Pasado el ecuador de septiembre y empezando un nuevo año (parece que todos nos adaptamos al calendario escolar y hacemos propio este mes como el inicio de un nuevo curso y por lo tanto una nueva etapa...), creo que ya es hora de dejaros un nuevo capítulo de Aliento.
Ahora mismo estoy bastante contenta porque parece que mis musas (como dice una de nuestras compañeras) han decidido terminar sus vacaciones y hacer acto de presencia. He logrado escribir más en dos días que durante todo el verano!!! Así que espero que no se cojan ningún puente más y me acompañen durante una larga temporada.
Además, he conseguido esquematizar todo lo que me falta por desarrollar y escribir en Vida y parece que no me queda ningún cabo suelto. Todo encaja!!! Qué ilusión cuando las ideas fluyen con tanta rapidez y claridad... Ya veis que he hecho algunos cambios en el blog pero, como sigue sin convencerme del todo, la cosa no va a quedarse así. En cuanto a la página web, deciros que también está sufriendo una remodelación total (todavía no está colgada en internet) y que ya os avisaré cuando esté terminada.
Tengo ganas de terminar esta trilogía, no porque esté harta o saturada de ella, si no porque quiero ver si soy capaz de "regalaros" algo que os guste. Un final que sea el esperado o no, pero que no os deje indiferentes. Me estoy adelantando al pensarlo pero... por una parte me aterra el momento de recibir opiniones, y por otra me encanta que leáis mis historias y que yo pueda saber que os han parecido... Creo que ese es el gran deseo de todo "escritor". Poder compartir sus prolongadas horas de locura, más o menos temporal, con todo el mundo que quiera dedicarles unos minutos. Sé que es imposible enganchar a todo el que lee una obra, pero para mí es maravilloso que algun@s de vosotr@s esteis esperando el avance de la historia con tantas ganas y que me lo vayáis recordando, porque os aseguro que ese interés produce un subidón de energía impresionante ( en este momento tengo que hacer una mención especial a Eliana, gracias por tu amistad y por tu apoyo).
También os dejo un pequeño párrafo de Vida (como siempre os aconsejo que no lo leáis si no habéis leído los dos libros anteriores).
Espero vuestro comentarios!!!
Adelanto de Vida (todos los derechos reservados):
Su
alma clamaba de forma desesperada y agónica la unión con su gemela; y cuando eso
ocurría, en la tranquilidad y la soledad de la noche, era como si lo estuviesen
desgajando a jirones. En esos momentos el dolor hacía que las lágrimas llegasen
a saltar de sus ojos y se empapaba en un sudor frío y enfermizo. Era,
posiblemente, como sentir la agonía de la muerte.
Octavo capítulo de Aliento (todos los derechos reservados):
CONFESIONES
“El
querer lo es todo en la vida. Si queréis ser felices lo seréis. Es la voluntad
la que transporta las montañas.”
Alfred
Victor de Vigny (escritor francés).
Daren no se movió de su cuarto hasta
que el padre de Layla y su ayudante se marcharon en torno a las seis de la
tarde. Entonces bajó al salón en cuanto oyó la furgoneta alejarse y Cath se
sobresaltó cuando lo encontró tras ella.
-Hola - le dijo. Se había puesto la
parte de arriba del pijama.
-¡Daren! - exclamó llevándose una mano
al pecho -. Me has asustado…
Sus movimientos se volvían cada vez
más rápidos y sigilosos y él era consciente de ello.
-¿Quién te pensabas que era? – sonrió -.
¿Simon?
-Te puedo pegar un puñetazo aunque
estés impedido…- bromeó ella amenazándolo con un puño cerrado.
-En la cara no, por favor - se
protegió Daren.
Ambos se echaron a reír y se sentaron
juntos en el sofá. Cath se acurrucó en su costado y Daren le pasó un brazo por
los hombros atrayéndola hacia él.
-Estas mucho mejor - dijo ella
mirándolo satisfecha.
-Lo sé. La fase del mono se me ha
pasado - siguió bromeando.
-Eres increíble - sonrió Cath negando
con la cabeza
Daren miró el libro que había en la
mesa de centro.
-¿Qué tal por la Rusia Imperial?
-Bueno… ahí estamos…- suspiró -.
Conociendo a …- se quedó pensativa.
-¿Ha Raskolnikov…?- supuso él.
-Sí eso.
El rostro de la chica reflejaba
debilidad y cansancio. Llevaba puesto un chándal celeste y se había recogido el
pelo con una coleta.
-¿Has comido algo más aparte del sándwich
durante el día? - le preguntó Daren cambiando repentinamente de tema. Ella negó
con la cabeza.- Y no te parece que con uno que adelgace ya es suficiente…- le
regañó.
-Tengo el estómago un poco cerrado.
-¿Hay helado?
-Creo que sí…- sonrió ella -. ¿Te
apetece?
-Trae dos cucharas, ¿vale?
Cath se dirigió a la cocina riéndose y
volvió con dos botes de helado de litro y dos cucharas.
-¿Dulce de leche o chocolate belga? - le
ofreció al chico sentándose de nuevo junto a él.
-Venga, voy a ser bueno y voy a dejar
que tú empieces con el de chocolate - suspiró Daren cogiendo el otro bote y una
cuchara.
Cath se acomodó feliz en el sofá y
abrió su helado.
-Siempre me ha encantado hacer esto
contigo - dijo antes de empezar a comer.
-A mí también.
Comieron helado mientras veían la tele
y bromeaban. Era algo que siempre solían hacer en Los Ángeles, sobre todo por
las tardes y en verano. Se hartaban de comer helado y de ver películas o
programas chorras que acababan tergiversando y convirtiendo en divertidísimos
shows. Daren era experto en transformar una película de terror en una comedia
sólo con sus comentarios. Cuando ya llevaban un buen rato relajados vieron las
luces de un coche acercarse por el camino.
-Debe ser Layla - dijo Cath
levantándose y yendo hacia la puerta.
La chica dejó la furgoneta frente a la
entrada y se bajó de ésta cuando Cath abría la puerta. Se acercó a ella
sonriendo y subió los escalones del porche de madera.
-¿Qué tal el día? - la saludó Cath.
-Cansada pero bien – sonrió - ¿Cómo
está Daren?
-Está bastante mejor - le ofreció
entrar primero.
Layla entró en la casa y miró hacia el
espacio del salón. Daren estaba sentado en uno de los sofás y sus miradas se
cruzaron.
-Estás levantado y todo - dijo acercándose.
-No tenías que haber venido, Layla -
sonrió.
-Necesitaba verte y … explicarte algo
que me ha pasado hoy.
Daren dejó su bote de helado y su
cuchara junto a la de Cath, encima de la mesa, y miró con curiosidad a Layla.
Su rostro expresaba cansancio pero también ansiedad.
-¿Qué te ha pasado? - le preguntó
luego entornando los ojos.
-Yo mientras voy a recoger los helados
y a llamar a casa - dijo Cath adelantándose.
-No hace falta que te vayas, Cath.
Las chicas se miraron. Layla sabía que
su amiga quería proporcionarles un poco de intimidad.
-Lo sé - sonrió la aludida -. Pero
quiero dejaros a solas para que habléis.
Recogió las cosas y se alejó hacia la
cocina.
-Siéntate, Layla.
La chica se quitó la chaqueta, la dejó
en el otro sofá y fue a sentarse junto a él con mucho cuidado de no tocarlo
pero observando las heridas de su rostro con detenimiento.
-Mi abuelo me ha preguntado por ti…-
le espetó.
-Creo que no me sorprendo - comentó
Daren.- ¿Y… qué te ha preguntado exactamente?
-Sus palabras exactas fueron, ¿qué tal le ha ido la caza al chico esta
noche?
Daren no dijo nada. Se levantó y se
paseó por la estancia bajo la atenta mirada de Layla.
El abuelo de la chica lo sabía. Estaba
seguro. Se pasó una mano por el pelo y la nuca y luego se paró frente al
ventanal mirando hacia el bosque.
Toda su vida se había precipitado en
las dos últimas semanas hacia un caos total. Ahora se sentía extrañamente feliz
y a la vez desdichado. No por la tarea que se le había encomendado sino por la
tortura psicológica que para él suponía su relación con Layla. Había momentos
en que una seguridad aplastante le hacía querer continuar y avanzar y en cambio
en otros momentos toda aquella seguridad se venía abajo como un castillo de
naipes. Entonces era cuando empezaban sus luchas internas. Luchas que a veces
le golpeaban en su interior como si de verdad fuese posible que su cuerpo se
estuviese pegando. Cerró los ojos y dibujó el bosque en su cabeza. Cada árbol y
cada rama, con una claridad extraordinaria. Era cómo tener un fotografía frente
a sus ojos. Después empezó a introducirle aromas, sonidos y texturas y lo sintió.
Era reconfortante cuando no tenía que salir a luchar. Le gustaba la paz que
rebosaba. Se sentía de allí. De Whitefish. Aquel era su hogar.
Layla se colocó junto a él y lo miró a
través del cristal.
Daren no había movido ni un músculo
pero notó su proximidad. Era capaz de sentir a la chica a kilómetros de
distancia.
-Tengo que contarte algo, Layla –
anunció abriendo los ojos al cabo de unos minutos. Se volvió hacia ella. Estaba
ojerosa pero seguía siendo igual de hermosa -. Anoche… maté a una persona.
Ella abrió los ojos con desmesurada
sorpresa.
-¡¿QUÉ?! - preguntó incrédula.
-Oye, ya sé que todo esto es un poco…
caótico, pero me gustaría que me escuchases. No voy a mentirte ni ahora ni
nunca y entenderé cualquier reacción por tu parte y cualquier decisión que
tomes con respecto a lo nuestro.
-¿No entiendes que no hay que tomar
ninguna decisión con respecto a lo nuestro…? - le dijo ella negando con la
cabeza y con los ojos anegados. Daren la miró más profundamente que antes.
Atravesando su cuerpo y llegando a su alma. Entendiendo cada palabra que la
chica había pronunciado en voz alta y cada pensamiento. Sintiéndose tan dentro
de ella que por un momento le pareció que no iba a poder salir. Entonces Layla
se tambaleó y se apoyó en la cristalera con una mano.
Daren la agarró por la cintura siendo
consciente de que estaba provocando una situación que quizá no podría controlar.
-¿Qué pasa, Layla? - le preguntó
ansioso.
-¿Qué me has hecho? - susurró ella
mirándolo con las mejillas llenas de lágrimas.
-¿Te he hecho… daño? - se preocupó
empezando a soltarla.
-¡No! - exclamó ella. Daren volvió a
agarrarla -. Pero me he sentido totalmente desnuda ante ti. Era como si vieses
mis sentimientos y mis emociones…
-Debe ser porque las he visto -
admitió él mirándola libidinosamente.
-¿Cómo lo has hecho? - tartamudeó
-No lo sé - jadeó y la atrajo hacia
él. Layla vibró entre sus brazos. Daren acercó su rostro al de ella -. No puedo
evitar matar a esos cazadores…
-No me importa lo que hagas porque sé
que es lo correcto – murmuró mirándole los ojos.
-Será mejor que te suelte y que nos
separemos un poco…
-No me das miedo.
-Yo sí - se separó de ella lentamente
y se agachó para intentar tranquilizarse. Estaba con un subidón de adrenalina
impresionante -. Qué poquito a faltado, Layla…- dijo cuando se encontró más
relajado.
-¿Qué ha pasado? - preguntó Cath
cuando volvió al salón y vio a Daren agachado con la espalda apoyada en la
cristalera y a Layla inmóvil a un par de pasos de él.
-Nada - le contestó su hermano viendo
que ella estaba como en un estado de
shock. Se levantó -. ¿Estás bien, Layla?
-Creo que sí - murmuró ella
estremeciéndose.
-¿Tienes frío?
-No. Es algo así como una sensación de
gozo desmesurado…
Daren sonrió y Cath los miró a ambos
expectante. Había algo entre ambos que impreganaba el ambiente de la sala.
-¿Por qué desprendéis tanta… pasión? -
preguntó entonces la chica. Ambos la miraron -. No es coña. Todo el ambiente
está impregnado de ella.
-Vamos a tener que controlar más estás
situaciones - comentó Daren -. No podemos ir desprendiendo energía por ahí de
esa manera.
-A mí me da igual, Daren.
Los dos hermanos la miraron de hito en
hito
-Bien…- asintió él -. Creo que es
mejor que vuelvas a casa antes de que tu obsesión por mí se vuelva tan
enfermiza como la mía - le dijo con calma.
-Creo que es un poco tarde para eso…
Cath sonrió.
-No sé si todo esto es muy normal,
Layla.
-Es tan normal como que estáis
pillados hasta la médula el uno del otro - comentó Cath.
-¿Tú no lo encuentras raro? - la miró
Daren -. ¿No es demasiado enfermizo?
Cath lo miró y luego miró a Layla.
-Visto desde fuera es maravilloso.
Los tres sonrieron. La sinceridad de
Cath animó a su hermano y a Layla a no asustarse con la magnitud de sus
sentimientos.
-Os importa que nos sentemos un
momento para que os explique lo que hice anoche – les pidió Daren luego.
Las dos chicas se sentaron en un sofá
y él en la butaca de cuero. Entonces el chico empezó a relatarles con la máxima
precisión que pudo todo lo que había acontecido la noche anterior. Ellas lo
escucharon sin interrumpirlo porque todo lo que explicaba les costaba muchísimo
de asimilar. Se estremecieron en varias ocasiones durante el relato y Daren
percibió todas sus sensaciones.
-¿Por qué no te mataron? - preguntó
asustada su hermana cuando él dejó de hablar.
-No lo sé, Cath. Pero parecían tener
cierto interés por mí.
-Has dicho que te llamaron por tu
nombre - añadió Layla.
-Tampoco lo entiendo. Aunque lo mismo
pueden leerme el coco o algo así… cosa que no me haría mucha gracia.
-¿Por qué? - Cath alzó las cejas.
-No me gustaría que pudiesen acercarse
a… vosotras por mi culpa - sentenció mirándolas.
-Todas esas… almas que pasaron a
través de ti…- intentó explicarse Layla gesticulando con las manos -. ¿Cómo las
sentiste?
-Creo que de un modo parecido a cómo te
he sentido a ti hace un rato - explicó él -.
Aunque la intensidad no tenía nada que ver con la que tú me produces.
-¿Estaban tristes…?
-Era como si entrasen presas y
saliesen liberadas. No sentí miedo. Sólo agradecimiento y bienestar.
-¿Y cuando mataste?
Daren sonrió a su hermana, sabía lo
mucho que le preocupaba el hecho de que hubiese llegado a matar.
-Fue una sensación de triunfo del
deber cumplido.
Ambas lo observaban en silencio. Daren
se sintió el hombre más afortunado del mundo al tenerlas allí sentadas frente a
él intentando comprenderlo. No hubo reproches ni acusaciones, sólo interés y
aceptación de su condición. Y sobretodo muchas peticiones de prudencia.
Al acabar, Daren acompañó a Layla
hasta la furgoneta.
-Conduce con cuidado, por favor.
-Te llamaré cuando llegue - sonrió
ella -. ¿No tienes frío? - le preguntó seguidamente percatándose de que el
chico sólo llevaba un fino pijama de algodón.
-No mucho. Me encuentro muy a gusto en
la noche - entonces se acordó de algo -. ¿Conoces el significado de tu nombre,
Layla?
-Sí - asintió ella -. ¿Por qué?
-No creo que sea una coincidencia que
el mío signifique exactamente lo mismo.
-¿Bromeas? - exclamó la chica.
-No - sonrió Daren -. Pero no pienses
mucho esta noche y descansa, ¿vale?
-No sé si podré.
Daren le abrió la puerta de la
furgoneta.
-Llámame - le recordó mientras ella se
acomodaba en el asiento del conductor.
-Descuida.
El chico cerró la puerta y se alejó
unos pasos. Layla se puso el cinturón y arrancó el vehículo. Pero entonces bajó
la ventanilla en vez de irse.
-¿Qué hago con mi abuelo? - le
preguntó a Daren.
-No te preocupes. Lo único que puede
molestarle es que yo entre en tu vida, así que sólo tienes que hacerle creer que
tu interés por estar con nosotros es únicamente tu amistad con Cath.
-No sé si podré hacerlo…- dudó.
-Si quieres hacemos pública nuestra
extraña relación - sonrió él -. A mí me da igual.
-No creo que sea conveniente por el
momento…
-Si no me tocas cuando estemos cerca
de tu familia ni de tus amigos seré capaz de comportarme como uno más de ellos.
-Lo intentaremos - sonrió ella.
Daren afirmó con la cabeza y Layla se
marchó saliendo despacio de la finca.
De nuevo Daren tuvo un sueño tranquilo
y reparador aquella noche y se levantó descansado y de buen humor al día
siguiente. Decidió que dejaría el destrozo de su armario para el lunes, cuando
Cath estuviese en el instituto, así que cuando cogió unos vaqueros y una
camiseta no se detuvo a mirarlo mucho.
-¡Buenos días! - exclamó Cath abriendo
la puerta de su habitación desde el lavabo.
Daren se sobresaltó, sólo llevaba los
bóxers y la camiseta puestos.
-Buenos días - le contestó sonriendo y
poniéndose los pantalones -. Ya sé que no tengo nada que no hayas visto antes,
pero… eres consciente de que podía haber estado desnudo…
-Eh…- se sonrojó -. Tienes razón, lo
siento.
-No importa. ¿Qué te pasa hoy?
-Ya sé lo que podemos regalarle a
Layla para el viernes - volvió a sonreír y se acercó a él mirándole el rostro –.
Las cicatrices están mejor.
-Ya no me duele nada y… he dormido muy
bien.
-¿Puedes quitarte la camiseta? - le
preguntó ella.
Daren arqueó una ceja.
-¿Tiene algo que ver con el regalo de
Layla…?
Cath se echó a reír.
-Quiero verte los hombros y la
espalda, tonto - dijo luego.
-Yo que sé, Cath...- se quitó la
camiseta por la cabeza sin ningún problema ni gesto de dolor -. Vienes súper
acelerada hablando de Layla y de repente me pides que me desnude.
-No te quejes tanto - le reprochó ella
pasándole la mano suavemente por las cicatrices -. Todavía no me acostumbro a
esto…
-¿A mi
arrebatador torso? - bromeó él.
Cath le pegó un codazo.
-¡Estás tonto! - exclamó luego.
-¿Y tú qué?
-¿Yo qué? - también arqueó una ceja
-¿Tienes la mañana revolucionadita o algo
así? - le preguntó negando con la cabeza confundido.
-Ayer había demasiadas feromonas en el
salón y creo que me han dejado un poco alterada…
Daren sonrió y la cogió echándosela al
hombro como si fuese un saco.
-Vamos a ver si te espabilo y bajamos esas
feromonas.
-¡Daren! - exclamó pataleando y riendo
ella. El chico se dirigió al baño y la metió en la ducha -. ¿No te atreverás…?
-¿No lo dudarás…? - dijo él cogiendo
el teléfono de la ducha.
-Vale, vale - se rindió ella cuando
una gota de agua le cayó en la nuca -. Ya reduzco mi hiperactividad.
Daren la dejó salir y ella se puso a
lavarse la cara.
-¿Qué me ibas a decir sobre el regalo
de Layla? - le preguntó mirándose en el espejo las cicatrices. Le tocaba
afeitarse pero tendría que esperar.
-He pensado que podríamos regalarle un
Vaio como los nuestros pero de color rojo.
-Me parece bien. Yo me encargo - le
dijo Daren que se había acercado más al espejo y se tocaba el arañazo del
cuello.
-No te toques más - le riñó ella
palmeándole la mano.
Ambos se miraron y sonrieron.
-¿Me dejas hacer un pis? - le preguntó
luego el chico abriéndole la puerta de su cuarto e invitándola a salir.
-Solo si hacemos tortitas para
desayunar.
-Hacemos tortitas – suspiró él poniendo los ojos en blanco.
Cath le besó la mejilla sonriendo y
entró en su cuarto.
Luego desayunaron tortitas con nata y
chocolate sentados en la barra y comentando que introducirían algunas fotos en
el ordenador de Layla antes de dárselo.
-Tendremos que hacernos alguna foto
con ella…- comentó pensativa Cath apurando su taza -. Todavía no tenemos
ninguna.
-Yo prefiero dejarlo para cuando tenga
mejor aspecto.
La chica le hizo burla y Daren se
levantó recogiendo los platos y los cubiertos.
-¿Quieres más café, Cath? - le
preguntó dejándolo todo en el fregadero y cogiendo la cafetera.
-Bueno…
El chico puso café en las dos tazas y
luego Cath les echó el azúcar. El aviso de la llegada de un mensaje los hizo
volverse hacia los ordenadores que tenían sobre la mesa del comedor.
-¿Tuyo o mío? - dijo Cath levantándose
con su taza. Daren se encogió de hombros y fue tras ella.
-Es Layla en el mío - sonrió él.
Se sentó en una silla y dejó la taza
sobre la mesa.
Estáis
levantados ya? Qué tal habéis pasado la noche? LAYLA.
-Dile que se venga a comer - dijo Cath
apoyada en la silla dónde el chico se había sentado.
Daren miró hacia arriba.
-No podemos tenerla secuestrada
siempre - bromeó.
-¿No quieres que venga?
-Tengo más ganas que tú de que venga pero
no podemos pretender que esté siempre con nosotros. Layla tiene unas
obligaciones y una familia.
-Bueno pues dile que venga un rato por
la tarde… o mejor dile que ya voy a buscarla yo y así no tiene que pedirle la
furgoneta a su padre.
Buenos
días Layla. Sí que estamos levantados y desayunados. La noche ha sido bastante
reparadora en comparación con la anterior. Espero que tú también hayas
descansado porque ayer parecías agotada.
Cath
dice que te vengas esta tarde un rato si te apetece, que ella irá a buscarte
para que no tengas que pedirle a tu padre la furgoneta.
Sería
genial tenerte un rato con nosotros. DAREN.
-¡Qué bonito! - exclamó Cath cuando su
hermano escribió la última frase.
Los dos esperaron una respuesta de la
chica mirando la pantalla.
No
sé qué escusa voy a poner cuando terminemos el trabajo de biología. Espero que
nos linchen a trabajos este curso y que Cath quiera hacerlos todos conmigo. LAYLA.
No
te preocupes yo me encargaré de ella. DAREN.
Cath le revolvió el pelo a su hermano
y sonrió.
Si
no os llamo para deciros lo contrario estaré lista a las cuatro, ¿vale? LAYLA.
Muy
bien. DAREN.
-¡Espera! - exclamó Cath antes de que
él enviase el mensaje.
-¿Qué pasa? - la miró.
-¿No vas a ponerle algo más?
-¿Algo más cómo qué? - sonrió
imaginando por dónde iban las intenciones de la chica.
-Cómo… un beso o… te espero con ansias
de abrazarte y tenerte entre mis brazos… o …
-Déjalo ya - dijo Daren secamente enviando
el mensaje tal y como lo había escrito.
-¿Te he molestado? - se preocupó Cath.
-¡No! - exclamó él –. Perdona si te ha dado esa impresión es que…
me da rabia no poder decirle eso aunque lo sienta.
-No entiendo nada…- puso los brazos en
jarras.
-No podría decirle algo que ambos
sabemos que no puedo hacer.
-Espera, espera… Debo recordarte que
ya has besado a Layla una vez…- le dijo confundida.
-Fue en una situación extrema.
-Pero… la besaste - insistió.
-Sí, la besé y… fue algo increíble.
Hubo un silencio entre ambos. El
recuerdo de aquel momento todavía conseguía removerle el estómago y acelerarle
el pulso.
-Espero que cuando me enamore pueda
llegar a sentir aunque sólo sea la mitad o una cuarta parte de lo que sentís
vosotros - suspiró Cath.
-No seas tonta - sonrió él -. Tú
sentirás lo que tengas que sentir y seguro que para ti será lo más grande.
-Cómo os siga teniendo cerca y sigáis
desprendiendo tanto amor… todo me va a parecer insignificante.
-Pues nos iremos cuando tú nos lo
pidas - rió él.
-Creo que nunca podría pedirte que te
fueses muy lejos de mí.
Pasaron la mañana recogiendo un poco
la casa y jugando al ajedrez el uno contra el otro en el ordenador. A la hora
de comer prepararon unos filetes a la plancha y unas ensaladas y se terminaron
los helados que habían empezado el día antes. Luego se sentaron en el sofá a
ver las noticias hasta que dieron las cuatro menos cuarto.
-Me voy a por Layla - exclamó entonces
Cath incorporándose con rapidez.
-Ten cuidado.
-No te preocupes - sonrió poniéndose
la chaqueta -. Estaré de vuelta con tu amada en unos minutos.
-Gracias sir Smith - bromeó él -. No
corráis mucho con vuestro corcel.
-No os preocupéis mi señor - se
inclinó ella.
Cath bajó al garaje riéndose a carcajada
limpia y cuando pasó por delante de la casa saludó a Daren que estaba de pie
junto al ventanal.
El chico esperó a verla salir a la
carretera y luego se volvió al sofá.
Estar todo el día en casa sin poder
salir le ponía de mal humor pero saber que Layla iba a estar allí en pocos
minutos lo reconfortó. Fue pasando canales sin decidirse hasta que en uno de
cine vio que empezaba una película.
Cath paró el coche frente a la puerta
a los veinte minutos y las dos chicas se apearon de él y entraron en casa
charlando animadamente.
-¡Ya estamos aquí! - exclamó Cath
dejando las llaves en el mueble del recibidor.
-Se os oye antes de entrar - dijo
Daren sonriendo.
Su hermana y Layla entraron en la
estancia y se dirigieron hacia él.
Daren alzó una ceja cuando vio a
Layla. Estaba todavía más hermosa que de costumbre. No era muy consciente de si
estaba siendo objetivo pero… la encontró radiante. Su melena castaña oscura
casi negra tenía un brillo especial al igual que sus ojos. No vestía diferente
a otros días, un pantalón vaquero y un jersey rojo y tampoco iba maquillada, quizá
un ligero toque de brillo en los labios, pero desprendía más sensualidad y
belleza que nunca.
-¿No encuentras que Layla está
radiante hoy? - comentó Cath al ver la cara de absorto de su hermano.
-Cath, por favor…- protestó ella
sonrojándose levemente.
-No, tiene razón…- dijo Daren -. Estás
preciosa Layla.
-¿Qué pasa? - dijo vergonzosa -. Hoy
todo el mundo se empeña en sacarme los colores…
-¿Quién más te lo ha dicho? - preguntó
Cath.
-Mis padres y…- miró a Daren - …
varios clientes.
Cath también miró a su hermano.
-No me miréis así. No voy a sufrir un
ataque de celos…- sonrió él -. Layla es hermosa y no voy a poder evitar que
otros hombres se fijen en ella.
-Dejadlo, por favor - suplicó ella
cubriéndose la cara con las manos.
Los dos hermanos se echaron a reír.
-Voy a poner el móvil a cargar y ahora
vengo - comentó Cath guiñando un ojo a Daren.
Él la miró negando con la cabeza pero
sonrió. La chica subió al piso de las habitaciones y los dejó a solas.
Layla suspiró y se echó la melena
suelta hacia atrás. Daren contempló todos sus movimientos en silencio.
-Ven Layla…- dijo luego invitándola a
sentarse junto a él.
-¿Estás… seguro? - se cruzó de brazos
incrédula.
-Sí – sonrió -. Ven.
Layla se quitó la chaqueta que dejó en
la butaca de cuero y se acercó al sofá donde estaba Daren. Se sentó lentamente
y ambos se observaron.
-Tienes mucho mejor aspecto.
-Sí. Pero necesito un afeitado urgente
- sonrió.
-Estás bien, no te preocupes por la
barba.
-Pensé que a las chicas os molestaba.
-Supongo que será por el tema… besos –
sonrió -. Pero nosotros no tenemos ese problema.
Daren entristeció su mirada
involuntariamente.
-Ya…- musitó.
-Lo siento - se apresuró a disculparse
Layla -. No quería que te molestases. No me importa que no puedas besarme
Daren, sé lo que sientes por mí y lo que yo siento por ti y con eso me vale…
-Por el momento, ¿no? - alzó una ceja
él.
-No puedes quitarme la miel si ya me
la has dado a probar…- dijo ella.
-Necesito que mi cuerpo se acostumbre
a tú proximidad y que deje de verte como una amenaza - la miró suplicándole
tiempo.
-Iremos poco a poco - sentenció ella
entendiéndolo y cogiéndole una mano.
Daren se la apretó levemente e intentó
relajarse mandando un mensaje a su cabeza de que ella no podía ser una amenaza
porque era lo que más quería en el mundo. Su inconsciente pareció no estar muy
de acuerdo con él e hizo que todo su cuerpo se tensara y se pusiera en alerta.
Daren se reveló contra eso y no soltó a la chica que lo observaba debatirse en
silencio. Entonces aparecieron las irrefrenables ganas de atraerla más hacia
él. ¿Por qué la estaba deseando tanto si
hacía tan solo un segundo la señal había sido de alerta?, se preguntó. ¿No sería una trampa para matarla?. Le
pareció sarcástico pensarlo porque era imposible que pudiese hacerle daño. Miró
a Layla.
-¿Qué? - dijo ella sonriente -. Te has
puesto un poco tenso por un momento pero por lo menos no te has puesto a
temblar.
-No me lo menciones o lo acabaré
haciendo...- también sonrió.
-No dejes de mirarme así nunca, Daren -
musitó la chica nerviosa.
-Descuida - se acercó más a ella y se
inclinó como si fuese a besarla pero notó como un resorte saltaba en su
interior y empezaba a temblar.
-Has aguantado mucho...- susurró Layla
mirándolo a los ojos.
-¿Me dejo llevar o continuo con mi
aprendizaje…? - le preguntó Daren prácticamente sobre sus labios.
-Haz lo que estés pensando, Daren.
-Estoy pensando que no te mereces que
te haga pasar estos momentos tan tensos…- le puso una mano nerviosa en el
cuello.
-Mi tensión es ansia y no miedo…-admitió
ella -. Quiero que cuando me beses no tengas que estar pensando en controlar
ese estúpido instinto que está empeñado en acabar conmigo - sonrió.
-Entonces no es el momento, Layla - se
separó un poco.
-Lo sé y no importa.
Daren se echó hacia atrás en el sofá y
se puso una mano en el pecho. Su corazón estaba desbocado.
-Debo estar rompiendo estadísticas en
cuanto a tensión y pulsaciones - comentó bromeando.
-No quiero que te de un infarto,
Daren. Así que no seamos muy masoquistas, ¿vale?. No intentes aguantar, si no
puedes me lo dices y punto – sonrió -. Te prometo que no pienso enfadarme.
-No me lo pongas tan fácil. Deja que
sufra un poco, Layla - hizo una mueca.
-¿Por qué?
-Porque tú te lo mereces.
Layla puso los ojos en blanco.
-No seas exagerado.
-No pienso tenerte esperando sólo
porque yo corra el riesgo de a sufrir un infarto.
-Te aseguro que yo prefiero esperar.
Ambos rieron. Layla se levantó
entonces y fue a por el portátil negro de Daren para luego volver al sofá junto
a él. Él observó todos sus movimientos. El simple caminar de la chica ya era una
incitación para su cuerpo.
-¿Vais a trabajar aquí? - alzó una
ceja.
-Voy a decirle a Cath que estás en la
fase de que tu cuerpo se acostumbre al mío y que no me voy a separar mucho de
ti para que eso ocurra pronto - explicó.
-¡Me parece genial! - exclamó Cath
sonriente. Había oído las últimas palabras de la chica. Daren y Layla la
observaron ir a por el otro portátil y sentarse con las piernas cruzadas sobre
el otro sofá -. Si en algún momento necesitáis que me ausente porque os entra
un arrebato extraño me lo decís y punto.
Layla se sonrojó y Daren le lanzó un
cojín a su hermana.
-No te pases o te meto en la ducha...-
le advirtió.
Cath sonrió pícara y le sacó la
lengua.
-Bueno…Veamos donde tengo el trabajo…-
dijo luego mirando su pantalla.
Layla también movió su ratón para que
en la pantalla en negro apareciese la foto de los dos hermanos y todos los
iconos de la página principal. Sonrió ante la foto y luego entró en el borrador
del trabajo.
Daren se acomodó en el sofá más cerca
de ella para poder mirar la pantalla y Layla notó como sus brazos se rozaban.
-Hicimos una clase de primeros
auxilios en gimnasia pero nunca he tenido que llevarlos a cabo en una situación
real…- le comentó la chica.
Cath rió. Daren acercó una mano al
teclado del ordenador y empezó a escribir.
Si
soy el primero al que le practicarías el boca a boca no me importaría sufrir un
colapso en este momento.
Layla sonrió negando con la cabeza y
mirando la pantalla. Le apartó la mano para tener el teclado libre y se puso a
escribir.
Vas
a ser el primero en todo.
Daren la miró y notó que la chica se
sonrojaba. Luego tecleó.
No
puedo creer que con lo guapa que eres nunca hayas tenido novio.
¿Los
tíos de este pueblo son tontos o gays?
Layla volvió a sonreír.
Nunca
he sentido nada especial por ninguno. Tú eres el primero que ha hecho saltar la
chispa.
El chico le pasó un brazo por los
hombros muy relajadamente y ella lo miró sobresaltada. Cath también lo miró
alarmada.
-Estoy bien, estoy bien…- dijo
bromeando ante sus caras -. Sólo intento avanzar en mi terapia.
-Mira que yo ni si quiera he hecho la
clase esa de primeros auxilios…- le advirtió Cath divertida.
Los tres rieron y luego se pusieron a
hablar de la teoría de Darwin. Cuando al rato Layla se movió un poco bajo su
abrazo y lo miró como si hubiese hecho algo mal, él sonrió.
-No me voy a poner a temblar.
-Eso está genial - sonrió ella
apoyando la cabeza en su pecho.
Daren sintió un acelerón en el ritmo
de su riego sanguíneo y en el de sus latidos.
-Esto ya va a ser demasiado…- comentó
entonces. Layla hizo ademán de incorporarse, pero Daren se lo impidió
sujetándola contra él con suavidad.
Cath observó la escena y a su hermano
empezar a palidecer pero no dijo nada.
-Hemos dicho que nada de masoquismos,
Daren - le recordó la chica que podía notar fácilmente el ritmo acelerado de su
corazón -. Lo de echarme sobre tu pecho ha sido un impulso repentino, no he
pretendido retarte a nada
-Shhh…- susurró él cerrando los ojos -.
Haz todo lo que sientas, Layla. Nunca te reprimas por miedo a hacerme daño,
hazlo sólo si alguna vez piensas que yo te lo puedo hacer a ti. Debo
acostumbrarme a cómo eres en realidad, no a cómo actúas.
-No quiero que esto sea una tortura,
Daren.
-Y yo no quiero que esto se haga
eterno - su corazón estaba recobrando su ritmo normal -. Voy a superar esta
mierda de terapia lo antes posible porque ambos lo necesitamos.
Abrió los ojos y se encontró con los
de su hermana que mostraban cierta preocupación aunque bajó rápido su vista
hacia Layla cuando la notó temblar y sollozar.
-¿Qué pasa, Layla? - se preocupó.
-No puedo soportar la idea de que te
esté sometiendo a esta tortura pero tampoco quiero alejarme de ti - sollozó
-Voy a por agua - dijo Cath
levantándose y dejando su portátil en el sofá.
-Cómo te alejes sí que va a ser una
tortura, Layla - le susurró él acariciándole la melena.
-Yo no me voy a ir de este pueblo y lo
sabes. Eres tú el que ha venido.
-Espera, espera…- la separó de su
cuerpo para mirarla a la cara aunque ella se resistió un poco -. ¿Layla, no se
te habrá pasado por la cabeza la absurda idea de que yo sí que me voy a
marchar? - ella lo miró más profundamente como única respuesta -. Si algún día
me voy te aseguro que es porque tú vienes conmigo. ¿Te piensas que me estoy
acostumbrando a ti para conseguir un revolcón contigo y luego marcharme? -
parecía enojado.
-No pretendía decir eso…- musitó ella
desviando la vista -. Pero permíteme tener miedos.
-No te lo permito Layla, por lo menos
en lo que a mi amor por ti se refiere - le tomó el rostro con una mano y la
hizo mirarlo -. Jamás dudes de mí en ese sentido. Cuando nos encontramos la
primera vez supe que marcarías mi vida pero cuando te fui conociendo y te besé
supe que no sólo ibas a marcarla sino que ibas a dirigirla… tú eres mi destino,
Layla.
La abrazó y apoyó la barbilla en su
cabeza mientras ella lloraba agarrada a su camiseta. Era un llanto tan profundo
y tan sentido que a Cath se le pusieron los pelos de punta cuando se acercó con
el agua. Dejó el vaso en la mesa porque le temblaba el pulso y se cruzó de
brazos mirando a Layla sin darse cuenta de que ella también estaba empezando a
llorar.
-Escuchadme las dos - dijo Daren
negando con la cabeza cuando vio el panorama de llantos al que estaba llegando
la situación. Layla se negó a separarse de él y se agarró con más fuerza -. No
soporto que llores, Layla. Escucha, mírame por favor - ella negó con un
enérgico gesto de cabeza y Daren sonrió -. Bueno, pues no me mires, ya sé que
no es uno de mis mejores días - intentó bromear mirando a Cath que parecía más
tranquila -. No quiero que nuestra relación esté llena de llantos, quiero que
seamos felices.
-Yo también - murmuró ella.
-Lo sé. Por eso vamos a contarnos todo
lo que pensamos y todo lo que nos preocupa, ¿vale?. Tenemos que evitar
situaciones y mal entendidos como éste - Layla se separó un poco de él y lo
miró. Daren le sonrió -. Con lo hermosa que estabas hoy y mira…- le secó las
lágrimas con su mano.
-No estás temblando.
-Lo sé. Es que no he estado muy
pendiente de si me abrazabas o no. He tenido bastante con intentar convencerte
de que no tienes que ponerte así.
-¿Sólo te pasa cuando estás pendiente
de ello?
-No lo sé. Me pasa cuando me pasa y no
le voy a dar más importancia de la que se merece. A partir de ahora voy a
intentar hacer lo que me plazca y tú también, y si las consecuencias no son las
esperadas ya lo solucionaremos luego - no estaba muy seguro de creerse todo lo
que estaba diciendo pero era lo que estaba sintiendo en aquel momento -. Sólo
procuraré no hacerle caso a mi versión maligna que me empuja a temerte como a
un enemigo.
-Tenemos que liquidarla - sonrió ella.
-Estoy en ello. Anda ves a lavarte la
cara un poco.
Layla afirmó con la cabeza y miró a
Cath antes de subir.
-¿Quieres que te acompañe? - le
preguntó ésta.
-Tranquila - sonrió dirigiéndose hacia
las escaleras.
Daren se levantó y se acercó a su
hermana.
-Qué mal rato habéis pasado…- comentó
la chica.
-Tú también - la abrazó y la levantó
un poco del suelo -. No lloréis más, por favor.
-A veces es imposible contenerse.
La dejó en el suelo y le besó la
mejilla. Estaba ansioso.
-Estoy deseando poder abrazarla y
besarla sin que suponga una tortura, un drama y …¡mierda! - exclamó.
-Daren, tranquilízate - intentó
calmarlo Cath -. No alces la voz.
-¿Por qué no puedo acercarme a ella como
a otras chicas, Cath?. No logro entenderlo joder.
-Shhh…Tampoco sientes por ella lo
mismo que por otras… Además hoy la has abrazado sin temblar casi - intentó
animarlo.
-¿Sabes por qué? - no esperó a que su
hermana le contestase -. Porque mi cuerpo la ha percibido tan débil en esos
momentos que me ha ordenado, liquídala,
no es una amenaza.
-Pero…tú no lo has… escuchado -
tartamudeó Cath -. Eso es lo importante.
-Lo importante es que podamos ser
felices o por lo menos que ella pueda serlo, porque he venido aquí a descolocar
su mundo y ni si quiera soy capaz de abrazarla sin desear matarla y… amarla y…
no sé si esto va a acabar conmigo en un psiquiátrico o yo que sé - suspiró.
-Oye, no le des más vueltas ahora. Tú
mismo has dicho que vais a hacer lo que os plazca y…
-¿Y si me place matarla? - la cortó él
enojado.
Cath se quedó con la palabra en la
boca mirando fijamente al chico.
-Por supuesto… no lo harás - musitó
despacio
-Quiero que Layla haga lo que le
plazca - intensificó el nombre de la chica -. Lo mío sé que va a tener que
seguir siendo un continuo enfrentamiento.
-¿Crees que ella no lo va a notar? -
le preguntó incrédula Cath.
-Haré lo posible porque no - sentenció
Daren.
-¿Y si te pones a temblar o cardiaco
al límite…?. Os habéis prometido no mentiros…
-No le mentiré pero tampoco pensaré
que voy a ponerme así.
-Eso está bien.
-Intentaré estar tranquilo, no alerta.
Empiezo a controlarme, sobre todo cuando quiero que aparezca mi parte… animal y
a la hora de actuar con ella, pero esa maldita faceta de… asesino que se me
viene a veces… realmente me asusta.
-Eres un protector, Daren.
El chico levantó la vista hacia Cath
al oír esas palabras y sonrió. Layla apareció por el salón y Daren la vio
acercarse.
-¿Estás mejor? - preguntó.
Cath se volvió y sonrió a la chica.
-Sí - asintió ella -. Lo siento mucho,
Cath.
-No seas tonta. ¿Te apetece que merendemos
algo?
-Creo que no - musitó ella.
-Yo creo que sí deberíais tomar algo –
la contradijo Daren de inmediato sonriendo -. Dejadme que yo os lo prepare.
Ellas dos afirmaron con la cabeza y el
chico fue hacia la cocina. Al poco rato un delicioso olor a crepes invadió la
sala.
-¡Por favor, Daren! - exclamó Cath -
El mío con mucho chocolate.
-No grites que estoy aquí - dijo él.
Las dos chicas se giraron y dejaron
los ordenadores sobre la mesa para coger los dos platos que Daren les ofrecía.
-Esto es genial…- se deleitó Cath con
el aroma -. Menos mal que te gustaba estar en la cocina con Lorna…
-Tienen un aspecto delicioso - sonrió
Layla.
-¿Zumo o café? - preguntó el chico.
-Zumo - contestaron ambas.
-Ahora os lo traigo - se volvió.
-¿Tú no te has hecho uno? - le
preguntó Layla.
-Ahora me lo traigo - asintió él
guiñándole un ojo.
Volvió con una bandeja con tres vasos
de zumo y un plato con su crep y se sentó en la alfombra junto a Layla. El
momento de la merienda coincidió con el final de la película Transporter que
estaban dando en un canal de cine.
-Este tío es una pasada - comentó Cath
cuando empezaron a salir los créditos rebañando con un dedo un poco de chocolate que
se le había quedado en el plato.
-¿Te hago otro, Cath? - le preguntó su
hermano.
-No que se me va a poner el culo muy
gordo.
-Pues no tienes que comer tú crepes
para que se te ponga el culo gordo - le dijo Layla sonriendo.
-Bueno… por si acaso.
-Por si acaso me voy a apuntar yo a un
gimnasio - comentó entonces Daren.
Las dos lo miraron sorprendidas.
-Ayer hablamos de tu delgadez, Daren -
le recordó su hermana -. No vayas a hacer tonterías.
-Es cierto, estás algo más delgado que
cuando te vi por primera vez - la apoyó Layla -. No necesitas un gimnasio.
-Quiero apuntarme a clases de
kickboxing o algo así.
-¿Te has visto la cara? - bromeó Cath.
Los tres rieron -. Lo que menos necesitas son precisamente peleas extras.
-Necesito aprender a defenderme y a
atacar - les explicó él -. Todo lo que hago es por instinto y de manera algo
alocada. Si puedo aprender la base de ese tipo de deportes me servirá para…- se
calló cuando vio el cambio en las expresiones de las dos chicas.
-No quieres hacer deporte, quieres
aprender a luchar…- musitó Layla.
-Supongo que sí - admitió él -. Pero
no pongáis esas caras de velatorio.
-¿Por qué mierda hemos visto el final
de esa peli? - se enfadó su hermana cruzando los brazos sobre el pecho.
-La peli no tiene nada que ver con mi
decisión, Cath - negó con la cabeza Daren -. Lo estuve pensando ayer.
Hubo un momento de silencio entre los
tres que se llenó con la música de los créditos de la película.
-Creo que en Kalispell hay un gimnasio
que está especializado en ese tipo de deportes de lucha y contacto.
Los dos hermanos miraron a Layla sorprendidos.
-¿Vas a apoyarlo? - le preguntó Cath.
-En un gimnasio no va a pasarle nada y
quizá lo que aprenda pueda salvarle la vida en alguna de sus… peleas reales -
intentó explicarse la chica -. No te enfades, Cath.
-No me enfado, si después de todo él
va a hacer lo que le dé la gana…- volvió a cruzarse de brazos.
Daren sonrió ante la pose de su
hermana.
-Claro que lo voy a hacer - le dijo
luego.
No trabajaron más en lo que quedó de
tarde y estuvieron hablando sobre el tema del gimnasio principalmente y sobre
las peleas de Daren.
A las siete y media, Layla anunció que
era mejor que la acercasen a casa para que no hubiese interrogatorios raros por
parte de su abuelo.
-¿Te ha vuelto a decir algo? - le
preguntó Daren acompañándolas hasta el coche.
-Está atento a todas mis reacciones,
lo noto. No me pregunta directamente pero me estudia - explicó ella -. Esta
mañana cuando estábamos en la tienda y me han dicho que estaba más guapa, él me
ha mirado con una expresión extraña… como si realmente le apesadumbrase que me
hubiesen dicho aquello.
-¿Cómo te lo han dicho? - preguntó
Cath imaginando que había sido de forma ordinaria.
-No me lo han dicho de forma grosera y
es un cliente que tenemos desde hace años. Me conoce desde que soy una niña.
-Entonces no lo entiendo...- dijo de
nuevo la chica.
-Yo tampoco - admitió Layla -. Si
estoy nerviosa, como el sábado, me da la sensación de que lo nota y… si estoy
alegre es como si intentase adivinar si tiene algo que ver contigo - añadió
mirando a Daren
-¿Y… tus padres? - se aventuró a
preguntar Cath.
-A papá le caéis genial y creo que a
mamá también, lo que pasa es que ella es más reservada, no es tan expresiva
como mi padre.
-A mí me parecen encantadores los dos -
comentó Cath –. Y tu abuelo también, yo no he notado nada raro.
-No creo que tenga nada contra ti –sonrió Layla -. Y realmente no sé qué es lo
que piensa sobre ti - miró de nuevo al chico que no había entrado en la
conversación.
-Yo creo que sabe algo sobre lo que me
pasa - admitió Daren.
-Pero…¿cómo?
-No lo sé, Layla - negó con la cabeza -.
Pero esas advertencias que te dio el otro día y los comentarios sobre mi
cacería… no son una coincidencia.
-¿Podría preguntarle algo? - propuso
ella.
-No muestres interés por mí - sonrió
Daren -. Recuerda que lo que te interesa es tu amistad con Cath.
-No sé hasta cuándo podré mantener esa
mentira - suspiró ella.
Cath se acercó al coche por la puerta
del conductor y Daren acompañó a Layla hasta la puerta del copiloto.
-Cena algo - le dijo el chico
abriéndole la puerta. Layla lo interrogó con la mirada -. Tú también estás más
delgada.
-Será que estoy enamorada…- sonrió.
-Pues que no se note - le susurró
acercándose a ella.
-¿Te veré mañana?
-No creo que las cicatrices hayan
desaparecido… todavía no podré acercar a Cath al instituto.
Layla le puso una mano en la mejilla
del arañazo. Daren intentó no pensar en el contacto de las dos pieles pero fue
imposible. Tembló levemente y la chica lo percibió.
-Entonces el martes…
-Puedes venir a casa siempre que
quieras, Layla.
-Lo sé pero no es lo más conveniente -
sonrió.
-Tienes razón - le tomó la mano que
estaba en su mejilla y la acercó a sus labios. Pudo sentir el pulso de la chica
en su muñeca y el frío de su piel -. El martes entonces…- le besó la palma de
la mano. La sensación fue como saltar de un puente sin estar muy seguro de que
la cuerda va a sujetarte. La miró a los ojos con ansias de algo más y suspiró
soltándola.
-Buenas noches, Daren - murmuró ella
levemente sonrojada.
-Buenas noches, princesa - sonrió
haciéndole un gesto para que entrase en el coche. En cuanto lo hizo, Daren
cerró la puerta y ella bajó la ventanilla -. Ves con cuidado, Cath.
-Tranquilo, si algún día me multan será
por ir obstaculizando el paso - bromeó ella.
-Poneos el cinturón.
Ellas obedecieron y Daren se alejó del
vehículo.
4 comentarios:
Estoy deceando poder leerlo !!
He visto que hay algún capitulo de "vida" pero creo que me resistiré con la intención de que no muy tarde pueda tenerlo entre mis manos y sobretodo lo que me llena de intriga es cual será la nueva portada !
Eli???
Ya puedes hacerte seguidora del blog!!!!(no tardes en hacerlo) Yupi!!!
No hay capítulos enteros de Vida. Sólo pequeños párrafos para ir abriendo boca.
Estoy muy feliz de verte por aquí!!!
La nueva portada ya está descubierta. La tienes en la web, pero si un caso ya miraré de ponerla en el blog también.
Besotes guapa!!! No tardes en volver a escribirme.
Yo también quiero ver la nueva portada !!
Nuevos seguidores!!! Me encanta!!!
En la próxima entrada, miro de poner la imagen que en teoría irá en la portada de Vida.
GRACIAS por vuestros comentarios!!!
Besos!!
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