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martes, 7 de junio de 2011

Deja que tu alma escuche a la mía para que sepa, de una vez por todas, que lo que las une es indestructible.

Hola a todos compañeros!!!

Hoy el día a amanecido algo nublado pero tengo la esperanza de que a medida que avance se vaya despejando un poco. Sé que dentro de unas semanas me arrepentiré de lo que ahora estoy diciendo pero en estos momentos me apetecería tomar un poco el sol mientras arreglo las flores de mi "terraza" (pequeño balcón que muchas veces me distrae del colapso mental que hay en mi cabeza).
Estoy muy feliz porque en las últimas semanas he conocido a mucha gente que también comparte la fascinante pasión de la escritura, mediante diferentes blogs. Ojalá y cada vez seamos más. Estoy a vuestra disposición si algun@ quiere mandarme sus relatos para que le de mi humilde opinión. Me gusta leer, me gusta ESCRIBIR y me gusta saber que somos tantos en la red.
Por cierto, a todos los que estáis pendientes de que valoren vuestras historias os deseo muchísima suerte y os mando, desde mi mundo "quimeriano", muchos ánimos.
A continuación os dejaré otro capítulo de Aliento y algún avance de Vida.

No dejéis de escribirme y de dejarme comentarios. Os aseguro que intentaré devolveros la visita a todos en vuestros respectivos blogs.

SALUDOS!!!




Adelanto de Vida (no apto si ante no habéis leído Aliento y Corazón):



Él se acercó hasta uno de los vastos ventanales y se quedó inmóvil mirando el mar. Sus manos se relajaron entonces. Verlo tan abatido producía en Layla una congoja angustiosa que le oprimía el pecho. Él era el pilar que sostenía a todos lo que lo rodeaban y verlo flaquear era pensar, inevitablemente, en el derrumbe del grupo entero.
Daren percibió el miedo de la chica y se volvió. Admiró su belleza y su fortaleza en silencio. Estudiándola con sus ojos enigmáticos y absorbentes.



Sexto capítulo de Aliento (primer libro de El umbral del alma)


VIRTUDES DIFERENTES

“Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros”

Hermann Hesse (escritor suizo).


Como aquel día Cath no tenía clases por la tarde, los dos hermanos comieron juntos en la misma cafetería que el día que llegaron, dónde les atendió la misma camarera que parecía encantada de volver a verlos, sobretodo al chico, y dónde pidieron los mismos risottos.
Habían quedado en recoger a Layla a las cuatro, así que al salir se fueron directamente al centro de jardinería de los Anderson.
Cuando entraron la chica estaba atendiendo a un matrimonio con dos niños en el mostrador pero levantó la vista hacia la puerta al oír las campanillas y sonrió a los dos hermanos, que a su vez le correspondieron de la misma forma.
Cath se acercó decidida a ella y Daren la siguió fijándose en el abuelo de Layla que estaba sentado junto a la chica.
El hombre, que también los había visto entrar, se levantó.
-¡Hola! - lo saludó Cath.
-Hola jovencita - le contestó de forma amable -. Tú debes ser Catherine, ¿no?
-Sólo Cath, por favor - asintió ella sonriendo.
Daren se colocó junto a su hermana.
-Buenas tardes - saludó
-Buenas tardes - le contestó el hombre secamente, observándolo de nuevo.
Layla terminó con sus clientes y se volvió hacia ellos quitándose el delantal verde.
-Enseguida estoy lista.
-No hay prisa, Layla - sonrió Cath.
-Abuelo, creo que ya conoces a Cath y a Daren - dijo luego al hombre.
-Sí - asintió sin apartar sus ojos amenazantes del chico -. Sobre todo a él.
Daren intuyó con aquella respuesta que estaba lanzándole una indirecta. Aquel hombre parecía saber algo sobre lo que le ocurría y no parecía dispuesto a que Layla se acercase mucho a él.
-¿Qué quieres decir? - se extrañó la chica.
-Que lo conozco más a él porque ya lo vi la otra vez que vinieron - mintió mirando a su nieta.
-Sí - asintió Daren -. Cuando hablé con tu padre también estaba tu abuelo.
-Iscê…- murmuró el hombre volviendo a mirar a Daren.
Layla desvió la mirada de su abuelo al chico pero le dio la impresión de que ambos mantenían un dialogo en  privado y no dijo nada.
-¿Me has traído los apuntes? - preguntó Cath rompiendo el aplastante y repentino silencio.
-Sí. Voy a buscarlos dentro y nos vamos - sonrió ella.
Layla entró un momento por una puerta que había detrás del mostrador y salió a los pocos segundos con una carpeta y con la mochila al hombro. Su padre salió tras ella y saludó a los chicos con los que estuvo hablando un rato.
-Mañana estaremos temprano por allí - le dijo a Daren cuando se despedían.
-No se preocupe señor Anderson, vengan cuando quieran, la verja siempre está abierta.
-Bueno pues… vámonos ya - besó a su padre en la mejilla y luego a su abuelo.
-Ten cuidado con él, Layla - le advirtió éste último.
-No te preocupes - sonrió ella -. No recuerdo que Iscê fuese peligroso, ¿no?
Cath y Daren los miraron extrañados. La primera con curiosidad y el segundo con temor.
-Puede moverse entre los diferentes mundos y eso si no se controla puede ser malo - le contestó el hombre.
-Estaré alerta - salió del mostrador -. Vamos.
-Sí - sonrió Cath saliendo de su perplejidad -. Hasta otra.
Él se despidió con un gesto de cabeza pero no dijo nada.
Las chicas fueron hablando de camino al coche pero Daren por el contrario no abrió la boca. Miraba de soslayo a Layla e intentaba comprender las advertencias que su abuelo acababa de darle.
-Estás muy callado, Daren - comentó la chica mirándolo por el retrovisor cuando los tres se acomodaron en el vehículo.
-Estaba pensando…
-¿En qué? - preguntó Cath.
-Anoche ya lo estuviste mirando - le recordó su hermana.
-Tienes razón - contestó. Miró a Layla unos segundos a través del espejo y luego puso el coche en marcha y no volvió a hablar en todo el trayecto.
Cuando llegaron a casa y se bajaron del coche en el garaje, Cath se percató de que Daren se quedaba rezagado.
-¿No subes? - le preguntó preocupada.
-Id tirando vosotras.
-¿Estás bien? - insistió Layla.
-Sí – sonrió para no alarmarlas más -. Ahora subiré. Voy a buscar unas cosas.
Ellas salieron del garaje sin estar muy convencidas y Daren se quedó solo.
Necesitaba pensar que iba a hacer a partir de ese momento. El abuelo de Layla parecía intuir algo sobre él pero preguntárselo directamente iba a ser delatarse. Por otro lado, estaban las advertencias de cuidado. Daren sabía que iban dirigidas hacia su persona y la idea de que podía llegar a hacerle daño a la chica se intensificó. El amor, como decía Cath, no iba a ser más fuerte que sus instintos. Y Daren empezaba a conocerlos. Layla era irresistiblemente atrayente para ellos. Todo en ella era una provocación para él. Su físico, su personalidad… pero había algo más. Una necesidad de alimentarse de su esencia. Podía sentir que no iba a poder vivir sin hacerle daño pero que tampoco iba a poder vivir sin ella. No era capaz de entender como en una semana, Layla se había convertido en una obsesión tan desmesurada.
Se apoyó en el coche con los brazos apoyados en el techo y mirando el suelo y se convulsionó cuando la idea de no acercarse más a Layla se instaló en su cabeza. La lucha interna era demasiado dolorosa para soportarla. Él seguramente era el peor enemigo que podía haberse cruzado en la vida de la chica y el convencimiento de que una distancia iba a ser lo prudente cobró más fuerza que nunca, a la vez que su dolor le hizo convulsionar de nuevo.
-Daren…
Iba a ser difícil quitársela de la cabeza si ahora empezaba a escucharla estando despierto. Su nombre sonaba diferente si eran sus labios los que lo pronunciaban y parecía que estaba más vivo que nunca cuando su cuerpo se revolucionaba con su presencia.
-Daren…¿estás bien?
El chico se volvió. No estaba escuchando a Layla en su cabeza, la tenía plantada tras él con los brazos cruzados intentando disimular algo su nerviosismo.
-Sí…
-¿Estás… llorando? - preguntó confundida al verle los ojos brillantes.
-¿Qué haces aquí, Layla?
-He pensado que quizá debería disculparme contigo por las palabras de mi abuelo - empezó a hablar. Daren la miró entornando los ojos -. Creo que te las has tomado de una forma demasiado personal.
-¿Estás intentando decirme que no iban dirigidas a mí? - sacudió la cabeza como confundido -. No estoy ciego ni sordo, Layla.
-¿Sabes lo qué significa Iscê en salish?-  le preguntó entonces ella, relajándose un poco y cambiando la postura. Él negó con la cabeza -. Significa ardilla, Daren.
-¿Y se puede saber por qué tu abuelo se empeña tanto en llamarme así?
-No lo sé, pero la ardilla para los indios Flathead nunca ha sido un animal negativo…
-Él no parecía compartir esa opinión.
-La ardilla como espíritu guardián de la persona tiene la facultad de almacenar cualquier cosa y además hacerlo de forma correcta. Eso no es nada malo.
-Y parece ser que también tiene alguna facultad relacionada con moverse entre los diferentes mundos, ¿no? - le dijo él recordando las palabras del hombre.
-Todo es metafórico Daren. Yo no entiendo lo que quiere decir con eso.
-Creo que yo sí lo entiendo.
-¿Puedes explicármelo entonces? - se cruzó de brazos mirándolo pero esa vez no había nerviosismo en gesto, sino expectación ante lo que él fuese a contestarle.
-No.
-Vale…- suspiró ella.
-Tú abuelo no cree que estar cerca de mí sea lo más apropiado para ti y deberías hacerle caso.
-¡Genial! - exclamó sin disimular su enfado - Me parece perfecto que los dos hayáis decidido por mí sin que yo os lo haya pedido.
Daren nunca había visto sus ojos oscuros brillar con tanta rabia como en aquellos momentos. La chica se le había encarado en un arrebato de furia y la tenía a poco más de un palmo. Su corazón empezó a acelerarse de forma brusca. Era posible que si seguía mirándolo así la fuerte convicción de distanciarse que había tenido hacia unos minutos acabase desapareciendo, así que con mucho esfuerzo decidió bajar la vista.
-Bien - declaró ella sarcástica -. Veo que no hay nada más que hablar - se alejó hacia la puerta. Daren volvió a mirarla consciente del deseo que reflejaban sus ojos -. Cath está preocupada, así que si puedes no le hagas daño a ella también y sube - añadió volviéndose en la puerta.
-Perdona.
-Empezaba a acostumbrarme a esos ojos, Daren - sonrió melancólica y luego se marchó.
La puerta se cerró tras ella casi sin hacer ruido y Daren volvió a quedarse solo. Intentó tranquilizarse un poco. Si le había hecho daño era el menor que podía causarle, así que su conciencia podría aguantarlo. Quizá Whitefish no había sido buena idea. Aunque lo único que pretendía hacer era convencerse de algo absurdo, porque el simple hecho de haber conocido a Layla ya merecía la pena.


Layla se sentó junto a Cath que la esperaba nerviosa en la mesa del comedor tirándose de las mangas del jersey. Ambas se miraron unos segundos.
-¿Qué ha pasado? – preguntó luego colocando una de sus manos sobre la de la Layla.
-Nada - negó con la cabeza -. Está bien, ahora sube.
La expresión de la chica expresaba todo lo contrario que sus palabras. Parecía terriblemente preocupada o desilusionada. Quizá incluso dañada.
-No me chupo el dedo, Layla…¿Habéis discutido por algo?
-No. Ni siquiera ha querido discutir - se pasó las manos por el pelo y se apoyó en la mesa -. No creo que sea buena idea que esté aquí, Cath.
-¿Por qué?
-Creo que Daren me hace daño y lo peor de todo es que creo que yo se lo hago a él - sus ojos se enturbiaron y ella se los restregó intentando no ponerse a llorar.
-Por favor Layla, no llores.
-No… - se levantó repentinamente y se puso a recoger sus cosas -. Si no te importa acabamos el trabajo otro día.
Cath se levantó y la miró. Layla cerró su mochila y se puso la chaqueta.
-Layla, espera. ¿Por qué no habláis? - le suplicó la chica cogiéndola por un brazo.
-No hay nada que hablar, Cath - se soltó y se dirigió hacia la puerta.
-Déjame que te lleve a casa por lo menos.
-Gracias pero prefiero ir andando - le sonrió antes de salir -. Te llamaré luego, ¿vale?
-Sí, por favor.
Cath se acercó al ventanal y vio a la chica caminar apresurada hacia la verja. Estuvo un momento observándola hasta que la perdió de vista y luego corrió hacia el garaje.
Daren se sorprendió cuando ella abrió la puerta de forma brusca.
-¿Qué coño ha pasado? - le gritó al chico –. ¿Se te ha ido la olla o algo así?
-Para, Cath - intentó tranquilizarla sorprendido por su reacción.
-No me da la gana, Daren. Pensé que sentías algo por Layla y que eras incapaz de hacerle daño - estaba acalorada y empezando a llorar de rabia -. No sé qué ha pasado entre vosotros pero la Layla que se ha ido corriendo no tenía precisamente una expresión de felicidad en el rostro.
-¡Cómo! - exclamó cogiéndola por los dos brazos.
-¡Qué eres un mentiroso, Daren! Layla se ha ido llorando porque seguro que a ti te ha dado un estúpido arrebato de pensamientos y visiones en los que le haces daño – suspiró y cogió aire con apremio para seguir con su retahíla de reproches -. Tenías razón. Te va a volver loco, pero tú la vas a volver loca a ella y no se lo merece.
-Creo que yo tampoco lo merezco.
-Tú eres el que ha elegido, Daren - se le encaró de forma brusca intentando soltarse sin conseguirlo -. Pensé que la querías y creo que… ella también.
El chico soltó a su hermana y se pasó las manos por el pelo y la nuca. Se le estaba cargando la cabeza. No era el mejor momento para empezar a encontrarse mal. Se estaba tensando demasiado, como cuando tenía que salir a luchar, aunque sabía que no era el momento. Si no hacia algo iba a darle un colapso por la fuerza que estaba soportando. Comprendió que su parte animal estaba dispuesta para lo que él ordenase y que no había surgido de forma espontánea. Él la había hecho aparecer.
-Tus ojos están algo diferentes…- musitó Cath mirándolo.
-Lo sé. Tengo que ir a buscar a Layla.
-No sé si es buena idea…- dudó ella -. Pareces un poco fuera de ti otra vez.
-Tendré que arriesgarme.
-Pensé que eso de arriesgarse no iba contigo.
-He cambiado de opinión. 
Daren accionó la puerta del garaje desde dentro.
-¿Vas a ir… corriendo?. No sabes dónde está, lo mismo tienes que ir a varios sitios antes de encontrarla…
-Va de camino al lago - dijo él -. La puedo sentir.
Salió agachándose antes de que la puerta se abriese del todo y Cath se quedó con la boca abierta cuando lo vio correr de aquella forma tan felina.


Layla caminaba siguiendo la carretera cuando Daren la localizó. Él iba por el interior del bosque para no llamar la atención. Se adelantó un poco y luego salió andando desde la maleza.
Layla se detuvo al encontrárselo a un par de metros. No había visto pasar el coche del chico y no había ningún otro camino para llegar hasta allí tan rápido. Daren parpadeó para intentar que sus pupilas volviesen a su estado normal y luego avanzó hacia ella.
-¿Cómo… has llegado…? - lo miró con curiosidad.
-Corriendo.
-¿Y… por dónde me has adelantado? - preguntó seguidamente entornando los ojos.
-Por el bosque.
-Ya - musitó ella.
Daren sonrió ante aquel rostro incrédulo.
-¿Te apetece que te acompañe y hablamos? - le dijo tendiéndole una mano.
Layla inclinó la cabeza hacia un lado totalmente desconcertada.
-¿Eres el mismo de hace un rato?¿El que ni siquiera ha querido mirarme a los ojos?
-Perdona - se puso junto a ella y le cogió la mochila.
Layla la dejó desprenderse por su brazo y las manos de ambos se rozaron un ínfimo instante que fue suficiente para que el deseo recorriese el cuerpo de Daren hasta la última de sus terminaciones nerviosas. Era la primera vez que sentía su cuerpo. Sus roces y encuentros anteriores nunca habían sido de forma directa piel a piel como en aquel momento. Aquello superaba con creces todas las expectativas que el chico se había hecho cuando se había puesto a pensar en que ocurriría cuando la tocase. Sostuvo la mochila, casi sin darse cuenta de que la estaba estrujando, e intentó calmar su respiración.
-Daren, ella no te ha hecho nada – murmuró entonces la chica.
Él miró en la misma dirección que Layla y relajó sus manos.
-Perdona.
-No me digas más veces perdona, por favor.
Daren se echó la mochila al hombro.
-No pretendía hacerte daño, Layla - dijo después.
-Pues lo has hecho muy mal - sonrió echando a andar y él la acompañó en silencio –. Quizá mi reacción ha sido un poco desmesurada pero es que…- se detuvo mirándolo.
-¿Es que qué? - también la miró.
-No es nada. Son tonterías que me había imaginado… - volvió a ponerse en marcha.
-Es posible que no te hayas imaginado nada, Layla. - La chica se giró -. Siento algo especial por ti y podía intuir que era algo recíproco por tus miradas y tu actitud pero... no sabía cómo actuar.
Ella sonrió. No se había equivocado con respecto a las emociones de Daren y se sintió reconfortada al escuchar de su boca que había algo entre ellos.
-¿Por qué cada vez que nos tocamos siento que me vas a saltar encima?.
-Porque si no me contuviese es lo que haría. No sabes lo terrible que es tenerte tan cerca y no poder tocarte por miedo a hacerte daño.
-¿Bromeas? - se acercó unos pasos -. ¿Tan peligroso eres?
-La verdad es que no lo sé. Nunca me había pasado esto antes…- murmuró. Layla estaba demasiado cerca y la provocación era demasiado fuerte.
-Yo tampoco me había sentido tan atraída por nadie nunca.
-Pero tú no tienes una confrontación de sentimientos ni puedes hacerme daño… físico - se estaba poniendo demasiado acelerado.
-Respira tranquilo, Daren - le dijo ella.
-Cuando estás tan cerca no puedo.
-Si lo que sientes es deseo…¿ por qué  te refrenas tanto si sabes que lo nuestro es recíproco?
-Ya te lo he dicho, creo que puedo hacerte daño. Tu deseo es normal pero el mío no.
Layla se acercó más a él. Casi no había espacio entre ellos y Daren empezaba a percibir el sutil aroma a flores que ella desprendía
-No creo que vayas a hacerme más daño del que me has hecho en el garaje… - miró los particulares ojos de Daren y sonrió.
-No me digas eso por favor - colocó una mano en la mejilla de Layla y su cuerpo convulsionó.
-Es increíble, Daren…¿ Cómo puedo hacerte sentir algo tan desmesurado? - se sorprendió ella apoyándose en su palma –. Te aseguro que yo estoy vibrando en este momento pero tú…
-Noto tu cuerpo Layla, no hace falta que me expliques lo que sientes - sus músculos estaban tensos como cuerdas de arcos a punto de disparase.
-¿Te estoy haciendo daño? - se sorprendió de golpe ella, retirándose.
 -El daño me lo hago solo. Aunque podríamos solucionarlo si me arriesgo y dejo que la parte de mí que te desea se pelee con la que te teme…
-¿Me temes? - la revelación de Daren la había dejado perpleja.
-No sé muy bien por qué - asintió.
-Jamás te haría daño.
-Lo sé, Layla.
-Entonces no lo entiendo...
-Yo tampoco.
Se miraron en silencio unos segundos. Daren era aparentemente un chico normal. Layla lo observó con más detenimiento que otras veces. Era realmente guapo y… alto. Seguramente rondaría el metro ochenta y cinco, pensó sintiéndose pequeña con su metro sesenta y cinco justito. Su cabello castaño no era tan oscuro como el de ella pero tenía el corte y la largura perfectos para él. No obstante, lo más increíble eran sus ojos, casi negros, que la conseguían provocar con una facilidad sorprendente y que en momentos puntuales parecían algo animales.
-Eres muy raro, Daren - sonrió inquieta.
-No estabas equivocada cuando dudabas de mi naturaleza…
-No intentes confundirme más. Si no quieres estar conmigo lo entenderé.
-No intento confundirte y… estar contigo es lo único que deseo desde que te conocí.
Ambos echaron a andar de nuevo por el arcén de la carretera por el mero hecho de hacer algo.
-Nunca pensé que empezar una relación fuese tan complicado - comentó ella después de un silencio.
-Normalmente no lo es.
-Entonces me encanta ser especial - sonrió Layla.
-Y a mí me encanta que lo seas. Cualquier otra chica hubiese salido corriendo con la mirada que te lancé en la cocina.
-Estuve tentada de hacerlo - bromeó –. Pero no me sentí amenazada, sino deseada. Me asusté sólo porque pensaba que estabas mal.
-Me sorprendió tu mensaje de e-mail de aquella noche.
-Y a mí me sorprendió tu respuesta.
Ambos sonrieron. Daren miró de reojo a Layla. La chica más bella que había conocido y no podía acercarse a ella porque le daba miedo. Le pareció sarcástico y entonces recordó la extraña reacción que había tenido Layla aquella mañana, cuando Susan se había acercado a él.
-¿Puedo preguntarte algo y no te enfadarás?
-Prueba - ella lo miró.
-¿Te pasa algo con Susan?
-La verdad es que no. Me molesta cómo se comporta a veces, sobre todo cuando intenta dañar a Kevin.
-Esta mañana Kevin no estaba presente.
-Tú eres desde el lunes el arma con la que está atacándolo…- sonrió negando con la cabeza -. La verdad es que siempre consigue lo que quiere, sobretodo en cuestión de chicos, y… la vi muy dispuesta a ir a por ti.
-¿Sentiste celos? - se sorprendió.
-¿No te parece muy atractiva? - se atrevió a preguntarle ella, desviando la pregunta.
-No tanto como tú - la miró diciéndoselo no sólo con palabras y Layla se sonrojó.
-Creo que deberíamos llamar a Cath, estará preocupada - se sintió acalorada de golpe.
Daren metió la mano en el bolsillo de la chaqueta para coger su móvil y palpó las llaves de casa. Las sacó recordando el llavero con la forma de ardilla, al que no  había dado la más mínima importancia, y se lo mostró a la chica.
-No creo que sea una coincidencia, Layla - dijo.
-¿Quién te ha dado ese llavero? - le preguntó sin ocultar su sorpresa.
-Mi padre.
-¿Qué crees que puede significar? - levantó la vista hacia él.
-No lo sé pero ahora no pienso preocuparme - volvió a guardarse las llaves y sacó el móvil -. Tú eres mi prioridad ahora.
-Dile que ya volvemos.
-Es una buena idea - sonrió él -. Tengo que preparar una cena.
-Y yo tengo que ver si resultas tan atractivo con el delantal puesto.


Cath salió de la casa en cuanto los vio acercarse por el camino empedrado y se abrazó con Layla.
-Que nerviosa estaba…- le dijo casi llorando.
-Siento mucho haberme marchado de ese modo - se disculpó Layla.
Daren las observó en silencio sonriendo.
-No tienes que disculparte - se separaron un poco y Cath miró a su hermano con reproche -. La culpa no ha sido tuya…
-No te enfades con Daren - le dijo ella.
-Deja que se enfade, Layla. Todo esto ha sido culpa mía.
-Vamos a volver a empezar desde la llegada a casa - propuso entonces Layla  -. Todos vamos a ser capaces de olvidar ipsofacto la última hora de nuestras vidas – luego miró a Daren y agregó -. Pero no todo, sólo lo malo.
El aludido sonrió y Cath los miró a ambos entornando los ojos.
-Tengo el presentimiento de que no vais explicarme nada de lo que ha pasado entre vosotros - comentó sonriendo.
-Depende de cómo te portes - le dijo su hermano pasándole un brazo por los hombros.
Los tres entraron en la casa riendo y bromeando. Luego Cath y Layla se pusieron delante de los ordenadores en la mesa del comedor pero lo que menos hicieron fue trabajar.
Daren las estuvo observando desde el sofá y cuando las oyó reír hasta desgañotarse se acercó a ellas.
-Veo que la tarde os está cundiendo mucho - comentó mirando las dos pantallas con las páginas de escritorio sin abrir ni si quiera.
-Más de lo te piensas - sonrió Cath. Sus ojos azules tenían el brillo feliz de siempre.
-En cuestión de cotilleo, ¿no? - supuso él.
-No sólo en eso.
Layla los observó en silencio con expresión divertida.
-Voy a empezar a preparar la cena - levantó la vista hacia la chica. Ella alzó las cejas y sonrió.
-¿Qué hora es? - preguntó Cath.
-Casi las ocho  – contestó él dirigiéndose a la cocina.
-¡Ya! - exclamaron ambas.
-Sí, ya - sonrió Daren.
-Mejor llamo a Los Ángeles, ¿no? - dijo Cath cogiendo el móvil que tenía sobre la mesa. Se levantó y marcó un teléfono dirigiéndose hacia el salón.
Layla la observó dejarse caer en el sofá y luego se levantó y se acercó a Daren, que ya se había puesto el delantal y cogía los ingredientes de la nevera.
-¿Te ayudo? - le preguntó -. Prometo no tocarte… si tú no me lo pides.
-No me tientes, Layla - sonrió él alargándole unos pimientos.
Layla los cogió y los dejó sobre la encimera con todo lo que Daren había sacado ya. Cuando el chico se colocó junto a ella para empezar a trabajar se percató de que Layla le miraba el brazo.
-No vas a encontrar nada - le dijo él.
-¿Era en este brazo, no? - preguntó confundida levantándole más la manga de la camiseta. Daren tembló y notó que se le aceleraba el pulso –. Perdona, he dicho que no iba a tocarte.
-No importa - dijo él intentando recobrar la calma -. Sí que era ese brazo.
-Era una cicatriz tremenda, Daren. ¿Cómo puede ser que no tengas ni rastro de ella?
-Tengo unas virtudes un poco diferentes a las de la gente.
Layla lo miró perpleja.
-Pero… eres humano, ¿no? -  articuló muy despacio. Daren rió -. Yo no le veo la gracia…- protestó.
-Layla, me acabas de preguntar con una seriedad aplastante si soy humano.
-Bueno… quizá sí que pueda ser un poco absurdo pero es que hay momentos en los que me haces dudarlo.
-Si te quedas más tranquila…- sonrió él -. Sí que soy humano.
-Eso es importante - afirmó ella también sonriendo.
Daren no pudo reprimir una carcajada.
-Me encanta tu sinceridad, Layla - dijo luego empezando a trabajar.
-A mí también me encanta la tuya, aunque he de admitir que la mayoría de las veces lo que haces es desconcertarme - miró sus brazos mientras cortaba las verduras.
-Deja que me aclare yo primero y luego os lo cuento a las dos.
-¿Cath no es tan… especial cómo tú?
-No, ella es normal del todo - sonrió.
Layla le acercó un bol para que pusiese todas las verduras que estaba cortando y volvió a quedarse fija mirándolo.
-A ver qué me vas a decir ahora…
Layla sonrió.
-Prefiero mandarte un e-mail cuando llegue a casa.
Daren la miró dejando lo que hacía.
-Puedes decirme lo que quieras ahora.
-Lo sé, pero esto quiero decírtelo vía mensaje - siguió sonriendo.
-¿Vas a iniciar un juego?
-Voy a seguir la charla que teníamos, eso es todo.
-Me parece bien - asintió él cogiendo una sartén y poniéndola en la vitro con un chorro de aceite.
Siguieron hablando del instituto y las clases mientras cocinaban y Cath se unió a ellos al cabo de un rato. Entonces la conversación se desvió hacia los padres de los dos hermanos y su vida en Los Ángeles.
-Intuí que erais gente adinerada por el coche, la casa, la ropa… pero no me imaginé que lo erais tanto - les confesó Layla cuando se sentaban en la alfombra en torno a la mesa baja para empezar a cenar -. No parecéis muy pijos…
Cath y Daren se echaron a reír.
-Todos no somos como Paris Hilton - comentó Cath -. Aunque es la creencia que tiene la gente.
-Pero seguro que en esas mega fiestas a las que vais os encontráis con gente como ella, ¿no? - insistió Layla cogiendo una tortita. Los dos hermanos la miraron y sonrieron -. ¿No me digáis que no?
Daren le pasó un tenedor para que se pusiese relleno y Layla lo cogió maquinalmente esperando a que le dijesen algo.
-La verdad es que hemos coincidido con Paris en más de una ocasión - dijo Cath entonces.
-¡Venga ya! - exclamó Layla abriendo unos ojos como platos.
- En realidad no es tan difícil - comentó Daren enrollando su fajita -. Los Ángeles, fiesta… Paris Hilton.
-Y a vosotros os parece tan normal, ¿no?
Cath y Daren se encogieron de hombros.
-Podrías venirte con nosotros esta Navidad…- propuso Cath emocionada con la idea.
Layla miró a Cath y Daren miró a Layla.
-No sé, Cath…
-No la presiones Cath - la ayudó el chico -. Es normal que Layla quiera pasar esas fiestas con su familia.
-Bueno… nosotros también podríamos ser su familia para entonces, ¿no? - comentó mirando sonriente a su hermano.
Daren casi se atragantó y Layla se echó a reír. El chico miró a ésta última.
-Cuando compremos los billetes de avión se lo volveremos a preguntar - dijo.
-Me parece bien - asintió Cath con entusiasmo.
-A mí también - sonrió Layla sin apartar sus ojos de los de él.
-No os parece que hay un poco de atracción en el ambiente…- comentó pícara Cath, ante el estudio al que su hermano y su amiga se estaban sometiendo.
Layla se sonrojó y Daren le revolvió el pelo a su hermana.
-Voy a tener que informar a nuestros progenitores de tus comentarios...- bromeó.
-Y yo voy a tener que informarles de tus nuevas amistades…
-Me parece que lo mejor es que dejéis de amenazaos el uno al otro.
La cena se alargó bastante, por las continuas interrupciones por risas incontrolables de los tres, y cuando quisieron darse cuenta eran las diez de la noche.
Daren estaba demasiado a gusto para querer que la velada llegase a su fin pero de repente notó que sus músculos se tensaban. Layla percibió que su rostro se tornaba tosco y miró sus brazos donde las venas podían vislumbrarse con demasiada facilidad.
-Mierda…- masculló levantándose con un movimiento rápido.
-¿Qué pasa? - preguntaron ambas mirándolo.
-Tengo que irme - anunció cerrando los ojos y apretando la mandíbula.
-¡No! - sollozó Cath agarrándose a uno de sus inusuales brazos.
Daren abrió los ojos de golpe y la enfocó con sus pupilas dilatadas como las de un gato. Cath nunca había visto tan claramente aquella mirada.
-¿A dónde vas? - preguntó asustada Layla, que también se había levantado.
Los dos hermanos la miraron y ella se llevó las manos al rostro tapándose la boca en un intento de sofocar un grito que se quedó en un quejido. Daren besó a Cath en la frente y se acercó a la chica.
-Te juro que te lo voy a explicar todo en cuanto tenga la ocasión, Layla - prometió cogiéndole las manos y apartándoselas del rostro -. Deja que te mire una vez más …
Cath se echó a llorar. Las palabras de su hermano le habían sonado a despedida.
-¿Qué estás diciendo? - musitó Layla temblando.
Daren notó que algo le apremiaba en su interior para que se marchase.
-Quédate con Cath esta noche, por favor - dijo soltándola.
-Espera…- Layla le cogió una mano cuando ya se volvía. Él miró sus manos entrelazadas -. No puedes dejarme así…
Daren tiró de la chica hacia él con suma facilidad y la abrazó.
-Tengo que irme ya - le susurró.
Layla, que se había agarrado a su camiseta, levantó la vista hacia su rostro. Estaba llorando. Daren se inclinó y la besó en los labios. La adrenalina golpeó con fuerza en su pecho y se sintió extrañamente reconfortado. Deseó poder detener el tiempo en aquel instante para poder disfrutar eternamente de aquella sensación mágica y excitante. El cuerpo frágil de Layla entre sus brazos y sus húmedos labios eran el motivo de su existencia. El aliento que necesitaba para vivir. Lo comprendió de inmediato. Luchó contra sus instintos para no tener que irse pero sabía que no iba a poder detenerlos.
Se separó lentamente de ella, primero de sus labios y luego de su cuerpo, dejando grabadas en su memoria todas las sensaciones que había disfrutado en aquellos segundos por si eran las últimas.
Luego se volvió y salió corriendo de la casa en dirección al bosque.
Layla y Cath salieron al porche pero ya no pudieron verlo. Se olvidaron del frío por unos minutos y esperaron verlo aparecer. Pero Cath sabía que Daren no iba a volver hasta que no cumpliese con sus extraños cometidos.
-Vamos dentro - dijo a Layla -. Si quieres puedo llevarte a casa.
-No me voy a ir.
-Daren tardará en volver…
-No importa - musitó.
-También puede ser que no vuelva, Layla...- sollozó Cath.
Ambas se abrazaron.



9 comentarios:

Raquel Cruz dijo...

Ehh Cyllan tienes un marido muy simpatico que se ha pasado también por mi blog. Que suerte que los dos compartáis la afición de la escritura. Por cierto, los cap anteriores a este, los teneís colgados aquí? sino me encantará tenerlos y daros mi humilde opinión, esta es mi dirección fonterreal@hotmail.com. Besotes!!

Cyllan dijo...

Hola Raquel!!!
Él más que escribir "devora" libros porque le encanta leer. Pero sí que es verdad que compartimos esa afición por la literatura. Tendrías que ver como está la habitación que usamos como "despacho"... ¡¡¡Cómo compremos algún libro más nos tenemos que salir de casa!!!
Empecé a colgar los capítulos en el mes de enero y desde entonces he ido a uno por mes.
Todavía no tienes noticias de las editoriales?
A ver si algún día nosotros también podemos leer algo de tu historia.
Espero tus comentarios.
Saludos y suerte!!!

Rocio dijo...

Hola Cyllan. Soy Rocío hicieste un comentario en mi blog. Como soy un poco inútil no he encontrado tu mail, le pregunté a Raquel, pero tampoco. Te contesté con el tema de la Peli de Agua para Elefantes, que en mi humilde opinión deja mucho que desear en comparación con el libro. Yo ahora el blog le tengo un poco paradillo por temas personales. TAmbién escribo, o escribía?, BUeno escribía hace mucho, y ahora vuelvo a retomar esa magnífica afición, en gran parte gracias a la ayuda de gente tan magnífica como Raquel, que siempre está ahí para dar su apoyo. Te dejo mi mail: dholphin1@hotmail.com

Cyllan dijo...

Gracias Rocio!!!
Al final fui a ver la peli pero sin leer el libro, así que no puedo comparar. La verdad es que me entretuvo bastante aunque hubiese suprimido algunos momentos que, en mi humilde opinión, no aportaban mucho a la trama.

Os dejo mi dirección de e-mail a las dos para lo que queráis: cyllan31@hotmail.com

Por cierto, Raquel, nos hemos hecho seguidores de tu página de facebook "El Arcángel de luz" mediante la de "El umbral del alma".

Bea Magaña dijo...

Hola, Cyllan; por fin he podido cumplir mi promesa y entrar en tu blog y hacerme seguidora. Desde la dirección que me dejaste en mi blog no pude o no supe encontrarte, y desde mi página de seguidores, pinchando en tu foto, tampoco (igual soy muy torpe, o era que blogger estaba dando problemas de nuevo, porque algunas personas me dijeron que no podían dejarme comentarios, y hasta desapareció mi lista de seguidores durante unos días). Perdona el rollo, pero sentía que te debía una explicación; normalmente, cumplo mis promesas sin demora y me sabía mal no haber podido o sabido encontrarte antes.

Bueno, decirte que lo que acabo de leer me ha gustado mucho. Ahora estoy intrigada, y deseando tener tiempo de sobra para ver todas las entradas de tu blog y encontrar el comienzo de esta historia que ya me ha enganchado.
Cómo me gusta descubrir escritores con talento!!!
Me pasaré por aquí muchas veces, es una promesa. Gracias por compartir tu prosa y tus sueños.
Suerte con el blog, verás cómo pronto vas a ver crecer la lista de seguidores.
Besos, y gracias por haber dejado tu comentario en mi blog, de otro modo no habría llegado a conocer el tuyo.
Agradezco a Raquel que enlazara mi blog al suyo, pues de ese modo nos hemos conocido.
Océanos de amor.

Cyllan dijo...

Hola Bea!!!
Estoy muy contenta de haber empezado a moverme por blogs de literatura y a hacerme seguidora, porque estoy descubriendo a mucha gente maravillosa.
Es fantástico que hayamos tant@s compartiendo esta afición por escribir en la red y que podamos leernos y comentarnos los unos a los otros.
Ojalá y algun@ tenga suerte alguna vez y su sueño de que una editorial se interese por su historia se haga realidad.
En eses caso, sea quien sea, espero un ejemplar firmado!!!
Suerte y nos vamos leyendo!!!

Anónimo dijo...

Hola :

Me llamo Jimena San Martín soy administradora de un sitio web. Tengo que decir que me ha gustado su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Por ello me encantaria contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren tambien en su web.

Si estas de acuerdo hazmelo saber.
Jimena San Martín

Cyllan dijo...

Hola Jimena!!!
Gracias por tu comentario. Siempre es agradable leer críticas positivas.
Podrías dejarme la dirección de la web para ver cómo es?
Espero que no te moleste que te lo pida pero así puedo visitarla un poco primero.
Muchas gracias por tu interés.
Espero tu respuesta.

Raquel Cruz dijo...

Cyllaaan!!! ya tengo ganas de leerme por completo Aliento para hincarle al diente a estos relatitos. Un besote guapaaa y ya sabes para lo que necesites estoy por aquí!!!