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viernes, 24 de junio de 2011

De vacaciones...

Hola compañeros!!!

Qué tal la noche de ayer? Verbena, hogueras, fuegos artificiales, magia... Qué ya hemos pasado la noche de San Juan, el solsticio de verano y ya están aquí las esperadas VACACIONES!!! Bueno, ya sé que este año para muchos van a resumirse en no trabajar y poco más (mierda de crisis!!!) pero habrá que conformarse y ser positivos... ¡¡¡seguro que otro año podréis realizar el viaje de vuestros sueños!!! Yo soy feliz con poder estar con mi familia disfrutando de la casa que mi abuela conserva en un pueblo de la Sierra Norte Sevillana (por lo menos nos moveremos de la congestionada y agobiante ciudad durante unos días, sin gastarnos muchas pelas). 
Además, reconozco que tengo la suerte de estar sumida en un mundo que te permite viajar constantemente y que sé que comparto con muchos de vosotros, la escritura. Supongo que coincidís conmigo cuando os aseguro que desaparezco del espacio/tiempo real cuando escribo. Es como sentir que estás formando parte de la historia, como una especie de personaje más, que lo graba todo para luego plasmarlo en "papel". Viajas, en mi caso a Montana (aunque ahora estoy dividida entre dos localizaciones) y realmente llegas a inmiscuirte tanto en la narración que parece que estás físicamente allí. 
Estoy segura de que este veranito voy a ponerme las pilas y a escribir mucho porque tengo "muchas ganas" de terminar la trilogía para que, por fin, podáis decidir si os gusta el final que pienso darle o si por el contrario me "crucificáis" por ello (espero fervorosamente que la primera opción sea la buena, aunque ya sabéis que aceptaré todas vuestras críticas, porque cualquiera que se haya leído mis libros merece mi total atención).
Llevo unas semanas sintiéndome especialmente feliz y arropada por muchos otros escritores que rondan por la red y que persiguen el mismo sueño que yo... Ver algún día nuestros relatos en las librerías y poder compartir nuestras tan queridas historias con un público amplio y variado. Haceros partícipes de nuestros sueños, nuestros personajes y nuestras maravillosas idas de cabeza... Merecéis poder leer El arcángel de luz, que ha caído en mis manos como por arte de magia; la historia de William, un vampiro que estoy teniendo el placer de conocer ahora; así como las magníficas Historias de Thèramon y much@ más... Hay tanto talento y tantas ganas corriendo y buscando oportunidades!!! OS DESEO MUCHÍSIMA SUERTE A TODOS COMPAÑEROS!!! Ya sabéis que por el momento, hasta que alguno peguéis el bombazo, podéis contar conmigo para leer vuestros relatos.

A mis lectores os pido disculpas y paciencia. Sé que entre Aliento y Corazón no hubo una espera tan larga como ahora, pero es que quiero ofreceros lo que os merecéis y estoy intentando hacerlo lo mejor que puedo.

GRACIAS A TODOS, os pido que sigáis corriendo la voz para que los seguidores del blog y de facebook sigan aumentando, porque me gustaría que la historia de Daren llegase a muchísima gente. 
Os dejo un nuevo capítulo de Aliento (el primer libro de El umbral del alma) y unas líneas de Vida.

Espero vuestros comentarios porque me dan unos subidones impresionantes y me alientan, nunca mejor dicho, a seguir perseverando en mi sueño...



Párrafo de Vida ( os aconsejo que no lo leáis si antes no habéis leído Aliento y Corazón):

La leve presión que Layla ejerció en su mano fue como otorgarle cobijo ante su miedo. Daren no se había planteado que la última vez que había estado en aquella iglesia tan solo era un niño. Un niño que asistía, ajeno a lo que pasaba, al funeral de su familia al completo. 


Séptimo capítulo de Aliento:

 CAZADORES Y PROTECTORES

“Jamás dejes que las dudas paralicen tus acciones. Toma siempre todas las decisiones que necesites tomar, incluso sin tener la seguridad o certeza de que estás decidiendo correctamente.”

Paulo Coelho (novelista, director… brasileño)


Daren intentó reordenar sus pensamientos mientras avanzaba hacia el claro. Intentó guardar a Layla en su corazón y recuperó la visión de su cabeza para examinarla. Había alguien más en ella además del enemigo al que cortaba el paso. ¿Podré desdoblarme?, se preguntó, aunque le pareció algo poco probable. Las bambas le molestaban, prefería correr descalzo aunque pareciese raro. Se detuvo en seco para quitárselas y sonrió cuando se sintió más rápido. No sabía lo que iba a hacer pero parecía que su cuerpo se sentía extrañamente optimista.
Vislumbró el claro al mismo tiempo que llegaba a él. Era todo tan rápido que todavía le resultaba algo mareante. Veía a lo lejos y antes de asimilarlo ya estaba allí, debería acostumbrarse a eso.
Levantó la vista hacia el cielo estrellado y contempló la brillante luna casi llena. Luego miró hacia la carretera y localizó el coche justo dónde debía estar.
Entonces empezó a sentir la aproximación de alguien desde el bosque. Ya tenía a uno localizado. Entrecerró los ojos intentando percibir al otro y lo localizó algo más lejos. Creyó tener tiempo suficiente para salir en busca del que había visto y luego de ir a por el desconocido, aunque en su visión no había ocurrido así. Se lanzó como si hubiesen dado el pistoletazo del inicio de una carrera y se dirigió de frente hacia su enemigo. Éste no se amedrentó al verlo y siguió avanzando sin aminorar su marcha. Daren saltó en el momento en el que el choque era inminente y se volvió antes de llegar al suelo para lanzarse sobre su espalda. Se agarró a él como a un clavo ardiente, con sus brazos apresándole el cuello y sus piernas rodeándole el torso. El otro se revolvió de manera brusca intentando zafarse y, como vio que no podía, se dejó caer hacia atrás con todas sus fuerzas. Daren se golpeó la espalda con algo que había en el suelo, al caer, pero no soltó a su presa de la que soportaba todo el peso. Decidió rodar para colocarse encima y, como de costumbre, lo hizo antes de acabar de pensarlo. Los ojos más fieros que el chico había visto hasta entonces se clavaron en los suyos amenazantes y rebosantes de odio y maldad. Sedientos de muerte.
Los sentidos de Daren le pusieron alerta de la proximidad al vehículo del otro individuo y le impulsaron a acabar rápido con aquella lucha si quería llegar a tiempo. El chico levantó una de sus manos y se la miró unos instantes. Actúa, se dijo. Es lo correcto. Sabía exactamente dónde debía dirigirla con toda la fuerza que le fuese posible. Sintió desgarrar piel, carne, músculos y huesos con una claridad increíble hasta llegar a su objetivo; el corazón, que notó palpitar en su mano antes de arrancarlo.
Una sensación de triunfo le recorrió el cuerpo mientras sentía que algo se desprendía del cadáver y lo traspasaba para luego desvanecerse. En décimas de segundos vio y sintió diferentes vidas que parecían liberarse a través de él. Aquello no estaba en sus planes pero sí en los de su cuerpo, que le obligó a levantarse sin más dilación y a dirigirse hacia el coche.
El otro individuo arrancaba la puerta y sacaba al chico cogiéndolo por el cuello cuando Daren se detuvo al otro lado del vehículo. Los gritos de la chica y los quejidos de su novio parecían estar a un volumen superior al que era normal, como amplificados. Él sabía que era debido a que su sentido del oído se volvía igual de agudo que todos los demás.
El hombre, de una edad similar a la de Daren, lo miró con interés y dejó caer a su víctima al suelo para luego saltar por encima del vehículo y colocarse tras él que se giró y se agachó a la vez, esquivando un puñetazo.
-Eres rápido, pero no lo suficiente…- sonrió el desconocido con un tono de voz imponente. Su otra mano salió disparada hacia delante y agarró a Daren por el hombro haciéndolo levantarse. Notó dolor y como la sangre corría por su espalda y su pecho. No era el grado de dolor que sabía que iba a sentir cuando todo terminase, pero se sorprendió porque en sus otros encuentros no lo había sentido tan intenso como en aquel momento.
Con un rápido movimiento se echó hacia delante y golpeó a su adversario violentamente con la cabeza. Los dos retrocedieron unos pasos. La sangre empañaba un poco la visión de Daren, pero el otro, por el contrario, parecía intacto.
-Voy a tener que darte tu merecido por atreverte a tocarme protector - dijo en tono burlón. Su voz parecía retumbar en todo el bosque –. Además por lo que percibo acabas de causar una baja entre nosotros.
Ataca, se dijo Daren. Su cuerpo se agazapó para tomar impulso y saltó, pero el otro pareció adivinar sus intenciones y también lo hizo antes que él. Se agarraron violentamente. Daren notó como una mano presionaba su cuello y él apretó con más fuerza los dos hombros de su adversario. Cuando cayeron al suelo y Daren fue a incorporarse su enemigo saltó sobre él y le arañó el rostro y el cuello, para luego aferrarse de nuevo a éste último. Daren intentó soltar aquella mano que lo ahogaba con las suyas pero su fuerza no era suficiente.
-Ya está bien de jueguecitos. Has conseguido salvar a dos almas y has matado a un cazador en una noche pero no vas a tener la oportunidad de hacer nada más en esta vida.
-¡Basta! - ordenó alguien que había aparecido de repente en el claro. Daren notó que la presión en su cuello disminuía y que el cuerpo que tenía encima se levantaba -. Te dije que si te cruzabas con él me avisases, no que lo matases - le reprochó con severidad y autoridad el recién llegado al otro.
-Ataca con rapidez y he tenido que defenderme, señor.
Daren contempló la escena intentando recobrar el aire. Entonces el que parecía mandar se acercó a él y se agachó. Era un hombre de unos treinta años con el pelo oscuro.
-Si no puedes con tu enemigo únete a él - dijo.
-No pienso unirme a lo que sea que seáis - le contestó Daren jadeando.
-Eres más parecido a nosotros de lo que te piensas. - Daren se incorporó con rapidez  y su interlocutor saltó hacia atrás  para  no  ser alcanzado por su puño -. No hagas que me arrepienta de dejarte con vida.
-Te vas a arrepentir - le espetó Daren escupiendo la sangre que se le metía en la boca procedente del corte en la cabeza y del arañazo.
-Quizá…- susurró el hombre -. Pero cumplo ordenes y por el momento esto debe quedarse así. Espero que no mates a muchos de los nuestros porque podrías arrepentirte.
-Lo dudo…
-Vámonos - ordenó al más joven -. Me ha encantado conocerte al fin, Daren.
Ambos desaparecieron con una velocidad inimaginable perdiéndose en la oscuridad del bosque.
Daren se dejó caer en la hierba bocarriba e intentó respirar con normalidad. Almas, protector, cazadores… pensó aturdido. Se incorporó cuando fue consciente de que empezaba a dolerle la cabeza  y de que no llegaría a casa sino se ponía en marcha.

Cath y Layla estaban acurrucadas junto a la chimenea cubiertas con dos mantas  y mirando en la dirección en la que Daren se había marchado. Las lágrimas habían dejado sus mejillas sonrosadas y sus cuerpos fatigados pero eran reacias a sucumbir al sueño.
-¿Quieres agua?
-Ya voy yo, Cath – dijo levantándose -. No puedo estar sentada ni un minuto más.
-Bien, cómo quieras.
Layla dejó su manta en la alfombra y se dirigió a la cocina. Cogió una jarra con agua y la puso en la barra. Luego se volvió para coger dos vasos y entonces oyó su nombre pronunciado por Daren dentro de su cabeza. Se volvió hacia la puerta de la terraza y vio el cuerpo del chico tirado sobre la piedra.
-¡Daren! - exclamó dejando caer los vasos y corriendo hacia la puerta.
Cath se levantó de golpe y salió disparada hacia la cocina. Layla se arrodillaba junto a su hermano cuando ella llegó.
-¡Dios! - exclamó al verlo en aquel estado -. Espera Layla - le gritó.
Layla detuvo la mano que iba a colocar en la espalda del chico y la miró.
-¡¿Qué?! - se asustó.
-Daren me hizo prometerle que jamás me acercaría a él sino estaba segura de que me había reconocido - dijo arrodillándose junto a su amiga.
-Cath, no creo que pueda reconocernos en este estado…
Cath se acercó al rostro de su hermano que estaba desconocido con tanta sangre. Quizá Layla tuviese razón, porque Daren no parecía estar consciente.
-Daren…- le susurró. El chico no se movió - Dime algo por favor - le suplicó entonces sollozando.
-No llores Cath - murmuró Daren.
Las dos chicas sonrieron.
-Tenemos que llevarte dentro, Daren - continuó su hermana -. ¿Puedes levantarte si te ayudamos?
-No creo…- musitó abriendo los ojos y enfocando los dos rostros compungidos que lo observaban -. Mis ángeles…
-Tienes que intentarlo - le sonrió Layla -. Solas no podemos.
Él asintió con un leve gesto de cabeza e intentó empezar a incorporarse.
-Espera, no lo hagas solo - dijo Cath colocándose al otro lado del cuerpo de su hermano. Layla lo agarró por un brazo. Daren tembló y se sorprendió al sentirla con todo lo que tenía encima. La miró con sus ojos felinos cambiando a la mirada lasciva que sólo la chica conocía.
-No es momento para que tengas miedo de lanzarte sobre mí, no creo que pudieses hacerlo - le dijo ella.
-No estés tan segura en lo que a mi deseo por ti se refiere - murmuró él.
Cath le agarró el otro brazo.
-Venga Layla, ahora.
Las dos tiraron a la vez intentando ayudarlo a ponerse de rodillas. Daren las ayudó intentando apoyar sus manos en el suelo.
-¡Joder! - exclamó con una mueca de dolor. Notó como las dos chicas aflojaban sus intentos por levantarlo -. No paréis ahora, de un golpe o no lo aguantaré.
Ellas obedecieron y consiguieron que se pusiese de rodillas.
-¡Daren! - exclamó Cath  al verle el rostro y el cuello por su lado. Perdió todo el control de su manos y lo soltó sintiéndose terriblemente mareada.
-No puedo sola, Cath - gritó Layla al notar que Daren se le iba hacia su lado.
Cath cogió automáticamente a su hermano. El chico no parecía estar consciente de nuevo y su rostro solo reflejaba dolor.
-No sé si voy a aguantar, Layla - sollozó Cath -. Si le miro la cara me voy a caer en redondo.
-No lo mires - dijo la aludida desesperada -. Daren, otro esfuerzo más, por favor - le suplicó susurrando al chico.
Él volvió el rostro hacia ella y abrió los ojos. Layla lo agarró con más fuerza por miedo a soltarlo al verlo. Estaba lleno de sangre y totalmente desfigurado. Se le aceleró el pulso y se le desprendieron lágrimas de los ojos.
-Dime que puedes, Daren - dijo entre convulsiones para evitar el llanto.
-No me gustaría mentirte…
Empezó a adelantar una pierna hasta apoyar el pie en el suelo. Ellas se pasaron sus brazos por los hombros, aunque él se quejó varias veces, y luego le colocaron sus manos en la espalda, lo que produjo una nueva mueca de dolor.
-No podemos cogerte de otra manera - le dijo Cath.
-Lo haremos rápido como antes…- murmuró él con los ojos cerrados de nuevo.
-Bien. Cuando tú digas - asintió Layla.
Daren suspiró y sacó fuerzas de algún sitio indeterminado de su cuerpo.
-Ahora - dijo.
Los tres se levantaron al mismo tiempo pero Daren se aflojó en seguida. Ellas dos se tambalearon pero aguantaron como pudieron.
-No vamos a poder subirlo a la habitación - comentó Cath agitada por el esfuerzo -. Intentemos llevarlo al sofá.
Layla afirmó con la cabeza y luego miró el rostro de Daren.
-Seguro que no deberíamos llamar a una ambulancia…- comentó.
-No - sentenció él -. El sofá estará bien.
-No soy de la misma opinión.
Él abrió los ojos.
-El sofá estará bien - insistió con dureza -. Las piernas no me duelen, podré caminar si me ayudáis.
-Está bien…- suspiró Layla.
Llegaron al salón con mucho esfuerzo y muchas paradas por el corto trayecto. Daren iba dejando un rastro de sangre impresionante por el parquet, que ellas no se atrevieron a mirar mucho.
-Pon las mantas en el sofá si no lo va manchar todo de sangre - dijo Layla a Cath casi ahogada.
-¿Podrás sujetarlo sola? - se preocupó la aludida.
-Yo la ayudo, no te preocupes - musitó Daren.
Cath lo soltó poco a poco y aunque se tambaleó, el chico se sujetó en pie. Cogió apresuradamente las dos mantas y las colocó bien extendidas en el sofá más cercano a la chimenea.
Luego lo sentaron y los tres respiraron agotados. En el momento que la espalda de Daren tocó el respaldo del sofá se inclinó hacia delante de forma brusca.
-¡No! - exclamó Layla poniéndose delante y sujetándolo -. Te vas a ir de cabeza al suelo.
-Me duele mucho la espalda - le dijo él.
Cath le levantó la camiseta y sintió de nuevo un leve mareo. Su tensión debía estar por los suelos y probablemente estaría pálida.
-Tienes un tremendo golpe ensangrentado - dijo cuando se recuperó un poco.
-¿Qué has estado haciendo? - le preguntó Layla, que no sabía por dónde cogerlo para no hacerle daño.
-No me toques los hombros - la ayudó él.
-Ya, ni el pecho, ni el cuello, ni la cara, ni la frente… ¿no? - le reprochó nerviosa.
-Básicamente sí - intentó sonreír pero se dolió.
-Está bien - suspiró Layla -. ¿Le cortamos la camiseta para que no tenga que levantar los brazos? - propuso mirando a Cath.
-Sería un detalle - murmuró él.
-Voy al despacho a por unas tijeras y traeré también una palangana con gasas para lavar las heridas - dijo Cath incorporándose.
-Y un Motrin para la cabeza, por favor. O mejor dos.
Layla lo miró de rodillas frente a él mientras Cath iba a buscar todas las cosas.
-Dime que esto no es algo cotidiano en tu vida…- suplicó poniéndole una mano en la mejilla que tenía mejor.
-Lo siento pero no puedo. - Levantó la cabeza.
-He de suponer que la cicatriz del brazo era de algo similar, ¿no? - Daren afirmó con la cabeza y empezó a temblar y a hiperventilar -. ¿Qué te pasa ahora? - se preocupó Layla.
-Nada - masculló cerrando los ojos. Se preguntó cómo podía tener fuerzas para desear a la chica con tanta ansia. No iba a poder contenerse más si no retiraba la mano de su rostro -. Layla…- susurró al final vencido.
-Dime.
-Tu mano…- abrió los ojos.
Layla la retiró y Daren empezó a tranquilizarse.
Cath apareció con la palangana, las tijeras, gasas y dos toallas, y se arrodilló junto a la chica.
-Le limpias tú la cara, Layla…- le suplicó con la mirada -. No soporto ese arañazo…
-Y Daren no soporta que yo lo toque - dijo alargándole una mano. Cath le pasó una gasa mojada -. Vamos a tener que correr el riesgo de que te abalances sobre mí - añadió luego dirigiéndose a él.
Layla empezó a limpiar la herida intentando tocar al chico con sus manos lo menos posible y Cath le dio la medicina.
-Estoy agotado…- comentó él a media voz al cabo de un rato.
-Cierra los ojos y relájate lo máximo que puedas - le dijo Cath pasándole una nueva gasa a su amiga.
-No podría dormirme con Layla tocándome - contestó él.
Ambas lo miraron.
-Pues vamos a tener que dejar esos deseos para otro momento - suspiró la chica -. Porque con los arrumacos que te han dado hoy creo que ya tienes suficiente. ¿Cómo te han podido hacer un arañazo tan exagerado?
-Con las uñas - dijo él.
Layla dejó lo que hacía y lo miró asustada.
-Créetelo pero no intentes comprenderlo - comentó Cath mirando a Layla -. Voy a cortar la camiseta y empiezo yo con la espalda.
-¿Lo aguantarás?
-Creo que sí. El brazo me tocó soportarlo sola - dijo levantándose -. Pero la cara es que me ha impactado mucho.
-Así acabaremos antes y podrá descansar - asintió Layla retomando la limpieza.
Cuando terminaron con todas las heridas estiraron al chico de lado en el sofá y lo taparon con otra manta.
Layla se quedó de pie con los brazos cruzados y mirándolo. No parecía el Daren de siempre.
-No te preocupes - la animó Cath -. Las heridas empiezan a cicatrizar a las pocas horas.
-¿Qué es lo que hace? - la miró.
-Sólo sé que no lo puede evitar - se encogió de hombros -. Nunca lo había visto cambiar tanto como hoy. Las otras veces que le ha ocurrido ha sido de madrugada y no me he enterado de nada hasta que no ha vuelto hecho polvo.
-No sé cómo ha podido llegar hasta aquí…- Volvió a mirarlo. No parecía descansar tranquilo.
-¿Cómo lo viste?
-Me llamó pero desde dentro de mí…- sacudió la cabeza confundida -. Fue algo muy raro, Cath.
-Son casi las tres, porque no te duchas, te dejo uno de mis pijamas y te duermes un rato.
-No tengo sueño.
-Pero… mañana tienes que trabajar todo el día - le recordó preocupada.
-Lo soportaré, no te preocupes.
-Está bien, pero dúchate para limpiarte la sangre y te pones algo más cómodo - insistió Cath -. Mañana te dejare ropa limpia.
-Gracias - musitó. No podía apartar sus ojos del chico.
-Te voy a dejar un chándal en el lavabo y ahora subes, ¿vale?
Layla afirmó con la cabeza y Cath subió a prepararle la ropa.
Después de que ambas se ducharan se acurrucaron en el otro sofá tapadas con otra manta y acabaron sucumbiendo al sueño.


Daren abrió los ojos lentamente porque los párpados le pesaban de una forma increíble. Le dolían hasta las pestañas y no hizo por moverse aunque se encontraba tremendamente entumecido. Estaba empezando a amanecer. En el otro sofá Cath y Layla se habían quedado dormidas apoyadas la una en la otra. Sonrió al verlas pero el gesto le produjo una punzada de dolor.
-Mierda - masculló por lo bajo.
Layla abrió los ojos de golpe, como si le hubiesen pinchado con una aguja, y cuando fue a incorporarse se dio cuenta que la cabeza de Cath reposaba en su hombro. Miró a Daren y él la miró a ella.
-¿Qué tal estás? - le preguntó levantándose con cuidado y apoyando la cabeza de Cath en unos cojines.
-Jodido - le contestó cuando Layla se arrodilló en la alfombra junto a él.
-Por lo menos estas vivo.
-No sé si querrás seguir con la idea de iniciar una relación conmigo después de lo que has visto hoy…- se preocupó Daren.
-¡Bromeas! No me perdería más besos como el de anoche por nada del mundo - sonrió ella.
-Te prometo que los habrá mejores…
-Primero tendremos que solucionar otro problema - comentó destapándolo un poco para mirarle los hombros.
-¿Cuál?
-El del contacto físico - sentenció divertida - Esto tiene mejor pinta, creo que ya sé a lo que te referías con virtudes diferentes.
-Igualmente me duele todo demasiado.
-Voy a por otra cápsula - dijo levantándose.
-Tendrás que irte ya, ¿no?
-Ahora le diré a Cath que me acerque.
-Quédate con el coche.
-No es buena idea, os puede hacer falta y además… se supone que te fuiste a trabajar porque te llamaron de urgencia.
-¿Esa es la tapadera? – sonrió levemente -. ¿La excusa para no merodear hoy por casa es que estoy durmiendo?
-No se nos ocurrió nada mejor cuando llamé  - se encogió de hombros.
-Está muy bien, no te preocupes.
Layla se acercó al sofá donde Cath descansaba y la zarandeó con suavidad.
-Despierta, Cath - susurró
-¿Pasa algo? - abrió los ojos tan de golpe como ella lo había hecho.
-Tranquila, todo está bien, pero está empezando a amanecer y me tienes que llevar a casa.
Cath asintió con la cabeza y miró a Daren que las observaba.
-¿Cómo estás?
-Dolorido.
-Bueno, es la segunda fase – suspiró - Primero hecho polvo y luego dolorido.
-¿Y la tercera? - preguntó Layla.
-Recuperado - le contestó su amiga.
-Y… ¿eso en cuánto ocurre? - musitó de nuevo la chica.
-Esta tarde supongo que ya estará levantado y mañana podrá hacer vida normal. Y… en cuanto a las cicatrices, depende un poco de la gravedad - se acercó a su hermano.
Layla fue en busca de otro medicamento y volvió enseguida con él; y con un vaso que alargó a Cath, que estaba arrodillada junto a Daren.
-Necesitaría que fuesen un poco más fuertes - dijo el chico incorporándose un poco para tragar - ¿Si me tomase dos a la vez creéis que me pasaría algo?
-Mejor no lo probamos - comentó Cath.
Daren se tomó la medicación y se volvió a echar.
-Iros ya - las apremió.
-Porque no probamos primero de subirte a tu cama…- propuso Cath -. Descansarías mejor y no correríamos el riesgo de que alguien te viese por los ventanales.
-Creo que es buena idea - la apoyó Layla.
-Probemos entonces - suspiró él intentando incorporarse.
Subieron a Daren hasta su cuarto y después ambas se cambiaron de ropa para salir. Layla se puso unos vaqueros y un jersey de Cath y dejó su ropa manchada allí.
Antes de irse se asomó a la habitación del chico desde la puerta abierta del baño.
-Pasa.
-Me voy ya, Daren - se acercó a la cama -. Os llamaré durante el día y miraré de escaparme un ratito cuando cerremos.
-No hace falta que vengas.
-Bueno, ya veremos…- comentó.
-¿Nos vamos, Layla? - preguntó Cath entrando también en la habitación.
-Sí - asintió y luego miró al chico otra vez -. Pórtate bien y no hagas cabrear a tu hermana.
-No es mal enfermo - comentó ella encogiéndose de hombros.
-Gracias por todo, Layla.
-No me las des – sonrió -. Pienso cobrármelo todo.
Hubo un silencio.
-¿Os dejo… solos? - preguntó sorprendida Cath.
Layla y Daren la miraron.
-No. Nos vamos ya - dijo la primera.
-Podemos esperar…- Cath miró su reloj - … cinco o diez minutos si tenéis que resolver cuentas pendientes - dijo pícara.
-Las resolveremos cuando yo esté mejor, hermanita.
Layla sonrió a los dos hermanos.

Cuando Cath detuvo el Dodge frente al centro de jardinería eran las siete y media. El padre de Layla ya estaba preparando la furgoneta con un chico y dejó la tarea para mirarlas. Ambas se bajaron del coche y se acercaron a ellos.
-Buenos días - saludaron.
-Buenos días, chicas - dijo el hombre, luego hizo un gesto con la cabeza señalando el coche -. Bonito coche, Cath.
-Bueno… es de Daren - sonrió ella.
-¿Qué tal habéis pasado la noche? ¿A qué hora ha vuelto tu hermano?
-Ha ido todo muy bien. Daren ha llegado hace un cuarto de hora o así y quería acompañarnos pero  hemos conseguido convencerle de que no hacía falta - explicó Cath muy convincente.
-¿Y… esa ropa? - miró a su hija.
-Tuvimos un percance con la salsa en el festival mejicano de anoche…- Layla se mordió el labio y se encogió de hombros.
-Bueno, parece que tenéis la misma talla…- sonrió a las dos chicas.
-Sí – asintieron ambas.
Mientras hablaban el chico terminó de cargar la furgoneta.
-Ya está todo, señor Anderson - anunció.
-Muy bien, Tim. Si te parece bien nos vamos contigo, Cath - miró a la chica.
-Claro - sonrió ella -. Gracias por quedarte conmigo esta noche - abrazó a Layla.
-No hay de qué. Me lo he pasado muy bien - sonrió devolviéndole el abrazo.
Luego Cath se dirigió hacia el coche y el padre de Layla y su ayudante se metieron en la furgoneta.
Cuando llegaron Cath detuvo el Dodge delante de la casa, en vez de meterlo en el garaje, y la Ford paró tras ella.
-¡Vaya! - exclamó el hombre acercándose a la chica y contemplando la casa con gran asombro. – Es más grande que vista desde la carretera.
-Por dentro también es bastante más impresionante - sonrió ella -. Si quieren pueden pasar, Daren está arriba.
-No te preocupes jovencita. Nuestra faena está aquí fuera.
-Lo que usted diga señor Anderson - sonrió.
-Con tu hermano hablamos de limpiar, podar y dejar preparado para sembrar algo de cara a la primavera.
-Lo dejamos todo en sus manos. Haga lo que usted crea más conveniente y no se preocupe por la factura.
El hombre la miró sonriendo.
-Muy bien… - dijo al fin recolocándose la gorra verde que llevaba puesta y que llevaba impreso el nombre del centro de jardinería -. Entonces nos pondremos manos a la obra.
-Estaré por aquí abajo si necesitan algo - señaló la casa.
-Sólo hay un problema…
-Espero que sea solventable  - arqueó una ceja.
-Las sierras hacen bastante ruido…
-No se preocupe por despertar a Daren – sonrió ampliamente -. Todos las ventanas son de doble cristal.
-Entonces a trabajar Tim - ordenó el hombre a su ayudante que ya estaba descargando las herramientas subido a la parte trasera de la furgoneta.
Cath entró en la casa y subió a la habitación de Daren antes de nada. Empujó la puerta entreabierta y se asomó con cuidado por si dormía.
-¿Ya has vuelto?
-Pensé que dormías  - se acercó a su hermano y se sentó en la cama.
-Estaba esperando que volvieses.
-Tu suegro ya está aquí también - sonrió ella.
-Catherine…- la advirtió él.- No te pases.
-Vamos Daren…- protestó poniendo morros -. Layla se quedó temblando con el beso que le diste anoche…
-Todos estábamos temblando.
-No me lo vas a admitir, ¿verdad? - se cruzó de brazos.
-Ya conoces mis sentimientos hacia ella. ¿Qué más quieres que te diga?
-Que la sentiste temblar por algo que no era miedo al igual que tú.
-Es posible, Cath pero… no es tan fácil como parece.
-No le vas a hacer daño - suspiró articulando muy despacio y levantándose -. Y ahora duérmete y no pienses más. Tienes el móvil en la mesilla por si necesitas algo.
-¿Qué vas a hacer tú?
-Empezaré con Crimen y castigo - se paró en la puerta.
-Suerte con Raskolnikov - bromeó él.
 -Como veo que te lo has leído, si acabo sucumbiendo, ya te preguntaré - le sacó la lengua y se marchó.
Daren se quedó un rato pensando en todo lo que había pasado en las últimas horas. Lo más importante había sido el acercamiento a Layla. Sentir sus labios había sido algo indescriptible. Pero había algo más. Sus dos últimos atacantes habían hablado y uno de ellos lo había llamado por su nombre.
Por lo que había podido deducir de la conversación eran cazadores y él un protector. No era mucho pero por lo menos era más de lo que tenía hasta el momento. El que parecía más joven, y que podía haberlo matado de no ser por la intervención del otro, había dicho que aquella noche había salvado dos almas. Daren recordó su primer ataque en Los Ángeles y cómo el cuerpo inerte había desprendido algo que el cazador había absorbido. Supuso entonces que eran cazadores de almas. Luego pensó en la extraña y a la vez reconfortante sensación que le había producido el ser atravesado por todas aquellos recuerdos ajenos, cuando había matado al cazador aquella noche. Suspiró un poco ansioso. Había matado y todavía no se lo había dicho a las chicas. No estaba seguro de si aquello supondría el rechazo total por parte de Layla, pero el simple hecho de pensarlo le causaba un dolor tremendo en el pecho y… en el alma.
No fue consciente de si se había quedado dormido pero de repente se encontró sentado en el suelo enmoquetado de su habitación jugando con su nuevo camión de bomberos. Volvía a ser pequeño y la estancia estaba silenciosa hasta que  empezaron a escucharse pasos apresurados por el pasillo. Entonces alguien abrió la puerta de la habitación de al lado y una voz de hombre que le era muy familiar, dio una orden: “Sylvia, ya sabes lo que tienes que hacer”. Después de eso volvieron a escucharse carreras escaleras abajo. Algo no estaba bien. La puerta del baño se abrió de golpe y una chica en camisón, de unos diez años, entró en su cuarto. Había otra niña más pequeña que se quedó paralizada en el umbral de la puerta mientras la mayor lo levantaba del suelo y se acercaban al armario. La niña abrió las puertas y corrió la ropa colgada en la barra hacia un lado, luego palpó el fondo del armario hasta que encontró de dónde tirar para arrancar el tapizado y abrir un pequeño hueco.
La otra niña se había colocado junto a Daren y ambos observaban a la mayor. Ésta última se volvió hacia ellos y los miró unos segundos con tristeza. “Dale un beso a Daren, Beth” dijo. Los dos más pequeños se miraron y la niña le besó la mejilla. Luego la mayor lo cogió y lo metió en el hueco del armario. Un grito de mujer procedente del piso inferior la hizo distraerse un momento de su tarea pero enseguida, con los ojos repletos de lágrimas, volvió a reaccionar y se volvió hacia él. “Tienes que quedarte aquí, no te muevas, ni llores, ni salgas hasta que vengan a buscarte” le dijo en voz baja pero con firmeza. “¿Me has entendido, Daren?”. Él afirmó con la cabeza. En el piso de abajo parecía librarse una batalla. La niña lo abrazó y lo besó y luego volvió a colocar el tapizado y el velcro.
Daren se quedó encogido en el pequeño y oscuro hueco, escuchando como la ropa volvía a correr en la barra y como se cerraba el armario. Luego le pareció que las dos niñas recolocaban su cama, guardaban su camión de bomberos en el baúl y salían de la habitación.
Todo se quedó en silencio. El corazón del niño se aceleró y entonces escuchó otro desgarrador grito procedente de abajo y se tapó con fuerza los oídos.
Daren se incorporó de golpe en la cama y se dolió. Tenía taquicardia y un sudor frío inundaba su cuerpo. De nuevo había  vuelto a soñar con aquellas niñas. Miró hacia el armario de la habitación. No parecía el mismo que en su sueño. Intentó tranquilizarse y levantarse poco a poco, pero se mareó cuando se incorporó.
-Mierda…- masculló echándose de nuevo hacia atrás.
Cogió el móvil que su hermana le había dejado en la mesilla y consultó la hora. Era mediodía pasado. Debía haber dormido en torno a las cuatro horas. Se pasó una mano por la cara para despejarse y el dolor fue insoportable.
- ¡Joder! - exclamó. No se había acordado de que tenía el rostro dañado y para colmo le volvía a doler la cabeza. Miró unos segundos el teléfono que había soltado en la cama y marcó el número de Cath.
-Hola Bello Durmiente - lo saludó ella.
-Necesito que me subas otra pastilla, Cath.
-Todavía no han pasado seis horas desde que te tomaste la otra - dijo ella levantándose del sofá y dejando el libro que leía.
-Lo sé, pero me va a estallar la cabeza.
-Ahora subo - cortó la llamada y se dirigió a la cocina a coger un vaso con agua.
Cuando entró en la habitación Daren se sujetaba la cabeza con ambas manos en un intento por apaciguar el dolor. Cath pensó que, incluso en aquel estado tan deplorable, había un atractivo mágico en su hermano. Él alzó los ojos hacia ella.
-Gracias Cath - musitó.
-Toma - le alargó el Motrin y él lo cogió y se lo tragó -. ¿Quieres más agua? - le preguntó luego.
-No. Ya está - suspiró y se volvió hacia ella que se había sentado en la cama junto a él. Tenía los ojos rojos y cansados - .¿Qué tal el día?
-Tienes muy mal aspecto, Daren - le miró el torso desnudo con los grandes hematomas en el cuello y en los hombros -. Y estás más delgado que cuando llegamos …
-No te preocupes.
-Me da miedo que al final caigas enfermo - insistió ella.
-¿Me has visto dejar de comer?
-No. Pero el esfuerzo físico que haces cada vez que… lo que sea, te está consumiendo – suspiró -. No adelgazas paulatinamente, lo haces de golpe.
-Yo me encuentro bien, Cath.
-No te atreverás a jurarlo, ¿no? - lo miró con escepticismo.
-Bueno… no me refiero a ahora mismo - aclaró él.
Hubo un momento de silencio en el que los dos hermanos se observaron.
-Layla ha llamado hace un rato - dijo Cath al fin.
-¿Qué le has dicho?
-Que estabas durmiendo…- se encogió de hombros -. Es lo que yo pensaba.
-He estado durmiendo hasta hace unos diez minutos - sonrió.
-Pues no tienes pinta, la verdad.
-¿Tan mal estoy?
-¿Quieres que te acerque un espejo…?
-Estoy por decirte que sí.
-Estás fatal Daren. Tienes media cara y parte del cuello cruzados por una enorme cicatriz y unas ojeras enormes además de los ojos inyectados en sangre.
-Gracias por la sinceridad.
-Pareces un yonqui de esos que ya están acabados…- dijo con seriedad.
-¿Y qué quieres que le haga, Cath? - también endureció su tono -. ¿Me suicido?
-No…- murmuró
-Ya te he dicho que no puedo evitar salir a luchar.
-Lo siento. No pretendía que te enfadaras. Lo único que hago es preocuparme por ti pero parece que te molesta - se levantó.
Daren le cogió una mano y la hizo sentarse de nuevo.
-No me enfado ni me molesta - le tomó el rostro y la obligó a mirarlo - No sé que habría sido de mí sin ti y jamás te lo voy a poder agradecer lo suficiente.
-No me tienes que agradecer nada. Lo hago porque lo siento. Porque no podría vivir si te pasase algo - se le enrojecieron los ojos.
-Pues tendrías que vivir. Vivir por ti y por mí y disfrutar de…
-No me digas eso - lo cortó bruscamente -. Suena a despedida y lo odio.
-Bien, cómo quieras Cath - la abrazó y aunque le dolió todo el cuerpo no se quejó.
-No quiero que te pase nada Daren - le dijo en voz baja apoyada en su pecho. Él le besó la cabeza pero no dijo nada -. ¿No te apetece comer nada?
-No tengo mucha hambre pero si te quedas más conforme puedes subirme un sándwich.
-Vuelvo en un momento - sonrió ella.
-Súbeme también un zumo.
-Genial.
Salió de la habitación corriendo y él la escuchó bajar las escaleras.
Daren miró de nuevo el armario e hizo un nuevo esfuerzo por levantarse. Esa vez lo consiguió sin marearse.
Se acercó al mueble y se paró frente a él viendo como la niña lo abría y apartaba la ropa. Le pareció que en aquel momento no estaba recordando un sueño sino una realidad. Suspiró y adelantó una mano hacia la puerta para abrir una hoja y después la otra. Su ropa de adulto estaba colgada en la barra. Daren la apartó hacia un lado y palpó el fondo buscando un hueco. Golpeó la madera tapizada y notó que el sonido cambiaba al acercarse a la parte baja. No encontró ningún velcro porque el tapizado también había sido recompuesto pero estaba seguro de que el hueco seguía allí.
-¿Qué buscas, Daren? - lo interrogó Cath a los pocos minutos, quedándose en el umbral de la puerta abierta con una bandeja.
-Un chándal - mintió él -. Es para no estar todo el día con el pijama.
-Estás en casa - dejó la bandeja sobre la cama -. ¿Qué más da que estés con el pijama? Además… Layla ya te ha visto con él.
Daren sonrió y cerró de nuevo el armario.
-Tienes razón, es una tontería.
-Venga, vamos a comer que me he subido uno para mí también - lo apremió Cath, sentándose con las piernas cruzadas sobre la cama. Daren se sentó  junto a ella apoyando la espalda en el cabezal con una de las almohadas.


4 comentarios:

Bea Magaña dijo...

Bien, pues aquí va el primer subidón de muchos: por fin, Pili, nueva entrada, nueva entrega!! Y justo unas pocas horas después de que yo te pidiera esto mismo en mi blog, respondiendo a tu maravilloso comentario. Ignoro si lo leiste, o si el viento te llevó mi petición, pero te aseguro que me hiciste muy muy feliz.
Tu entrada me ha conmovido tanto, mecionas a Thèramon!! niña hermosa, me haces un gran honor. Un millón de abrazos que te diera no dirían lo muchísimo que te lo agradezco y te quiero.
Y en cuanto a este nuevo capítulo, uf, Pili, me tienes hechizad y muy intrigada. Ignoro qué clase de criatura es Daren, pero tengo unas ganas enormes de cuidar de él, ¿por qué nos atraen tanto los chicos misteriosos y atormentados?
Te sigo, cariño, y espero haberte alegrado la mañana con mi comentario.
Nunca pierdas la ilusión, recuerda que todos los sueños se cumplen.
Océanos de amor

Pat Casalà dijo...

¡Qué bien esos ánimos altos! Parece que el verano te sienta bien. Igual las pirotecnias y las hogueras sí tienen un halo mágico que se pega en nuestro estado anímico. ¡Sigue escribiendo y soñando! Lo haces muy bien. ¡Un beso!

Cyllan dijo...

Gracias a las dos!!!
Me encanta entrar en el blog y tener comentarios nuevos.
Por supuesto que me has alegrado la mañana Bea, y también el día!!!
Besos!!!

Raquel Cruz dijo...

Por aquí me tienes!! dando caña como todos los sabados y por fin veo carne fresca.
Gracias por incluirme en tu lista de amigos. Eres cercana, amable, generosa ect, y conocer a personas así, es un verdadero lujo. Gracias por ser un sol xd.
En cuanto a la historia, este trozo me gusto especialmente porque por fin conocia al malo malisimo oficial de la novela xd. Besoteees!!