Hola de nuevo!!!
Increíble pero cierto, ya hemos liquidado el primer mes de 2011 y parece que fue ayer cuando estábamos tomando las uvas y celebrando el Fin de año.
Espero que vuestros propósitos vayan llegando a buen puerto, a lo largo del año, y también espero que Vida está en vuestras manos antes del verano. Ya tengo ganas de conocer vuestras reacciones, aunque esa espera también me causa cierta... tensión.
Os recuerdo que la encuesta sigue abierta, así que podéis seguir votando.
A continuación, como os dije en la anterior entrada, dejaré el segundo capítulo de Aliento a vuestra disposición para todos aquellos que queráis leerlo, con la intención de que la historia de Daren se vaya difundiendo y vaya llegando a más gente. Sería genial que, tanto los nuevos lectores como los que seguís la saga desde su comienzo, pudiésemos intercambiar opiniones.
Un beso a todos!!!
Capítulo 2
TODO SE
TORNA REAL
“El
cuerpo humano no es más que apariencia, y esconde nuestra realidad.
La
realidad es el alma.”
Víctor
Hugo (novelista francés)
Cuando Daren despertó corría descalzo
en dirección a algún sitio, la cuestión era hacia dónde. Su cuerpo o su
inconsciente parecían saberlo porque tomaba las calles con seguridad, pero él
no lo sabía. Debía estar soñando porque no recordaba poder correr tan rápido,
pero todo era demasiado real. No era como la visión.
La
visión, pensó
entonces. Estaba viviendo algo que ya había visto. Ese momento era físico, no
mental. Ahora sí notaba el frescor de la noche en su torso desnudo y el frío
asfalto bajo sus pies.
Mientras de alguna forma pensaba todo
aquello se detuvo en una calle poco iluminada y alzó la vista hacia una farola
parpadeante. Veía mejor que en la visión. Sus ojos parecían acostumbrados a la
oscuridad. Entonces oyó jadeos y una carrera, y supo exactamente hacia dónde
tenía que mirar y lo que iba a ver. Un hombre corriendo hacia él, con el rostro
desencajado por el miedo, apareció por la esquina.
¿Qué
coño se supone que va a pasar ahora?,
pensó colocándose instintivamente en una posición entre defensiva y expectante.
¿Cath me va a despertar?
El hombre estaba a un par o tres de
metros de él.
-¡Ayúdeme! – le pidió prácticamente
ahogado a causa de la carrera.
Daren se tensó de manera brusca. Alguien
más había aparecido en la calle, aunque el chico casi no había tenido tiempo de
percibirlo, cuando vio como se abalanzaba sobre el hombre y lo derribaba. No
había tardado ni un segundo en atacar.
El cuerpo de Daren pareció reaccionar
sólo y se abalanzó sobre el atacante derribándolo. En un momento se encontró rodando por el asfalto agarrándolo y forcejeando
con él. Cuando se detuvieron, el hombre miró al chico con ojos felinos y
expresión de sorpresa, e inmediatamente salió disparado hacia su presa otra vez.
Sin saber exactamente cómo Daren se lanzó en la misma dirección y notó como la
sangre lo salpicaba. Inmediatamente supo que era demasiado tarde y que el
hombre al que sujetaban por el cuello como si su peso fuese el de un muñeco, ya
estaba muerto.
Entonces percibió claramente algo
similar a una niebla desprendiéndose del cuerpo que se desplomaba en el suelo, y
vio como extendiendo una mano sobre él, el atacante la absorbía y luego
desaparecía, sin ni siquiera volver a mirarlo, con la misma rapidez con la que
había aparecido.
Daren se sintió frustrado y
terriblemente enojado. Debía haber salvado a aquel hombre. Notó su sangre golpeándole
las sienes, pues apretaba los dientes con una rabia que nunca había conocido y
su cuerpo temblaba. Sus manos se mancharon de sangre cuando le dio la vuelta al
cadáver. Literalmente le habían arrancado el corazón. La mano había perforado
la espalda y había atravesado todo el cuerpo.
En aquel momento Daren empezó a
sentirse fatal. No era por la visión del cuerpo mutilado ni por la sangre, era
porque estaba agotado. Le dolían terriblemente los hombros dónde aquel asesino
se había agarrado, cuando ambos rodaron por el suelo, y se notaba algo mareado.
Sabía que tenía que echar a correr si quería llegar a casa antes de caer exhausto
y así lo hizo, dejando atrás el cuerpo inerte tirado en el callejón.
Cath se había levantado al lavabo y
antes de meterse en la cama se acercó a la ventana para cerrarla, cuando un
ruido la hizo asomarse y mirar hacia abajo. Un grito se ahogó en su garganta al
ver a su hermano tendido sobre el césped.
Salió precipitadamente de la
habitación. Enseguida desactivó la alarma del piso inferior y bajó las
escaleras tan rápido que en dos ocasiones tuvo que agarrarse a la baranda para
no caerse. Cogió las llaves con manos torpes del mueble del recibidor y antes
de salir al jardín desactivó la otra alarma.
Corrió lo más rápido que pudo
bordeando la casa hasta la parte trasera, que era hacia dónde daban las ventanas de
su cuarto, y cuando vio el cuerpo de su hermano pensó que el corazón iba a
parársele.
Se arrodilló junto a él y lo miró.
Respiraba, estaba segura, pero tenía enormes hematomas en los hombros y
salpicaduras de sangre. No sabía si tocarlo o si salir corriendo a pedir ayuda.
Cuando se decidió por lo segundo y estaba a punto de levantarse, una rápida
mano del chico le cogió un brazo. Ella se sobresaltó un poco.
-No llames a nadie, por favor - le
suplicó.
Cath se acercó a su rostro. Los ojos de su hermano se abrieron y la
enfocaron.
-¿Qué te ha pasado, Daren? - preguntó
nerviosa y con lágrimas empezando a deslizarse por sus mejillas.
-No estoy muy seguro - susurró
intentando incorporarse –. Tienes que ayudarme, Cath.
-¿Podrás caminar?- se preocupó ella -.
¿No será mejor que vaya a buscar a alguien?
Él negó con la cabeza.
-Ayúdame tú.
La chica obedeció y lo ayudó a
levantarse intentando hacerle el menor daño posible. Cuando estuvieron de pie y
Daren se apoyó sobre ella, ambos estuvieron a punto de volver a caerse.
-No puedo contigo Daren - sollozó.
-Perdona, me he echado mucho sobre ti.
Intentó caminar apoyándose lo justo en
su hermana, que temblaba de nervios agarrándolo por la cintura.
-Estás muy caliente, creo que tienes
fiebre.
Llegar hasta la habitación del chico
les llevó lo que a Cath le pareció una eternidad. Después de cerrar la puerta se sintió algo más relajada ya que, por lo menos, nadie los había visto que era
lo que su hermano quería.
Daren tiró de ella hacia la cama.
-No. Tienes que lavarte antes y yo
también, sino vamos a llenarlo todo de sangre.
Él afirmó con la cabeza, no creía
tener fuerzas ni para hablar.
Cath lo sentó en el suelo del baño
recostándolo contra la pared y dejó correr el agua de la bañera. Cuando empezó
a salir templada puso el tapón y se volvió de nuevo hacia Daren.
-Voy a tener que desnudarte del todo -
le dijo sonrojándose. Los tiempos en los que se habían bañado y cambiado juntos
habían quedado atrás hacía bastantes años y la situación era un poco incómoda
llegados a aquel punto -.¿Te importa?
Daren negó con la cabeza mirándola con
dulzura.
Cuando por fin Cath consiguió lavar a
su hermano, colocarle un pijama y meterlo en la cama, eran las cinco y media.
Después de eso aún tuvo que limpiarlo todo, recorrer el camino que habían hecho
al entrar en la casa para comprobar que no habían dejado ningún rastro,
conectar las alarmas de nuevo, ducharse, cambiarse y esconder la ropa de ambos.
Estaba agotada cuando volvió a entrar en la habitación de Daren y se sentó
junto a él en la cama.
Lo miró. Sudaba a causa de la fiebre,
estaba pálido como el papel y deliraba, pero al notarla cerca abrió los ojos y
también la miró.
-Te voy a dar un ibuprofeno y luego
intentaras dormir, ¿vale?
-Gracias hermana - musitó.
Aquella mañana Daren soñó con flashes
de su infancia. Jugaba con sus padres y su hermana en los jardines; debía tener
unos seis años y su padre lo llevaba a caballito; estaba haciendo castillos de
arena con Cath en la playa… Lo recordaba todo y estaba descansando bien hasta
que de golpe se vio con una edad algo inferior, quizá unos tres años o menos.
Iba sentado en el asiento trasero de un monovolumen, bien colocado en su sillita
reglamentaría, y a ambos lados llevaba a dos niñas algo más mayores que tenían
su mismo color de pelo castaño, y que parecían enfadadas la una con la otra. Él
las observaba. Una joven mujer se volvía desde el asiento del copiloto para
mirarlos mientras, por el espejo retrovisor, unos ojos negros también los
miraban unos segundos. Daren sintió amor en aquellas dos miradas y sonrió.
Acababan de dejar atrás un cartel de carretera. Como niño no había sabido
identificar las letras, pero como adulto sí lo hizo.
Abrió los ojos de golpe y se quedó
mirando el techo de su cuarto. No se había movido de la postura en que Cath lo
había dejado aquella madrugada y cuando intentó hacerlo en aquel momento sintió
una terrible punzada de dolor en los hombros.
Debía ser bien entrada la mañana
porque una enorme claridad bañaba la habitación.
-¡Buenos días! - exclamó Cath
acercándose a él. Se sentó en el borde de la cama y sonrió -. Son casi las dos
del mediodía.
-¿Cuánto he dormido? - sentía la boca
seca y pastosa.
-Unas… cinco horas porque tardaste
bastante en tranquilizarte del todo - explicó ella poniéndole una mano en la
frente -. Ya no tienes fiebre.
-Gracias por todo - intentó
incorporarse un poco a pesar del dolor. Cath lo ayudó y le puso una de las
almohadas en la espalda -. ¿Qué le has dicho a papá y mamá?
-Que pasaste mala noche y estuviste
vomitando, por eso han decidido que era mejor dejarte dormir.
-¿Llegué a vomitar?
-Creo que fue lo único que te faltó,
aunque hubo un momento en que pensé que lo harías - explicó ella cogiéndole una
mano -. ¿Qué te pasó Daren?
Se miraron a los ojos. Había llegado
el momento de las explicaciones, pero… si no las tenía para él, cómo iba a
tenerlas para su hermana.
-No estoy muy seguro…- empezó a decir.
Se acordaba de todo o casi todo, pero era una locura.
-¿Te peleaste con alguien?
-Sí…- murmuró él.
-Tenías sangre en las manos y en la
ropa que no era tuya, y también tienes los hombros señalados como si alguien se
hubiese agarrado a ti con mucha fuerza. Se notan perfectamente los dedos.
Tanto, pensó el chico. Cuando aquel hombre y
él habían forcejeado y rodado por el suelo, Daren había notado como lo agarraba
pero no le había parecido tan exagerado como para dejarle una señal como la que
su hermana describía.
-Además Daren… ¿Cómo saliste de casa y
volviste a entrar si todas las alarmas estaban conectadas?
Por
la ventana, recordó entonces. Había saltado por la ventana
de su cuarto y lo había hecho a una velocidad tan bestia que era normal que los
sensores no hubiesen detectado ningún movimiento.
Cath suspiró levantándose y sacando a
Daren de sus recuerdos.
-¿No vas a contarme nada? - se enfadó
-No sé que contarte - confesó él.
-Cuéntame la verdad.
Daren miró a su hermana que esperaba
una explicación.
-La verdad no la creo ni yo.
-¿Tan horrorosa es?
-Es horrorosa…- recordó la rapidez con
la que aquel brazo había atravesado el pecho del hombre - … y es increíble.
Hubo un silencio entre ambos hasta que, de repente, Cath saltó sobre la cama y se quedó de rodillas con el rostro muy
cerca del de Daren.
-¿Qué pasa? - exclamó sobresaltado.
-Han encontrado a un hombre muerto en
un callejón cerca de la entrada del puerto deportivo esta mañana…- se sentía
culpable por pensar lo que estaba diciendo y lo que iba a preguntarle, Daren lo
notaba en su mirada -. Pero tú esta noche no has estado allí, ¿verdad?
No contestó enseguida. Hasta que punto él no había sido culpable de
aquella muerte…
-Yo no lo maté, Cath - confesó muy
despacio.
La chica se asustó con aquella
respuesta. Había esperado un no rotundo y su hermano le estaba abriendo nuevas
y horrorosas posibilidades.
-¿Qué… qué quieres decir? -
tartamudeó.
-Estaba allí, aunque no me preguntes
por qué y … vi cómo atacaban a un hombre... Yo reaccioné tirándome sobre el
asesino y forcejeamos un poco, pero ya era demasiado tarde. El hombre ya estaba
muerto - no era del todo cierto, pero tampoco mentía. Cath debería conformarse
con eso por el momento, pensó -. Me manché de sangre las manos cuando volví el
cuerpo para comprobar que no tenía vida.
Cath se echó las manos a la cabeza y
se levantó nerviosa.
-¡Dios! ¿Por qué no llamamos anoche a
la policía, Daren?
-Tranquilízate. Me asusté y me quedé hecho
polvo con aquella visión… Tú me viste, no podía ni hablar.
-Pero…
-Tenía signos de una pelea y la otra
persona había desaparecido… ¿quién hubiese sido el acusado, Cath?
Ella se horrorizó con la respuesta.
Estaba claro que él.
-¿Tú eres inocente? - necesitaba
asegurarse aunque su hermano se enfadase por su insistencia.
-Sí - afirmó levantándose. Cath se acercó a él cuando vio que se tambaleaba –.Y creo que tú estás
más segura incluso que yo - sonrió.
-¿Te ayudo a vestirte?
-Acércame unos vaqueros y una camisa,
por favor.
Después de comer, Daren bajó al garaje
a ver su regalo. El coche nuevo tenía un lazo rojo en el volante que había sido
idea de Cath.
Las luces intermitentes parpadearon
cuando accionó el cierre centralizado de la llave.
El interior olía a nuevo y en cuanto
se sentó en la plaza de cuero del conductor supo que iba a ser una pasada
conducirlo. Estuvo curioseando la parte del cuadro, la guantera y todos los
extras que tenía, hasta que su vista se clavó en el espejo retrovisor y en el
niño que lo miraba a través de él en el asiento trasero. Entonces volvió a ver
el cartel de carretera y comprendió de inmediato lo que tenía que hacer.
La cena transcurrió tranquila y el
tema de conversación que imperó fue la fiesta y los regalos de los chicos.
Daren se enteró que a Cath le habían comprado un portátil nuevo, un móvil y
ropa.
Estaba esperando a que todos
terminasen el postre para anunciar la decisión que había tomado y, cuando Cath
se metió la última cucharada de yogurt en la boca, decidió que no había que
demorarlo más. Iba a causar un terremoto en casa lo dijese cuando lo dijese.
-Voy a solicitar la anulación de mi
matricula en la universidad para este curso - anunció entonces, mirando a sus
padres sentados en frente.
-¡¿Cómo?! - exclamó Rebecca.
Todos lo miraron perplejos. Incluso
Lorna, que se había acercado a retirar los platos, se había quedado inmóvil.
-Me quiero ir fuera una temporada.
-Pero…¿te refieres a estudiar fuera de
Los Ángeles? - le preguntó su padre confundido.
-No papá. Me refiero a no estudiar y a
irme algo lejos de aquí.
Su madre abrió aún más los ojos.
Parecía aterrorizada con la idea de que Daren se alejase de ellos.
-¿Qué ha pasado hijo?¿Por qué quieres
irte?
-No ha pasado nada, sólo quiero
cambiar de aires una temporada. En serio, no os asustéis - explicó sonriendo
para tranquilizarla.
La única que no había entrado en la
conversación era Cath que miraba a su hermano con ansiedad.
Después de un silencio y de que Lorna
se retirase, el señor Thomas puso una mano sobre la de su esposa, que reposaba inmóvil
sobre la mesa y dijo:
-Está bien. Creo que de alguna manera
todos hemos sentido esa necesidad de querer hacer algo diferente en nuestras
vidas.
-Gracias por entenderlo papá - miró a
su madre, que no parecía tan convencida como su esposo, y añadió -. No voy a
desaparecer, es solo temporal, pero necesito irme.
-Pero… vas a estar de un lado para
otro un año entero…
-No te preocupes mamá. No voy a estar dando
vueltas como una peonza - bromeó, intentando suavizar la tensión del ambiente -.
Me iré a Whitefish en Montana.
Sus padres palidecieron de forma
inmediata.
-¿Qué pasa? - preguntó él alarmado.
Por primera vez desde que habían empezado a hablar Cath retiró la mirada de su hermano para
dirigirla hacia sus progenitores. La respiración de Rebecca parecía acelerarse y la mano de su padre se
había cerrado en un puño.
Daren sintió aumentar la tensión y el
miedo en el ambiente. Si su madre hubiese estado de pie estaba seguro que se
habría desplomado.
-¿Por qué Whitefish? - consiguió
articular su padre.
-No lo sé - mintió Daren -. Creo que
tiene uno de los mejores resorts de ski de todo el país.
-¿Sólo es por eso? - insistió Thomas.
El chico se preguntó si sus padres
sabían algo.
-Sí. No encuentro ninguna otra razón.
Quería irme lejos, miré el mapa, señalé con el puntero en la pantalla del
ordenador y… bueno, allí estaba Whitefish. ¿Por qué os sorprende tanto?
-La verdad es que…- Thomas vaciló y
miró a su esposa. Si su hijo no sabía nada y todo era casualidad había que
salvar aquella situación y dejar de dramatizar. Ella afirmó con la cabeza
comprendiendo y aprobando lo que él pensaba. Su expresión intentó suavizase y
volverse hacia la sorpresa –. La verdad es que tenemos una casa allí.
Esta vez el rostro inexpresivo fue el
de Daren.
-Nunca os lo habíamos dicho y por eso
nos hemos sorprendido tanto - continuó su madre –. La compramos hace más de
quince años pensando en… una jubilación tranquila o algo así.
Daren cada vez estaba más convencido
de que tenía que irse a Montana y de que sus padres estaban ocultando algo.
-Yo me voy con Daren.
La revelación de Cath, después de estar
todo el rato en silencio, fue como una bomba. Daren la miró sorprendido e
inmediatamente se desencadenó una lucha entre la chica y sus padres. Había un
intercambio de negaciones, protestas y
súplicas, que el chico percibía como ruido de fondo. Era como entrar en un local
con música ambiente. Daren sabía que estaban discutiendo pero no escuchaba
nada. Su cabeza estaba intentando asimilar las palabras que Cath acababa de
decir y buscando un por qué las había dicho.
La situación había terminado con una
negación rotunda de su padre y un ya
veremos por parte de su hermana, que se había levantado de la mesa con
brusquedad y se había encerrado en su cuarto sin querer hablar con nadie.
Daren estaba consultando por internet
un mapa de carreteras cuando picaron suavemente a su puerta. El chico sonrió
levantándose de su escritorio y abrió.
-¿Me esperabas?- preguntó Cath en voz baja.
-Te estaba dando de tiempo hasta la
una.
-¿No son ya?- dijo ella entrando.
-Faltan cinco minutos.
Daren cerró la puerta y volvió a su
escritorio. Su hermana se apoyó en el respaldo de su silla y miró la pantalla.
-¿Estás estudiando la ruta que vamos a
seguir?
El chico hizo girar la silla y la
miró.
-¿Sigues con esa idea?
-Sé que te vas por lo que pasó anoche…
-¿Y…? - la invitó a seguir él, sonriendo.
-Y quiero irme contigo porque si te
vuelve a pasar quiero estar para ayudarte.
Daren esperaba aquella respuesta.
Cogió una mano de la chica y la atrajo hacia él para que se sentase en sus piernas.
-Espero que lo de anoche no se vuelva
a repetir nunca, Cath - dijo luego.
-Es lo que esperas, pero no es lo que
crees.
Daren suspiró.
-Está bien. Entonces te diré que no
quiero que estés cuando vuelva a repetirse.
-No podías ni tenerte en pie…
-Lo recuerdo, Cath – la cortó él en
tono seco -. Pero no quiero que me veas otra vez en ese estado.
-Y pretendes que viva feliz y
despreocupada sabiendo que a mi hermano, que está solo en la otra punta del país, le dan unos chungos rarísimos que lo dejan hecho polvo …- protestó ella.
Daren la abrazó y ella apoyó la cabeza
en su hombro.
-Quiero irme contigo, por favor.
-¿Y el instituto?
-Sólo hace una semana que hemos
empezado, puedo incorporarme sin problemas al de allí.
-Es tu último curso. ¿No quieres
graduarte con tus amigas de siempre?
-No vas a convencerme con esos
argumentos. Estoy segura de lo que quiero. Ya he mandado un e-mail para
solicitar una plaza en un instituto de Whitefish.
-No has perdido el tiempo - bromeó él -.
Yo pensé que estarías llorando la rabieta y casi tienes la maleta preparada.
-El lunes espero que me contesten,
sino llamaré por teléfono - se incorporó un poco pero sin levantarse -.
Necesito saber que estás de mi parte.
Si la situación hubiese sido otra
Daren no habría dudado en llevarse a su hermana, pero tal y como estaban las
cosas no creía que fuese lo más conveniente.
-Sabes que te llevaría conmigo si todo
fuese… normal - dijo él eligiendo con cuidado las palabras.
-Quizá si todo fuese normal y supiese
que tú estás bien no sentiría la necesidad de ir que siento ahora.
-No voy a permitir que cambies tu vida
por mí.
-Mi vida va a cambiar desde el momento
en que salgas por la puerta de esta casa.
-Algún día tendría que ocurrir.
-Sí, pero no de esta forma, Daren.
Volvieron a quedarse en silencio. En
el jardín se oía el canto de los grillos que penetraba por la ventana
entreabierta.
-Está bien - suspiró al fin.
-¡Genial! - exclamó Cath abrazándolo y
prácticamente separándose de él en el mismo instante –. Perdona.
-¿Por qué? - la miró extrañado.
-¿Ya no te duelen los hombros?
-Bueno… mi vida en las últimas horas
está cambiando de forma increíble así que supongo que no debería sorprenderme
por lo de mi recuperación. O quizá sí, no lo sé - explicó desabrochándose la
camisa del pijama y dejando al descubierto sus hombros.
No había más luz que la que desprendía
la pantalla del ordenador pero era suficiente para que Cath comprendiese lo que
su hermano quería decir. Lo miró unos segundos a los ojos y luego bajó la vista
de nuevo hacia su torso y sus hombros perfectos y libres de marcas.
-¿Cómo puede ser? - murmuró absorta, pasando una mano por la piel del chico -.¿No te duelen nada?
-Nada.
-Pensé que tendrías marcas durante
varias semanas…
-Yo también, Cath. - Ella lo miró y él
notó el miedo en sus ojos -. ¿Estás asustada?
-No lo sé, creo que un poco.
-¿Te doy… miedo?
Ella negó con la cabeza.
-Me da miedo lo que te está pasando -
dijo luego.
-No quiero que hables de esto con
nadie.
-No lo haré.
Hubo otro silencio.
-¿Sigues queriendo venir conmigo?
-Más que antes - afirmó de inmediato.
-Entonces tendrás que prometerme algo.
-¿Qué? - preguntó entornando los ojos.
-Jamás te acercarás a mí cuando me
veas en un estado como el de anoche o parecido, si antes no estás completamente
segura de que te he reconocido y de que estoy calmado - dijo con severidad y
después continuó ante la cara de perplejidad de la chica –. Quiero que ante la
más mínima duda te largues inmediatamente de mi lado.
-Te lo prometo - musitó Cath.
-Espero no tener que arrepentirme al
permitirte venir conmigo…- dijo preocupado.
-No lo harás – sonrió ella.
El domingo transcurrió con nuevas
discusiones entre Cath y sus padres, en las que Daren intentó mediar posicionándose
del lado de su hermana pero sin desautorizar
a sus progenitores, que acabaron cediendo a regañadientes cuando la chica
empezó a amenazar con suspender a propósito y con escaparse durante alguna
noche para irse con su hermano.
El lunes antes de irse a clase, Cath
consultó su correo electrónico pero no tenía ningún mensaje nuevo. Cuando
bajaba cabizbaja con la mochila al hombro hacia el comedor, Daren la asaltó por
detrás.
-¡Buenos días! – la saludó.
-Buenos días - le contestó ella deteniéndose.
No había sonrisa en el rostro de su
hermana y Daren supo de inmediato que algo no estaba bien.
-¿Se puede saber qué te pasa ahora?
-No me han contestado de Whitefish.
Daren se echó a reír.
-¿Qué tal si esperas a que abran el
instituto y consulten el correo? - le dijo luego -. Son sólo las ocho de la mañana,
hermanita.
-¿Tú crees?
-Espera a esta tarde, ¿vale? - volvió
a sonreír pasándole un brazo por los hombros y empezando a bajar de nuevo –. Por
cierto, ¿quieres que te acerque al instituto? - dijo cambiando de tema y
mostrándole las llaves del coche.
-¡Sí! - exclamó ella.
-Hay que hacerle el rodaje antes de
irnos para que esté a punto.
-¿Cuándo nos iremos?
-Espero poder salir a finales de esta semana
para que el próximo lunes puedas incorporarte a tu nuevo instituto, antes de que
avancen más las clases.
-En cuanto reciba una respuesta de
Whitefish empezaré a moverme para que trasladen mi expediente y todo eso.
-Sabes lo diferente que va a ser todo
allí, ¿no?
-Me lo imagino – sonrió -. Será cómo
un reto.
2 comentarios:
pues yo opino que lo que deberías hacer es poner el primer copítulo de Vida..
Mmmm...
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