvida y se enfada -
añadió mirando a Cath.
-¿Tienes el móvil por aquí? - le
preguntó ella.
-Lo dejé cargando en el despacho
¿Dónde está el tuyo?
-Está arriba…- resopló Cath
levantándose.
-Llama con el mío - le ofreció Layla.
-Voy a por el mío, no te preocupes.
Tengo por delante un mínimo de diez minutos de charla y te costaría una pasta –
sonrió a la chica.
Cath se dirigió hacia las escaleras y
Layla se levantó y se acercó a la cocina.
-¿Te ayudo? - le preguntó a Daren.
-Si quieres - sonrió él.
La chica abrió el paquete de pan de
molde que Daren había dejado en la superficie de trabajo y puso una rebanada en
cada uno de los tres platos.
-Me encanta la relación que tenéis Cath
y tú - comentó rompiendo el silencio que se había creado entre ambos.
-Es fácil llevarse bien con ella.
-Sí, es cierto - admitió Layla -. Pero
también parece fácil llevarse bien contigo, ¿no?
Daren la miró sonriendo.
-Bueno…no lo sé. Eso debería decírtelo
ella, aunque… tú ahora también podrías opinar…
Se apoyó en la encimera con los brazos
cruzados esperando una respuesta. Su expresión era divertida y expectante. Le
interesaba saber lo que la chica opinaba de él.
Layla se apoyó en la encimera junto a él.
Sus brazos volvieron a rozarse como en su primer encuentro y Daren se tensó de
inmediato mirándola con unos ojos demasiado feroces para pertenecer a una
persona normal. Luchó contra su impulso de besarla y se adelantó hasta el
fregadero dónde se apoyó e intentó tranquilizar su respiración.
-¿Qué te ocurre, Daren? - se preocupó
ella al verlo reaccionar de aquella forma. Se acercó a él y le puso una mano en
la espalda.
Daren empezó a temblar al sentir el
calor de su palma atravesar el algodón de su camiseta. Aquello era demasiado
para poder aguantarlo. Layla no debía ser consciente de los sentimientos que
producía en él porque era imposible que deseara torturar a una persona de
aquella manera.
-Estoy a punto de cometer una locura -
murmuró con una voz desconocida.
Layla apartó la mano y se alejó un
paso. Daren se estremeció y dejó de temblar.
-Voy a buscar a Cath - dijo algo
asustada sin dejar de mirarlo.
-Espera - suplicó él. Se incorporó un
poco y abrió los ojos -. Ya estoy mejor.
-¿Estás seguro? - le tembló levemente
la voz pero no se movió del sitio.
-Sí. Dame un segundo.
Ella se quedó en silencio y él se
volvió poco a poco. Estaba pálido.
-No tienes buen aspecto.
-Lo sé. Pero se me pasará en un rato -
dijo intentando sonreír.
-¿Te has mareado?
-Me ocurre a veces – explicó -. Es
como si tuviese una bajada de algo.
-¿No has pensado en ir al médico? - le
preguntó entornando los ojos.
-Tendré que acabar yendo.
Daren volvió a la encimera para seguir
preparando la cena. Creía poder soportar que Layla estuviese allí, pero de lo
que no estaba seguro era de lo que ocurriría si ella volvía a tocarlo.
-Esto…¿Las ganas de cometer una locura
también se te han pasado?
-Lo has oído - sonrió él negando con
la cabeza.
-Bueno… ha sido sutil pero no lo
suficiente - también se acercó a la encimera.
Layla puso un poco de la pechuga asada
que Daren estaba cortando en cada pan.
-Sé que al final la acabaré cometiendo
- admitió el chico separándose un poco de ella.
-Espero que no estemos hablando de
suicidio o algo así.
-No, creo que no - volvió a sonreír.
-¿Sabes? - sostenía un trozo del fiambre
con dos dedos y miraba al chico. Él también la miró -. Me has asustado por un
momento.
-No era mi intención, Layla.
-No importa, ya sé que no era tú
intención.
Cath apareció por el comedor colgada aún
del móvil. Su expresión era de un tremendo sopor. Daren y Layla la miraron y
Cath le hizo un gesto al chico para pasarle el teléfono al que él contestó con
una negación rotunda de cabeza. Se alejó de nuevo de ellos dirigiéndose al
salón.
-Espero que hoy cómo estás tú aquí no
se ponga de tan mal humor - comentó Daren.
-¿Por qué?
-Mis padres se enfadaron cuando Cath
decidió venirse conmigo y aún están algo tirantes con ella.
-¿Por qué quisiste venir a Whitefish?
-Es…- Daren buscó las palabras- …
complicado de explicar.
-No es necesario que lo hagas si no
quieres.
-Pensaré como hacerlo y algún día te
lo explicaré.
-Muy bien - sonrió ella -. Estaré
esperando.
-¿Qué estarás esperando? - preguntó
intrigada Cath que por fin había conseguido colgar a su madre y se había puesto
de rodillas en un taburete.
-Que tu hermano me explique porque
decidió venirse a Whitefish.
Cath miró a Daren sonriendo.
-¿No estás un poco pálido? - se
percató entonces.
-Está mucho mejor que hace un momento.
Cath miró a Layla y luego volvió a
mirar a su hermano sin disimular su
desconcierto.
-Me he mareado un poco, pero ya estoy
bien - dijo él. Cath no pareció complacida con la explicación del chico pero no
dijo nada -. ¿Qué os parece si comemos
en la mesa baja del salón sentados en la alfombra? - propuso luego cambiando de
tema.
-A mí me parece bien.
Layla intentó comprender el silencio
de Cath.
-Estoy bien, Cath - El chico se acercó
a la barra donde su hermana estaba apoyada desde el otro lado y le besó la
frente -. Y ahora espabila que tenemos
invitados.
-Voy a despejar la mesa - dijo ella
entonces.
El resto de la velada transcurrió con
normalidad aunque Daren estuvo pendiente en todo momento de no estar muy cerca
de Layla. Por otro lado, la chica y Cath, ajenas a sus extraños sentimientos,
no dejaron de hablar y reír como si su amistad no fuese cosa de tres días, sino
de muchos años
Cuando Layla miró la hora en el reloj
de muñeca de Daren después de un buen rato de charla se sorprendió por lo
rápido que había pasado el tiempo.
-¡Ya son las nueve y media! – exclamó -.
Os ayudo a recoger esto y me acercáis a casa, ¿vale? - se levantó.
-¡No! - negó Cath cogiéndole el plato
y el vaso de las manos.
Layla la miró.
-Luego lo recogeremos nosotros - dijo
Daren también levantándose -. Ahora vamos a llevarte a casa.
-Está bien.
Layla recogió sus cosas y luego los
tres se pusieron sus chaquetas y se dirigieron al garaje.
-El viernes que no hay clases por la
tarde puedes volver a venirte y avanzamos un poco más - comentó Cath en cuanto
se subieron al coche volviéndose hacia atrás.
-Me parece bien porque el sábado me va
a tocar trabajar - dijo Layla.
-Creo que te va a tocar por nuestra
culpa - agregó Daren encendiendo el motor.
-¿Es aquí a dónde vienen?
-Sí - asintió Cath.
-Poneos los cinturones - les advirtió
Daren mientras la puerta automática se abría.
Ellas dos obedecieron.
La tormenta no parecía dispuesta a dar
una tregua en toda la noche. El limpiaparabrisas del coche iba con la velocidad
más rápida y aun así parecía no dar abasto con tanta agua. Los tres iban
callados mirando hacia delante lo poco que se veía de la carretera, hasta que pararon
frente a la casa de la chica que estaba a una manzana del centro de jardinería,
en una de las calles que cruzaban la vía principal.
-Gracias por traerme - dijo Layla
desabrochándose el cinturón.
-Te vas a poner empapada - comentó
Cath.
-Doy una carrera y listo - sonrió.
-Si te tienen que llevar mañana podemos
pasar a buscarte nosotros - le propuso Cath.
-Creo que dispondré de la furgoneta,
pero gracias de todas formas.
-Escríbeme al móvil si quieres que
algún día pasemos, en serio que no nos cuesta nada - insistió.
-Lo sé. Buenas noches - sonrió a Cath
y miró por el retrovisor a Daren.
-Buenas noches - le contestaron los
dos hermanos.
En cuanto Layla entró en casa y se
volvió para despedirse de ellos con la mano Daren puso el coche en marcha y se
alejaron.
Cath no tardó ni un segundo en atacar.
-¿Qué te ha pasado en la cocina? - le
preguntó seria al chico -. ¿Has tenido una visión de esas?
-No. He tenido que contener el impulso
más fuerte que he sentido en mi vida y para serte sincero todavía no sé cómo lo
he hecho - admitió él.
-¿A qué te refieres? - dijo ella
asombrada.
-A lo que estás pensando.
-¡Layla! - exclamó.
-No sé si podré resistirlo la próxima
vez, Cath - musitó él nervioso.- Quizá sea mejor que no me acerque más a ella.
-¡Qué estás diciendo, Daren! ¿Tan malo
es que te sientas atraído por Layla? - se exasperó sin entender nada.
-He soñado que le hacía daño.
-Olvídate de tu sueño - se enfadó -. ¿Tú
crees que serías capaz de hacerle daño?
-He deseado besarla de una manera que
no era humana.
-¡Dios Daren, estás colado por esa
chica! Es normal que desees besarla.
Daren puso un intermitente y paró a un
lado de la carretera con las luces de emergencia. El aguacero que estaba
cayendo en aquellos momentos era tremendo.
-No es una atracción normal, Cath - se
le encaró.
-¿Has estado enamorado alguna vez? -
le preguntó ella sin amedrentarse y también gritando -. Porque yo creo que Genna
nunca fue algo importante… - añadió. Daren no dijo nada -. ¿Estás asustado por
qué tienes miedo de hacerle daño o por qué tienes miedo de que ella te lo haga
a ti? - le preguntó luego más calmada.
-Soportaría mi dolor pero no el de
ella...
-Eso que estás diciendo es lo más
grande que un hombre podría decirle a una mujer…- Cath le cogió una mano.
-Layla me quema cuando me toca.
-¿Te quema? - se extrañó.
-Literalmente, me quema - asintió
Daren -. Me causa dolor físico y mi cuerpo reacciona queriendo protegerse,
queriendo atacarla o algo así. Es como si la desease y la odiase a la vez - le
apretó la mano levemente y el tormento en sus ojos se hizo casi palpable -. No
obstante, el deseo de besarla y quererla cerca siempre es más fuerte.
-Pues quédate con eso, Daren. Jamás le
harás daño si tu… amor por ella es más fuerte que todo lo demás que puedas
sentir o soñar.
-Mi amor…- murmuró él sarcástico.
-Si imperase el deseo la hubieses
besado y a la mierda con todo lo demás - le gritó Cath que se había vuelto a
enfadar con el último comentario de su hermano -. En cambio te has contenido y
has pensado en lo mejor para ella. Si eso no es amor no sé que puede ser.
Daren se sintió reconfortado con las palabras
de su hermana.
-¿Quién se supone que es el mayor de
los dos? - bromeó después de un largo silencio.
-Tú. Pero estás bajo demasiada presión
últimamente y no ves las cosas con tanta claridad - sonrió ella.
-Mejor volvemos a casa, ¿no?
-Sí - asintió mirándolo.
Retomaron el camino de vuelta con
extrema precaución porque había llegado un punto en el que la visión era
prácticamente nula por el agua, y cuando llegaron a casa Cath se duchó mientras
Daren recogió la mesa y la cocina.
Luego el chico lo cerró todo y subió a
su cuarto.
-¿Puedo entrar ya, Cath? - preguntó
mientras se quitaba la camiseta y la lanzaba sobre la cama.
-Sí – contestó ella desde el baño
haciéndose oír por encima del secador.
Daren entró con el pijama en las manos.
Ambos se miraron y se sonrieron a través del espejo.
-¿De qué te ríes? - preguntó Cath
cuando terminó de secarse el pelo.
-De tus indomables rizos.
-Les tengo mucho cariño pero a veces
consiguen sacarme de mis casillas.
-Eres guapísima, Cath.
-Creo que le tengo un poco de envidia
a Layla…- comentó ella volviéndose.
-¿Por el pelo? - bromeó él sin
entender a lo que su hermana se refería.
-Porque aunque ella no lo sepa tiene
en ti a una persona que la quiere de una forma especial.
-No soy tan especial, Cath - sonrió.
-Deja que sea una chica la que opine
sobre eso.
Se volvió hacia el espejo y empezó a
recoger sus cosas. Daren le rodeó la cintura con un abrazo y apoyó la barbilla
en su cabeza. Cath lo miró a través del cristal.
-Quizá haya alguien suspirando por ti
del mismo modo que yo suspiro por Layla…- le dijo sonriendo.
-Si te refieres a Simon es culo veo,
culo quiero, así que no hablemos más - le dijo divertida y zanjando la
conversación
Después de unas risas y de que su
hermana saliese del baño Daren se duchó.
Cuando por la mañana el chico se
levantó con el sonido de la alarma casi no podía creerse que hubiese dormido la
noche entera de un tirón.
-¡Entro primera al baño! - le gritó
Cath desde su cuarto.
-Pues cómo siempre - sonrió él.
-Pues cómo tiene que ser.
-Pues no se hable más.
Daren la oyó reír. Bajó a preparar
unos cafés y de paso encendió su portátil que estaba en la mesa del comedor
junto al de su hermana tal y como los habían dejado la noche antes.
Tenía un correo nuevo. Sonrió al ver a
la inesperada remitente y lo abrió.
Pensé
que la locura era que me ibas a morder o algo así. Gracias por dejarme el
ordenador y por la cena. LAYLA.
El chico dejó la taza a un lado y se
puso a escribir.
No
estés tan segura de que no pueda hacerlo. Es un placer tenerte en casa. DAREN.
Envió el mensaje y luego se acabó el
café y volvió a subir.
-¿Has hecho café? - le preguntó su
hermana que se cruzó con él en el pasillo.
-Pues cómo siempre - bromeó él.
Cath le echó una ojeada a su brazo.
-Esto no podría ser un milagro o algo
así - le dijo entonces.
-Dejemos las intervenciones divinas y
espabilemos.
-Por cierto… - se volvió cuando
empezaba a bajar -. ¿Cómo has dormido esta noche?
-De un tirón. Pensé que nunca más iba
a poder hacerlo.
-Eso es el amor - sonrió reanudando la marcha.
Daren se arregló en unos minutos y
cuando bajó, Cath se colocaba la chaqueta.
El día había amanecido especialmente
despejado después de toda la noche de tormenta y cuando llegaron al instituto
corría un aire frío como el hielo.
-Cuando llegue el invierno me voy a
congelar - comentó Cath al abrir la puerta del coche.
-El frío te curte la piel - le dijo él
burlón.
-Vete a la mierda, Daren - rió.
-Voy a ir a comprar algunas cosas. ¿Tú
necesitas algo?
-Más ropa de abrigo… - estaba casi
tiritando.
-Para eso tienes que venir tú. Si
quieres podemos acercarnos a Kalispell algún día.
-Entonces compra vendas y gasas y todo
eso a lo que te has vuelto adepto.
-Muy graciosa…
-Nos vemos por la tarde - salió del
coche y cerró la puerta. Después cogió la mochila de detrás y se asomó por la
ventanilla que él había bajado -. Pórtate bien.
-Descuida.
Layla que llegaba en aquel momento les
pitó y aparcó junto a ellos. Enseguida bajó de la furgoneta y se acercó a Cath.
-Buenos días – la saludó.
-Buenos días, Layla.
También se agachó junto a la
ventanilla.
-Buenos días, Daren.
-Hola Layla - sonrió él.
Cath volvió a agacharse junto a Layla.
Las dos miraban a Daren.
-Podrías comprar algo y que Layla se
quede a cenar mañana… - propuso.
-No tenéis que invitarme a comer cada
vez que quedemos para hacer un trabajo…
-No tenemos pero queremos - le sonrió
Cath.
-Está bien - contestó ella también sonriendo.
-Podemos hacer un festival mejicano o
algo así, pero… sin mucho picante – planteó mirando de nuevo a su hermano.
-Con no poner mucho chile ya está. ¿A
ti te apetece, Layla?
-No pienso discutir lo que decidáis -
le dijo ella.
-Entonces compra tortitas, nachos y …
¿tequila?
Los tres rieron.
-No te preocupes sé lo que tengo que
comprar.
-Por supuesto – sonrió con picardía
Cath -. Vas a cocinar tú.
-Es verdad, que con mi faceta de chef
resulto muy atractivo, ¿no? - bromeó Daren recordando su comentario de días
atrás.
-Eres atractivo sin necesidad de
ninguna faceta - comentó Layla.- ¿Puedes preguntárselo a Susan?
Cath y Daren la miraron sorprendidos.
-Ahora es cuando decidís que es hora de
marchaos porque llegáis tarde - les dijo él después de un silencio.
-Sí…- se espabiló Layla siendo
consciente de lo que acababa de decir y sonrojándose levemente -. Creo que será
lo mejor.
-Hasta luego - se despidió él.
-Adiós - contestaron ambas
incorporándose y echando a andar.
Daren las observó alejarse y luego
sonriendo puso el coche en marcha y salió del instituto.
Cath y Layla caminaron unos pasos en
silencio.
-Dime que el comentario sobre el atractivo
de tu hermano no llevaba ningún mensaje subliminal - comentó la segunda con una
mueca de esperanza en el rostro antes de acercarse al grupo que las esperaba en
la puerta.
-Bueno… ¿quieres que te sea sincera?
-Mejor no - suspiró Layla -. No voy a
poder mirar a Daren a la cara en mucho tiempo.
-Podía haber sido peor - la intentó animar
Cath.
-Cambiemos de tema porque ahora para
colmo Susan me preguntará para mosquear a Kevin y todo eso que ya sabes…
-¿Crees que acabaran juntos otra vez?
-Cosas más raras se han visto - sonrió
Layla.
-Buenos días, chicas - las saludó
Simon.
-Hola - contestaron ellas sin mucho
ímpetu.
-Vaya, estáis frías cómo el día, ¿no? -
bromeó Greg.
-¿No fue bien la tarde?
Ante la última pregunta, que fue de
Susan, las dos chicas se miraron.
-La tarde fue genial Susan - sonrió
Layla –. Estuvimos de marcha con Darwin y su teoría de la evolución.
Los demás del grupo rieron.
-No me refería a …
-Sé a lo que te referías - asintió
Layla -. Pero… no creo que sea del interés de todos los presentes - miró de
soslayo a Kevin. Él le sonrió como muestra de agradecimiento.
-Vayamos entrando chicos, todavía no
estoy acostumbrada a este frío y me estoy quedando congelada - propuso Cath.
-Sí, vayamos dentro - sonrió Simon
mirándola.
Layla y Cath pasaron las dos primeras
horas sentadas una junto a otra. Estaban dando las grandes obras de la literatura
universal y como trabajo el profesor les
mandó leer diferentes libros para luego hacer exposiciones de ellos en clase
antes de Navidad, a Cath le tocó Crimen y
Castigo de Dostoievski y a Layla Guerra
y Paz de Tolstoi.
Ambas salieron del aula comentando con
Simon la clase y se dirigieron hacia el comedor. Sólo Kevin estaba allí cuando
llegaron.
-¿Te han echado de clase? - bromeó
Layla sentándose junto a él con su bandeja.
-Nos han dejado salir cinco minutos antes
- sonrió.
-Eso está bien, todos los profes
deberían considerar esa opción - dijo Cath.
Kevin la miró y todos rieron. Luego el
chico se volvió de nuevo hacia Layla.
-Quería agradecerte lo de antes.
-No me agradezcas nada. Me pone
enferma cuando se comporta de esa forma.
-Me la tiene jurada…
-Pues lo que deberías hacer es
olvidarte ya de ella.
-Es difícil cuando la ves todos los
días.
-Lo sé, perdona - se exasperó Layla.
Susan entró en aquellos momentos con
Greg y Amanda. Layla la miró, era algo más alta que ella y muy atractiva. Cath
también se volvió hacia la entrada.
-Sabe que es guapa y juega con
ventaja…- comentó Simon.
-No todo es un buen cuerpo - dijo
Layla volviéndose hacia su bandeja y cogiendo una manzana.- De que le sirve
tanto atractivo si luego tiene menos sensibilidad que Chuck Norris.
Los cuatro que estaban en la mesa se
echaron a reír a carcajada limpia de forma incontrolada.
-¿De quién ha sido el chiste? -
preguntó Amanda que sólo se había cogido un zumo y fue la primera en unirse a
ellos.
-Ha sido de Layla pero es que ha sido
tremendo - le contestó Simon sin poder dejar de reírse.
-Venga, parad ya - les dijo Cath que
veía a Susan acercarse, aunque ella misma era incapaz de contenerse.
Cuando Greg y la chica se sentaban
todavía no habían logrado calmarse del todo.
-¿De qué os reís? - preguntó Susan.
-De Layla, que se ha atragantado -
mintió Cath mirando a la chica. Ésta le sonrió.
Daren aparcó en la misma plaza que por
la mañana, que seguía libre junto a la Ford de Layla. Bajó del coche y se apoyó
en éste mirando hacia el edificio. En algunas clases empezaba a haber
movimiento aunque no hubiese sonado el timbre. Entonces notó que la imagen que
tenía ante él se difuminaba y se encontraba en un nuevo escenario. Era una
explanada junto a la carretera iluminada por la luz de la luna. Había un coche
parado en la cuneta con una pareja besándose en su interior. Daren miró en
derredor buscando algo fuera de lo normal. Alguien cruzaba el claro saliendo
desde el bosque. El chico saltó de aquella forma tan felina a la que se estaba
empezando a acostumbrar y cortó el paso de su nuevo enemigo. El hombre se
detuvo en seco y se quedó clavado en el sitio con pose amenazante. Daren oyó un
grito que provenía del coche y se giró. Había alguien más en la escena.
Se agachó para tomar aire en el mismo
momento en que Cath y Layla se detenían junto a él.
-¿Qué pasa Daren? - exclamó su
hermana.
Las dos se habían agachado dejando sus
mochilas en el suelo.
-Estoy bien, estoy bien…- murmuró él
levantando un poco la cabeza para mirarlas.
-Vuelves a estar pálido - comentó
Layla.
Algunos alumnos que se habían
percatado de lo que ocurría miraban la escena con interés.
-Tendrás que conducir tú, Cath.
-No te preocupes - dijo ella. Luego él
hizo ademán de incorporarse -. Levántate despacio no sea que te marees.
Instintivamente Cath y Layla le cogieron
un brazo cada una. En ese preciso momento, Daren sintió un nuevo arrebato y se
volvió hacia Layla. La chica reconoció la misma mirada que la noche anterior
pero no lo soltó. Daren se puso a temblar y cerró los ojos intentando
quitársela de la cabeza. Se levantó
lentamente ayudado por ambas y se apoyó de nuevo en el coche.
Layla lo soltó para abrir la puerta
delantera del vehículo y Daren se relajó.
-¿Estás mejor? - preguntó su hermana.
Daren abrió los ojos y la miró.
-Sí – asintió -. Me parece que la que
está temblando ahora eres tú - le sonrió.
Layla los miró a ambos.
-¿Podrás conducir, Cath? – se preocupó.
-Creo que sí.
-Gracias, Layla - sonrió el chico.
-En serio Daren, deberías ir al médico
- sugirió ella con notable inquietud en la voz.
Él afirmó con la cabeza y entró al
coche. Layla cerró la puerta y se agachó junto a la ventana. Daren bajó el vidrio
mientras Cath recogía sus cosas y se sentaba en la plaza del conductor.
-¿Queréis que os siga?
-Tranquila. Todo está en orden. Ahora
ya podría conducir y todo - sonrió él.
-Mejor no lo hagas, ¿vale?
-No lo permitiría, puedes estar segura
- dijo Cath colocándose el asiento y los retrovisores.
-Os llamo en un rato.
Layla se levantó y se apartó para que
el Dodge pudiese salir.
Cath suspiró cuando estuvieron solos.
-¿Qué te ha pasado esta vez?
-He tenido una nueva visión - le dijo
él.
Ella ahogó un sollozo y se concentró
en la conducción.
-¿Cuándo? - preguntó ansiosa.
-No lo sé, pero supongo que pronto.
No volvieron a hablar en lo que restó
de trayecto.
Cuando Cath aparcó el coche en el
garaje y se quitó el cinturón se volvió hacia Daren. Su expresión era la viva
imagen de la palabra tormento.
-No soportaría que te pasase algo.
-No me va a pasar nada - le tomó el
rostro y le besó la frente -. Tengo mucho que perder y no voy a permitirlo.
-Ojalá pudiese creerte.
-No pienses más en ello, por favor - le
suplicó -. Cuando te veo triste me pongo de mal humor.
-Pues no hagas cosas que me pongan
triste - le reprochó ella.
Daren sonrió y un móvil empezó a sonar
en el asiento trasero. Cath cogió su mochila y lo sacó de un bolsillo.
-Hola Layla.
-¿Estáis en casa ya?
-Sí - contestó mirando al chico -.
Acabamos de aparcar, aún estamos en el garaje.
-¿Cómo está Daren?
-Bien, no te preocupes, ya está
poniéndome de mal humor y todo.
-Os dejo entonces - rió.
-Gracias por llamar, Layla.
-No se merecen.
Ambas cortaron la comunicación. Los
dos hermanos se miraron un momento en silencio sintiéndose afortunados de que
él otro estuviese allí.
-Nos has dado un buen susto… - murmuró
ella.
-Lo sé.
-Layla va a pensar que estás hecho
polvo.
-Quizá eso sería lo más fácil. - Se
encogió de hombros.
-Pero no lo correcto - sonrió Cath
abriendo su puerta y saliendo.
No ocurrió nada aquella noche aunque
Daren no durmió casi nada esperando que así fuese. Se pasó las horas
preguntándose cómo iba a enfrentarse a dos enemigos a la vez e intentando urdir
un plan para ello.
Sobre las cinco de la mañana se acordó
de Layla y decidió dejar sus maquinaciones y consultar si tenía algún e-mail.
La chica le había contestado a las
diez de la noche.
Si
me vas a mirar muchas veces como los dos últimos días voy a plantearme
seriamente si eres tan humano cómo pareces.
LAYLA.
Daren se preguntó hasta cuándo podría
ocultarle a la chica que realmente ella tenía algo de razón.
Sólo
quiero que sepas que hay opiniones que me importan mucho más que las de…
¿Susan?. Tanto si se refieren a mi atractivo como si dudan de mi
naturaleza. DAREN.
Por la mañana Daren acercó de nuevo a
Cath al instituto. La primera semana de clases de la chica llegaba a su fin y
el balance había sido realmente positivo. Ella se encontraba muy integrada
entre sus nuevos compañeros y Daren era feliz sólo con verla. Ese día tenía
gimnasia y llevaba una bolsa de deportes además de la mochila.
-Tienes unas ojeras espectaculares -
observó la chica cuando él detenía el coche junto al de Layla.
-No he dormido bien… pero no porque
haya tenido ninguna visión ni ningún malestar ni nada por el estilo.
Simplemente porque no podía conciliar el sueño.
-Claro, dormiste de un tirón ayer y
ahora no te toca ya hasta dentro de tres o cuatro días, ¿no?
-Supongo que sí – se encogió de
hombros él.
Se bajaron y se acercaron a Layla que
los esperaba también con dos bolsas.
-A ti te vendría bien una clase de
gimnasia con nosotras - bromeó ella dirigiendo sus palabras al chico -. Tienes
unas ojeras terribles.
-Lo sé - admitió sonriendo -. Pero quizá
tendría que plantearme lo de la gimnasia. ¿Tú crees que me dejarían matricularme
sólo en esa asignatura?
Las dos chicas rieron.
-Por lo menos está igual de payaso que
siempre - comentó luego Cath poniendo los ojos en blanco.
Susan aparcó el coche junto al de
Layla y les saludó con la mano. Luego se bajó y se acercó a ellos. Aquel día
estaba realmente arrebatadora. Llevaba unos vaqueros ajustados y la perfecta
melena, rubia y lisa, suelta.
-Buenos días - los saludó con una
impecable sonrisa dibujada en el rostro.
-Hola - contestaron Cath y Daren.
Layla la observó expectante con una
mano apoyada en la cintura. Daren desvió su vista hacia ella y sonrió al verla
con aquella pose tan divertida. Layla no se percató de ello pero estaba
acaparando toda su atención.
-Daren… te voy a presentar a Susan -
dijo Cath muy despacio al cabo de unos segundos mirando a su hermano y a Layla.
-Encantada de conocerte, Daren - lo
saludó ella acercándose al chico más de
lo necesario para tenderle una mano.
-Igualmente…Susan - murmuró Daren
correspondiendo al saludo. Inmediatamente después su mirada se volvió de nuevo hacia
Layla que sonreía y afirmaba con la cabeza.
Cath también se volvió hacia ella y se
encogió de hombros.
-Cath habla mucho de ti. - Susan miró
directamente al chico.
-Espero que para bien.
-Ten por seguro que sí – sonrió -. ¿Esto…
le habéis comentado algo de lo del próximo fin de semana? - comentó luego -.
Podrías venir con nosotros...
Daren interrogó a su hermana con la
mirada.
-No sabía que ya habíamos quedado en
algo seguro…- dijo ella.
-Ayer hablaron de ir a Kalispell el
sábado por la noche.
-No lo sabía.
-¿Tú tampoco, Layla? - preguntó Susan
mirando a la chica.
Daren esperó con curiosidad su
respuesta. Le parecía que había cierta tensión entre ambas. Layla le pareció
más guapa que nunca con aquella mirada expectante.
-No - dijo al fin -. Yo tampoco lo
sabía.
-Pues hoy lo acabamos de hablar porque
yo pensaba que sí.
-Bueno, será mejor que vayamos
entrando - propuso Cath mirando a la estatua de Layla e intentando acabar con
aquella incómoda situación.
-Yo vengo por la tarde a buscarte.
Hasta luego a todas – se despidió Daren, y aprovechando que tenía que bordear
el coche para ir hasta su plaza se acercó a Layla un poco -. Despierta - le
susurró inclinándose levemente hacia ella.
Ella se volvió hacia él sobresaltada y
sonrió.
Cath y Layla no coincidieron hasta la
última hora de la mañana de camino a la clase de gimnasia.
-Que pesadez de día - comentó la
primera.
-A mí también se me ha hecho muy
largo.
Entraron a los vestuarios con Amanda,
que también se había unido a ellas en las escaleras, y dejaron las cosas en el
mismo taburete largo de madera. Ya había chicas cambiadas y otras que lo
hacían.
Layla se sentó para desatarse las
zapatillas y la puerta volvió a abrirse.
-¡Hola! - las saludaron Susan y Sarah.
Su majestuosidad invadió todo el
vestuario en el mismo momento en que puso un pie dentro. Layla la miró de
soslayo y Cath miró a Layla.
La recién llegada colocó sus cosas
junto a las de Layla que a su vez estaba junto a Cath y se sentó para
desabrocharse las botas.
-Daren me ha perecido encantador -
comentó decidida a dirigir la conversación hacia el tema que le interesaba -.
Además de guapísimo.
Cath que se estaba quitando los vaqueros
se quedó parada mirándola. Creía percibir un interés más allá del placer de
hacerle daño a Kevin.
-Es cuestión de genes - dijo Amanda –. No ves lo guapa que es Cath.
-Gracias - sonrió la aludida
mirándola.
-A ver si lo convences para que el
sábado se venga de fiesta.
Cath miró a Layla que se había
levantado y se estaba poniendo los pantalones del chándal. No había abierto la
boca todavía pero no parecía molesta por lo que se estaba comentando.
-¿Le has dicho algo? - preguntó Sarah.
Cath se dio cuenta de que estaba
preguntándoselo a ella.
-No, no le he dicho nada - sonrió acabando
de desnudarse.
Susan se levantó y empezó a quitarse
la ropa también.
-Pues díselo. Podría ser interesante
que viniese…- comentó pícara.
-Pero… ¿cuántos años tiene? - preguntó
Sarah.
-Veintiuno - contestó Cath.
Layla había terminado de vestirse y se
estaba recogiendo una coleta delante de uno de los espejos. Cath volvió a mirarla
a través del cristal y la chica percatándose de ello le sonrió.
-Tiene la edad ideal - dijo Susan, que
seguía con lo suyo -. No es un crio y no es mayor para nosotras.
Esta vez Layla cambió su expresión. Se
quedó parada con los brazos en alto y con la goma del pelo a medio poner.
-Vaya Cath, parece que a Susan le gusta tu
hermano - sonrió Sarah.
-Es que tú no lo has olido…- suspiró
la otra.
Layla dejó su tarea y salió del vestuario
con el pelo sin recoger de forma repentina. Todas la miraron y Cath se apresuró
en ponerse la camiseta para salir tras ella.
-¿Qué le pasa? - se preocupó Amanda.
-Tiene el día muy raro - comentó
Susan.
Layla se había sentado en un banco del
pasillo con las piernas recogidas con los brazos y la cabeza apoyada en las
rodillas.
Cath se sentó junto a ella.
-¿Estás bien, Layla?
La chica volvió la cabeza para mirarla
y sonrió.
-Sí, no te preocupes. Es que Susan me
pone un poco nerviosa a veces.
-Menos mal que Kevin no estaba
delante, ¿no?
-Lo mismo hubiésemos conseguido que
abriese los ojos de una vez por todas…
-Tienes razón - asintió Cath.
Después de un breve silencio Layla
comentó:
-Susan va a ir a por todas con Daren.
Como el sábado se venga a Kalispell ya puede prepararse para un ataque frontal
en toda regla.
Cath rió despreocupadamente.
-Daren sabe defenderse bastante bien -
dijo luego.
-Mira que las armas de seducción de
Susan tienen pinta de ser muy peligrosas…- bromeó su compañera.
-Ya pero… no son las armas de seducción
que le van a mi hermano - sonrió.
-Si tú lo dices…- se encogió de
hombros.
-Es porque lo sé.
La puerta de los vestuarios se abrió y
Amanda se asomó por ella.
-¡Chicas! - las llamó con apremio -.
El profe ya está en el gimnasio.
Las dos compañeras se levantaron y
corrieron hacia ella.